17/12/20

La actualidad de Juan Goytisolo

             En sociología del conocimiento se habla de “acontemporáneo”, un extraño o forastero, que viene de lejos, espacial y temporalmente, pero cuya distancia le permite descifrar la actualidad con una agudeza de la que carecen los que ya están ahí.

             Goytisolo sería la encarnación de esa figura. Su distancia le va a permitir atacar el lenguaje en el que se ha incrustado como una segunda piel la impostura y así poder crear un lenguaje nuevo “con los materiales que él denuncia” según dice Vargas Llosa.

             Voy a ilustrar esta afirmación con algunos apuntes sobre Goytisolo recogidos en torno al tópico “cultura del sur”.

3/12/20

Sobre el origen de la igualdad y la responsabilidad que de ello se deriva

1. Rousseau, para explicar las injusticias y las miserias derivadas de la injusticia que caracterizan a las sociedades modernas, recurrió a la ficción de un estado natural.

            El recurso no era original. También lo vemos en Locke y Hobbes. La diferencia es que mientras éstos se lo tomaban como un estadio histórico de la humanidad, Rousseau sabía que era un supuesto imaginario. "Comencemos por descartar todos los hechos", decía en el célebre Discours sur l'inégalité. Los únicos hechos que le interesaban eran los de la sociedad de su tiempo. Y no los hechos al estado bruto sino los problemas políticos y morales que planteaban hechos tales como las desigualdades y sus secuelas. Eso es lo que recoge una de esas frases que definen la intención del Discours: "busco el derecho y la razón y no me peleo por los hechos"(1).

            El estado natural le va a permitir elaborar una serie de rasgos característicos del ser humano que al perderse en el camino de la constitución del estado o sociedad civil echarán luz sobre la profundidad de los problemas que plantea la sociedad moderna así como el sentido en el que deben dirigirse las soluciones. El objetivo del estado natural es la sociedad civil. Desde aquel horizonte se perciben con exactitud los problemas de legitimación que tiene el orden civil y se puede, por consiguiente, dar una respuesta adecuada.

22/11/20

El libro que Francisco recomendó a Pedro

            Del encuentro que el Papa Francisco mantuvo hace unas semanas con el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, saltó la noticia de que el Papa había recomendado al político español un libro escrito por un comunista judío titulado Sindrome 1933. Hablaban del peligro que encierran las ideas doctrinarias y, para conjurarlas, el Papa recomendaba este libro.

             1933 es el año en que Adolf Hitler “asalta el poder” y es nombrado Canciller. El libro se pregunta cómo fue posible que en el país más culto de Europa –en Alemania se vendían más periódicos que en Italia, Francia y Gran Bretaña juntos- llegara al poder, por vía democrática, un partido político de matones con un cabo desquiciado al frente.

25/10/20

La fraternidad, de Robespierre a Francisco

            Acaba de aparecer la última encíclica del Papa Francisco, Fratelli Tutti, un alegato a favor de la fraternidad como virtud política. La encíclica es un género literario de difícil ubicación: es un discurso cristiano, sí, pero dirigido a toda “persona de buena voluntad”. Puede conseguir, como en este caso, que irrite a creyentes conservadores y la aplaudan agnósticos aperturistas.

             No se puede decir que las encíclicas hayan cambiado el rumbo de la historia, entre otras razones porque los católicos no se sienten obligados a cambiar sus prácticas políticas o económicas por lo que diga el Papa, pero no han sido inútiles porque venían a reforzar determinados valores humanistas, también defendidos por otros líderes mundiales, religiosos o laicos, que han hecho camino. Pensemos en causas como la de los emigrantes, el hambre en el mundo, la pena de muerte o el recurso a la guerra. En estos temas la voz del Papa ha estado del lado bueno.

27/9/20

La nueva ley de memoria democrática, a examen

                 No han pasado en vano los trece años que van desde la primera ley de Memoria Histórica, en el 2007, y esta nueva cuyo proyecto acaba de ser aprobado por el consejo de ministros. Ha crecido en la sociedad el concepto de memoria y por eso en la nueva ley el Estado se encargará de oficio de abrir las fosas comunes, se declararán nulos juicios y sentencias que operaron sin garantías procesales y se rehabilitará el Valle de los Caídos.

                    Es el momento pues del debate público sobre lo grande y lo pequeño de la ley.

