25/1/16

La memoria de los nietos

            Los padres fueron protagonistas, por eso sabían. Los hijos supieron y callaron. Los nietos quieren saber, por eso se dice de ellos que son la generación de la memoria. Así ha ocurrido en las grandes catástrofes,  como la que representó la barbare nazi, y así debería haber sido con la Guerra Civil española. Pero no parece que la generación española de los nietos siga esas pautas. Declaraciones como las de Bertín Osborne, pidiendo que se deje de hablar de lo que ocurrió entonces -y lo dice él "con siete tíos abuelos asesinados en Paracuellos"- o las de Albert Rivera ninguneando la memoria histórica, podrían indicar que aquí los nietos prefieren pasar página.

            Pero antes de hacerlo convendría detenerse un momento. Es de agradecer que un nieto de víctimas declare que ha perdonado y olvidado. Pero tanto la generación de sus padres como la de los abuelos ha podido identificar a los muertos y honrarles. Han recibido algún tipo de reparación y habría que ver qué tipo de justicia se ha aplicado a los asesinos. Han podido pues hacer duelo.  Los "paseados", de los que se ha hecho cargo la memoria histórica -más de 100.000, no lo olvidemos- yacen en cunetas y descampados. Lo que piden sus deudos es identificarles y honrarles. El no puede negar a los otros lo que tan cumplidamente ha tenido con los suyos.

El poder de la palabra

            Hitler vuelve a las librerías, pero ¿vale la pena leer Mein Kampf? Quien asocie al autor con el payaso del que hablaba Karl Kraus, podrá tener  interés por un libro que cuente lo que hizo pero no lo que pensaba. Se equivocará, sin embargo, dice George Steiner, porque el libro habla "de la cosa más poderosa del mundo, la palabra". El mendigo que empezó vociferando tópicos, sin que nadie le hiciera caso, acabó seduciendo, con su sola palabra, sin armas ni dinero, a todo un pueblo. El propio Steiner coloca este libro hablado junto a otros, como el Espíritu de la Utopía de Bloch, o La Carta a los Romanos de Barth o Ser y Tiempo de Heidegger, para decir de todos ellos que son libros que llevan el lenguaje hasta los confines de la violencia, libros que, como los agujeros negros, "devoran la materia y también la luz que les circunda".

            Un libro, pues, a tener en cuenta. Levinas, ya en 1934, hablaba de filosofía del hitlerismo: "la filosofía de Hitler es primaria, pero convoca fuerzas primitivas que incendian el mundo con su miserable fraseología, consiguiendo activar la frustración más íntima del alma alemán. Más que locura o contagio, el hitlerismo es el despertar de sentimientos elementales...que predeterminan la aventura del alma en la vida". Esos sentimientos elementales se llevaron por delante las conquistas civilizatorias del pueblo de "los poetas y pensadores", como decía Heidegger, en un santiamén. Este mismo autor veía en Hitler "el cauce de nuestro pensamiento". No consta que el autor del "Discurso del Rectorado" leyera Mein Kampf, pero el antiguo cabo, Hitler, y el filósofo más celebrado del siglo XX, Heidegger, captaron perfectamente la desazón de su tiempo y le dieron una respuesta que en los años treinta fue la misma y, luego, cuando se separaron, nunca se enfrentaron.

            Y una sugerencia de Víctor Klemperer para quien hojee el libro. Verá que hay palabras sospechosas entrecomilladas, tales como "humanidad", "culpa", "perdón", "persona", "universalidad"... Son palabras que recuerdan la aportación del judaísmo a la cultura mundial que hay que extirpar junto  al exterminio físico. Un libro performativo como ningún otro de ahí el desconsolado comentario de Wiesel: "Hitler merece más confianza que cualquier otro. Ha sido el  único que ha mantenido sus promesas con el pueblo judío".


Reyes Mate (Babelia, El País, 12 de Diciembre 2015)

18/1/16

Memoria y justicia. Reflexiones sobre la justicia transicional y las comisiones de la verdad

"Verdad y memoria están llamadas a prestar sus servicios al rescate de un proyecto democrático en el Perú" (Salomón Lerner)
  
            Es imposible no toparse con el concepto de justicia transicional cuando se  transita actualmente por el amplio campo de la justicia penal. Se puede discutir sobre su novedad pero no sobre su importancia. Si queremos garantizar el desarrollo de los derechos fundamentales hay que tomársela muy en serio; si queremos abordar con rigor la superación de un conflicto violento, es decir, si queremos poner bases sólidas para acabar con la violencia y que el pasado violento no se repita, tenemos que colocar en el epicentro de la escena a la justicia transicional.
            Nadie discute su importancia pero sí su novedad. Hay quien piensa que es una novedad absoluta en la historia del derecho, mientras que otros sostienen que la cosa viene de muy atrás. Puede que así sea pero lo cierto es que hoy ha tomado una forma hasta ahora desconocida. Si en el pasado mandaban los intereses de los agentes políticos, hoy prima algo así como la justicia a las víctimas o, dicho de otra manera, la justicia por los crímenes perpetrados en ese contexto de violencia o terrorismo.

5/1/16

¿Son más fiables las máquinas que los seres humanos?

            La tragedia aérea en los Alpes, provocada conscientemente por su piloto, ha sembrado de consternación al mundo entero. En una nueva versión de lo que Hanna Arendt llamó “la banalidad del mal”, ha quedado claro que la frialdad de sentimientos produce más muerte que el  mayor de los odios.

            Muchos son los debates  que ha provocado en el mundo entero este acto criminal. Fijémonos en dos de ellos, el uno referido a la relación entre seguridad y libertad y el otro sobre la jerarquía entre el hombre y la máquina.