Con la discreción que le caracterizó
en vida, Primo Levi llama, en el momento de su centenario -nació el 31 de julio
de 1919-, la atención en todo el mundo con un mensaje inquietante.
Levi es conocido mundialmente como
el gran testigo de la barbarie nazi. Otros supervivientes, como Imre Kertézs o
Elie Wiesel, fueron premios Nobel; los ha habido más famosos y mediáticos, como
Ana Frank, pero ningún testigo cuenta con la credibilidad de este judío de
origen sefardí nacido en Turín. Lo que cuenta es inapelable y nos lo cuenta sin
ira ni rencor, como un modesto testigo que expone ante el tribunal una experiencia
para que éste juzgue. Y “los jueces sois vosotros”, dice Levi al lector.
Lo que hace de Levi un testigo tan
actual es que nos pide a cada uno de nosotros que tomemos posición sobre hechos
que ocurrieron entonces pero que se pueden repetir. Auschwitz fue un
laboratorio de la condición humana donde detectó problemas y conductas que nos
acompañan como una sombra invisible.