"Que el Papa se retire es la
prueba de que el ministerio es temporal". De entre las reacciones al
anuncio de que Benedicto XVI lo deja, no hay, creo yo, ninguna que tenga el
alcance de la que acabo de citar, pronunciada por el teólogo alemán que en este
momento goza de mayor reconocimiento mundial: Johan Baptist Metz, de la edad de
Joseph Ratzinger, aunque muy alejado de él ideológicamente.
La temporalidad se lleva mal con la
religión monoteísta que es el cristianismo donde todo tiende a ser absoluto:
Dios es único; la salvación o la condena, eterna; el matrimonio, indisoluble;
las verdades dogmáticas, inmutables; la expulsión del paraíso, no tiene vuelta
de hoja. La temporalidad se lleva mal con esa religión porque lo que da a
entender es que el hombre es finito; su capacidad de comprensión, limitada; el
desempeño de los cargos o ministerios es por un tiempo. Naturalmente que un
creyente puede contraer compromisos de por vida pero siempre será un compromiso
que el tal creyente podrá revisar o confirmar según avance en la vida. Nos
condiciona el tiempo, es decir, las circunstancias que envuelven una decisión,
igual que nos condiciona el espacio, es decir, el lugar en el que hemos nacido
y/o vivimos.