7/7/15

Pensar en español hoy: entre la hospitalidad y la hostilidad

            1. Hace unos años publicó Carlos Pereda "La filosofía en México en el siglo XX" que, además presentamos aquí en Madrid en el Instituto de México. Hay  un capítulo en  el libro, titulado "Pensar en español ¿un pseudoproblema?" que traigo a colación porque nos va a ayudar a centrar el tema.
            Dice Pereda que eso de pensar en español puede ser una gran perogrullada. En efecto, si por pensar en español entendemos pensar en la lengua que uno habita, la cosa es una perogrullada, “una cosa vulgar e…inevitable”. Lo que sería interesante -y no una vulgaridad como lo de afirmar que se piensa en la lengua que se habla- es preguntarse por cómo comunicaría un hispanohablante en una comunidad internacional de investigación que habla inglés. Obligados a comunicarse en inglés, empeñarse en plantear la cuestión de cómo pensar en español podría ser la expresión de un malestar o un complejo de inferioridad. Una pataleta.
            No parece, en efecto, que el pensamiento en español tenga mucho que ofrecer. Pereda enumera algunas de sus debilidades que si no son congénitas sí alcanzan el estado de endémicas o crónicas. En primer lugar, el fervor sucursalero: tenemos una tradición filosóficamente débil y eso ha alimentado una filosofía dependiente El que sale a estudiar no vuelve nunca. Sigue anclado en lo que estuvo. Uno se apunta a una tradición y es como si entrara en religión. En segundo lugar, el afán de novedades. Nos encanta estar a la última sin haber pasado por la penúltima. Somos posmodernos sin haber sido modernos. Luego están los que, conscientes de estos males, tratan de superarlos con un nuevo y mayor vicio: el del entusiasmo nacionalista. Nada como lo nuestro. Pretendemos sacudirnos la dependencia con una huída hacia adelante o mejor hacia atrás, reclamando una filosofía castiza: “filosofía mexicana”, “filosofía bolivariana” o "filosofía latinoamericana".