27/2/16

"Mi Lucha" de Hitler entra en las escuelas alemanas

             Con doce millones de copias hasta la derrota y muerte en 1945 de su autor, Adolf Hitler, Mi lucha es seguramente el libro que, después de la Biblia de Lutero, más ha influido en la historia alemana. La Asociación de Profesores Alemanes entiende que, tras setenta años de condena, el libro maldito puede entrar en las aulas bajo rigurosas condiciones. Sólo se hablará del libro, en efecto, en las clases de bachillerato y se manejarán extractos de la edición crítica que acaba de aparecer en Munich. Sus casi 3.500 comentarios, destinados a explicar el origen de las ideas y, sobre todo, a rebatirlas, ayudarán a vacunar a los jóvenes lectores de cualquier peligro de contagio.

            El hecho de colocar en la estantería de un Instituto de Bachillerato el panfleto de Hitler junto a clásicos tan venerados como Goethe o Schiller, tenía que generar polémica y así ha sido. Muchos alemanes piensan que para informarse sobre esa oscura etapa de su pasado, hay mejores libros de historia. La Asociación de Profesores mantiene, empero, su decisión argumentando que "explicar los mecanismos de la propaganda, forma parte de una educación moderna".

El fracaso de un testigo ejemplar

(Primo Levi y Leonardo de Benedetti, Así fue Auschwitz. Testimonios 1945-1986, Península, 2015, Barcelona)

            Así fue Auschwitz recoge trabajos fundacionales de Primo Levi, es decir, escritos de primera hora, como el Informe sobre la organización higiénico sanitaria del campo de Monowitz, redactado apenas liberado al alimón con el médico De Benedetti, o la declaración minuciosa e inédita que hizo al llegar a casa de 30 deportados italianos para que las familias italianas supieran de ellos, o testificaciones para los procesos de Höss, Eichmann o Bosshammer, amén de una quincena de artículos sobre su vida de deportado. Lo que tienen en común -y lo que justifica según sus editores esta edición- es captar ese momento de novedad que trae el superviviente, consciente de que ha vivido lo impensable, y que tiene que hacerlo comprensible a un mundo que no se lo puede tomar en serio porque carece de categorías conceptuales donde registrarlo.

            ¿Lo consiguen? ¿Consiguen que nosotros, hoy, que ya conocemos bien a Levi, nos sintamos golpeados por las noticias del campo? En parte, sí, porque, aunque sepamos todo del campo, apenas si hemos querido hacernos cargo de los graves problemas morales o políticos que Levi desliza, con maestría y discreción, en medio de sus relatos biográficos. Levi sigue siendo tan molesto hoy como lo fue en su tiempo.

21/2/16

De la mezquita a la escuela

            Para no incriminar al Islam en los recientes atentados de París, toda declaración políticamente correcta debía separar cuidadosamente la violencia de la creencia islámica. Una cosa es el fanatismo yihadista y otra, la fe en Mahoma. Era una medida prudente, habida cuenta de la islamofobia reinante, pero tan discutible en sí misma que no ayuda a medio plazo a resolver o disolver el viejo asunto de la violencia religiosa.

            Porque la verdad es que las tres religiones monoteístas tienen un alma violenta. No hay más que echar un vistazo por las tierras mediterráneas pobladas de guerras santas. La tolerancia sólo llegó a Europa cuando la política se desentendió de la religión. Sólo se llegó a ese punto cuando las mentes más clarividentes de la Ilustración reconocieron que las guerras seculares de nuestro entorno tenían una raíz teológica que había que aclarar de una vez por todas. El dramaturgo Efraim Lessing la planteó genialmente en su obra Natán el Sabio al preguntarse "¿cómo tres religiones distintas, con pretensiones de verdad absoluta, pueden ser al tiempo verdaderas?". Ahí la guerra está servida porque cada una querrá hacer valer su verdad excluyente "por lo civil o por lo militar". La salida la ofrece el protagonista de la obra, el sabio Natán, cuando dice que todos "antes que diferentes somos iguales". Antes que judíos, moros o cristianos, somos seres humanos. La tolerancia comenzó el día en que la política dejó de inspirarse en la religión y aceptó basarse en la humanidad que nos une.