La memoria, una lectura moral del pasado

             La rodilla de un oficial de policía estadounidense clavada en el cuello de un negro, George Floyd, durante 8 minutos y 46 segundos, ha encendido una protesta a lo largo y ancho del planeta contra el maltrato racial. Lo que tiene de singular es que la indignación alcanza a la representación, es decir, a la memoria de ese pasado racial. Se protesta contra el abuso policial y, a partir de ahí, contra una cultura que ha sido tan cómplice y complaciente contra la discriminación racial. Tengamos en cuenta, por ejemplo, que la esclavitud ha estado justificada en Occidente desde Aristóteles, hace veinticinco siglos, hasta antesdeayer, sin olvidar la aquiescencia de las teologías y de la iglesia. En el convento de la Encarnación de Ávila, donde ingresó Teresa de Cepeda y Ahumada, las monjas ricas tenían en sus propias celdas esclavas que las atendían. Ha habido mucha complacencia con la trata de esclavos en el pasado, de ahí que la ola de indignación está tomando la forma de un terremoto iconoclasta que ataca todo monumento o acontecimiento emparentado con ese pasado.

             Se entiende por ejemplo que descendientes de esclavos no tengan que soportar estatuas dedicadas al famoso Colbert, el ministro del Luis XIV que redactó El Código Negro que legalizaba su expulsión de la condición humana, pero es que la furia iconoclasta está atacando a figuras como las de Bartolomé de las Casas o Junípero Serra por la sencilla razón de que fueron a Indias olvidando que ellos son parte fundamental de la historia de libertad de los negros.

12/9/20

La memoria peligrosa, en peligro*

            Después de que Todorov hablara de los “abusos de la memoria” se habló en Francia de “la memoria saturada” (Régine Robin) y luego, en USA,  de “adicción a la memoria”  (Ch Maier) y ahora, en Italia (D. Giglioli) y un poco por doquier, de la religiosización o incluso cristianización del deber de memoria, convertido en religión civil.  No son negacionistas ni autores alérgicos a la memoria de Auschwitz. Al contrario. Su crítica dirige los dardos contra la “cultura de la memoria” (C. Coquio), es decir, va contra el modo como hoy se expresan las víctimas, los expertos, las instituciones y hasta la opinión pública cuando hablan de la memoria de Auschwitz.

             Lo que critican, en primer lugar, es su reducción cultual. Hemos reducido la memoria a peregrinaciones, monumentos, museos o representaciones artísticas que no están mal. El problema de esta inflación o consumo memorialístico es dar al hecho de recordar un valor sacramental o performativo: como si bastara recordar sentimentalmente para que se produjeran los efectos transformadores de la memoria. Otra línea crítica se refiere a la desproporción entre las posibilidades de la memoria y lo que se espera de ella. No olvidemos que de la memoria de Auschwitz se espera que la barbarie no se repita, pero ¿puede acaso la frágil memoria hacer frente a las fuerzas telúricas que mueven la historia? No se puede decir que Auschwitz haya caído en el olvido y sin embargo los genocidios se han seguido produciendo en la ex-Yugoslavia, en África Central, en Camboya. Para que la historia no se repita habría que recurrir a estrategias políticas, militares, económicas, jurídicas y educativas mucho más contundentes. Otra línea crítica dispara contra lo que podríamos llamar sublimación o ideologización de todo lo que rodea a la memoria: convertimos a las víctimas en héroes; elevamos la autoridad del sufrimiento a negación de toda crítica; fomentamos la competencia entre víctimas; extendemos el manto de la culpa a todo aquel que no empatice con la víctima con lo que conseguimos no que las cosas cambien sino que seamos más los que suframos. Por no hablar de la utilización comunitarista o nacionalista de la memoria que abona el terreno al odio o al resentimiento.

27/8/20

Los refugiados, clave de nuestro tiempo

            La migración es considerada el gran problema político de nuestro tiempo. El mundo globalizado ha roto las costuras del Estado, la figura sobre la que se había construido el mundo desde la Paz de Westfalia, sin olvidar, por otro lado, que esta globalización, lejos de igualar, fomenta la desigualdad y la violencia hasta el punto de obligar a sus víctimas a huir buscando refugio en países menos castigados o más prósperos.