La memoria histórica, manual de uso

Abstract:
En el contexto de "imposturas de la memoria" habría que mencionar a memorias que olvidan o que desvirtúan el pasado o que lo instrumentalizan para el presente. Por mi parte hablaré de la contradicción, entre autores españoles, que se identifican con el sentido fuerte de la memoria, aplicada a la Shoah, y la niegan al referirse a España (Guerra Civil y Transición). Trataré de explicar el sentido y el origen de esa contradicción.


            1. En una mesa titulada "Disputas sobre la memoria, imposturas de la memoria y políticas del presente", quisiera centrarme en el aspecto "imposturas de la memoria".

            Podríamos abordar el tema analizando aspectos tales como las memorias que olvidan en el momento del recordar (la Farmacia de Platón habla de la escritura que olvida todo lo que no queda recogido en ella); las memorias que manipulan el pasado: lo que Walter Benjamin  llama memoria hermenéutica que es la que lleva a cabo el criminal para privar de significación al hecho cometido; las memorias que son instrumentos del presente  como son las de los nacionalismos (Renan: "no hay nación que se precie que no se invente su pasado"); los que falsifican la memoria como hizo, por ejemplo, Enric Marco, el personaje que ha suministrado material a la novela de Javier Cercas, El Impostor.

15/2/16

¿Es el capitalismo la nueva religión?*

            El objetivo de esta reflexión es el análisis y alcance de un breve texto de Walter Benjamin titulado "El capitalismo como religión". Me parece un texto muy actual al poner en el epicentro de su reflexión el complejo concepto de Schuld que es, al tiempo, culpa y deuda. También porque me resulta desconcertante e inquietante tratar al capitalismo como religión. No podemos perder de vista que la economía es una ciencia social con su propia metodología "científica". ¿A qué ton viene esto de tratarla como religión? ¿qué puede aportar de nuevo y constructivo tratarla desde una perspectiva religiosa?

            La categoría "teología política" remite a una constante y compleja relación entre religión y política a lo largo de la historia.  Eso es bien conocido, como lo son los estudios para analizar las implicaciones teológicas en las teoría marxista sobre economía, pero esto de Benjamin es otra cosa pues considera de entrada al capitalismo como una religión. No habla de la relación entre capitalismo y religión sino que plantea de cara el carácter religioso del capitalismo

            Lo primero que llama la atención es que esa perspectiva, por muy extraña que suene, no es nueva. Marx habla de la esencia religiosa del Estado burgués y también del carácter religioso (fetichista) de la mercancía.Véanse estos textos de Marx:

6/2/16

A propósito del film El hijo de Saúl de László Nemes

1. La historia del film es la de un Sonderkommando, Saúl, que se empeña en salvar a un niño muerto. El, que se pasa el día incinerando cadáveres, se la juega para que ese joven/niño no sea incinerado.

          Es un gesto moral de resistencia. Un gesto extraño pues no se trata de salvar la vida de alguien, sino un cadáver. Esto es lo que hace tan interesante esa película.

2. Naturalmente que hay otras formas de resistencia. El Kommando plantea volar los hornos crematorios y buscan a Saúl para que se incorpore, pero él se obstina en su propia estrategia.

            Da más importancia a salvar un cadáver que a destruir la fábrica de muerte. A través de esa metáfora el director manda un mensaje: el proyecto nazi es un proyecto de olvido y la réplica adecuada es la memoria. Si los nazis consiguen no dejar huellas del crimen es como si éste nunca hubiera existido. El cadáver es la huella. Y László Nemes expresa esa profunda verdad priorizando la inhumación del niño a la destrucción de los hornos. Esto que resulta a primera vista ilógico le sirve al artista para potenciar su idea. Nemes ha entendido que si los nazis destruyen los cadáveres es porque saben que el triunfo de su plan criminal depende de no dejar rastros.

4/2/16

Un lugar para la filosofía

            La filosofía no goza de buen predicamento. Hace unos días en el programa de Radio "A vivir que son dos días", el presentador hacía un avance de los espacios que iban a recorrer para concluir diciendo "y al final, de filosofía, si no hay más remedio". Recordé entonces lo que me ocurrió en un Instituto de Bachillerato al que fui invitado para hablar de la revolución francesa. Llegó el turno de preguntas y nadie levantaba la mano, hasta que una jovencita se puso de pie y como quien no dice nada espetó de repente: "bueno, yo pensaba que todos los filósofos estaban muertos". Me dio que pensar una salida como esa. ¿Llegó a esa conclusión porque su profesor sólo les hablaba de personajes difuntos o porque lo que oía le parecía cosa de otro mundo, de un pasado remoto o, incluso, de ultratumba?

            Pienso que el mal trance por el que está pasando la filosofía no tiene que ver sólo con "el plan Bolonia" o "el dominio planetario de la mentalidad tecnológica", sino también con nosotros mismos, con lo que ofrecemos, con frecuencia tan abstracto y confuso.

1/2/16

Pros y contras de la lectura de un libro maldito

            La primera lección que recibió Primo Levi al llegar a Auschwitz fue un "aquí no hay que preguntar" (hier ist kein Warum) porque no hay respuestas que dar ya que esto no tiene sentido. Y, sin embargo, Levi se pasó toda la vida visitando centros escolares dando a conocer lo que había ocurrido, cómo y por qué. Desconcertaba el superviviente italiano al afirmar una y otra vez que "si comprender es imposible, conocer es necesario". Conocemos, por ejemplo, el antisemitismo del hitlerismo pero no podemos comprender por qué para Hitler era más importante exterminar al pueblo judío que ganar la guerra. Aunque hay muchas causas y motivaciones que concurrieron en esa locura colectiva, ninguna explica o justifica adecuadamente lo que ocurrió, por eso es incomprensible.

Un tal Jesús

            Vuelvo de Jerusalén en vísperas de Navidad. Nos han convocado para dialogar sobre la convivencia  en una tierra como Palestina donde las grandes religiones monoteístas -el judaísmo, el cristianismo y el islam- no han sabido vivir en paz. Un palestino explicaba que cualquier arreglo político pasaba por recuperar su casa, una casa que hace mucho tiempo fue destruida. Para ellos no hay más patria que el hogar, de ahí que siempre se sentirán refugiados mientras no recuperen lo que ya es irrecuperable. De nada valdrían unas conversaciones sobre la paz si no se pone como premisa del diálogo la casa... que ya no existe. Despojados pues de toda esperanza, sólo les cabe enfrentarse a la desesperada contra quienes consideran sus enemigos irreconciliables.

             Los representantes judíos exponían con dolor el proceso de radicalización imparable de sus propios correligionarios. Los gobiernos israelíes dependen del apoyo de los grupos ultraortodoxos y éstos cada vez son más intransigentes con propios y extraños. La causa de esa carrera hacia el abismo la veían estos analistas políticos  en algo tan espiritual como la ley que, para un judío, es algo muy serio. Decía el gran pensador judío ilustrado, Moses Mendelssohn que lo único revelado de la Biblia es la ley mosaica, esto es, las normas que regulan la vida personal y colectiva de los judíos. Cualquier otra afirmación bíblica sobre el origen del mundo o sobre la historia de la humanidad sólo vale, decía, en tanto en cuanto sea compatible con la razón. Por eso en todas las sinagogas se guarda con veneración el rollo de la ley dentro de una urna depositada en el lugar más noble.