             Los refugiados serán nuestro mayor problema pero no es de hoy. Viene de atrás. Y desde ese pasado reciente se nos mandaron potentes mensajes, avisando de su peligrosidad, que no nos hemos tomado en serio.

24/8/20

La hora de las formas

            El Homenaje de Estado a las víctimas de la pandemia que tuvo lugar el pasado 16 de julio en el Palacio Real de Madrid ha sido visto por todos como un gran acierto. En una ceremonia sobria y ajustada se consiguió lo que persigue un rito funerario: honrar a las víctimas, convocar a todos y, como decía Hernando Calleja, “simbolizar la despedida que fue imposible en el momento de sus muertes”. El ritual satisfizo a todos o, mejor, dicho, a casi todos porque faltaron algunos alegando unos, como Vox, que los ritos funerarios en España, aunque sean de Estado, sólo pueden ser católicos, y, otros, como los republicanos catalanes, que eran poco laicos.

22/7/20

Herrados "con el hierro de nuestra marca"


            "Quitad vuestra rodilla de nuestros cuellos" es el grito dolorido de una generación de negros que quieren respirar y no pueden porque ha habido manos y pies que durante muchos siglos les han han asfixiado reduciendo su talento a manos que encestan canastas, a pies que rompen marcas o a gargantas que trasforman sus historias en cantos conmovedores. La rodilla de un oficial de policía clavada en el cuello de George Floyd durante 8 minutos y 46 segundos, al tiempo que apagaba una vida encendía una protesta contra la desigualdad racial que alcanza a todo el mundo.

             Porque el racismo subsiste. Se habla de cuatrocientos años de fobia a la negritud, a los que habría que sumar unos dos milenios de culto a la esclavitud que es la forma que nuestra civilización ha reservado a los negros. Si la muerte de George Floyd ha sido posible es porque ha habido otros muchos asesinatos de negros a manos de policías que han quedado impunes porque expresaban bien el sentir de la mayoría blanca del país. Y eso ha sido así porque venimos de una larga tradición en la que hasta las mentes más iluminadas, como la de Aristóteles, entendían que había seres humanos que nacían para ser libres y otros, para esclavos.

12/7/20

Los emigrantes, vanguardia de los pueblos


1.Refugiados, desplazados, emigrantes, exiliados son expresiones, entre otras, de un fenómeno global que no es otro que el de la migración. No son sinónimos pues cada uno tiene su especificidad. Si el uno pone el acento en la huida del propio país porque en él peligra su vida, el otro acentúa le miseria económica de la que huye en busca de una existencia mejor. Todos esos términos tienen en común, en cualquier caso, la experiencia que hace veinticinco siglos recogía Eurípides cuando decía “No hay mayor tristeza que perder el lugar donde uno ha nacido”, equivalente al Salmo 137 de los judíos que dice emocionadamente “sentados en la ribera de los ríos de Babilonia, llorábamos al acordarnos de Sión, las cítaras colgadas de los álamos. Nos decían nuestros carceleros ‘cantadnos un cántico de Sión’, pero ¿cómo podemos cantar un canto de Yahvé en una tierra extraña?” Esos desplazamientos no son viajes de placer sino obligados por las circunstancias.

            Lo singular de estas experiencias de desplazamiento es que ponen en evidencia las estructuras de convivencia, es decir, las fórmulas políticas de asentamiento que la humanidad se ha inventado para ocupar el planeta.

5/7/20

La reconciliación, objetivo de la memoria


1. Solemos decir de la memoria que abre heridas, de ahí la invitación a olvidar si queremos vivir en paz. Este modo de pensar no es sólo un dicho de la sabiduría popular sino también un principio político que se ha aplicado frecuentemente en transiciones de períodos violentos (dictaduras o guerras) a otros más pacíficos o democráticos. El caso de la transición política española es un ejemplo más de esta tónica política.

            La verdad es que hoy esta manera de pensar y de actuar no es tan indiscutible como ayer. Hay conciencia de que olvidando se cierra la herida en falso de ahí que la paz consiguiente más parece a una tregua entre dos conflictos que una superación real del conflicto. Poco a poco se ha ido abriendo entre nosotros el convencimiento de que sin memoria no hay paz de suerte que sólo, en casos de experiencias políticas traumáticas, un proceso anamnético puede alumbrar una sociedad reconciliada.

24/6/20

A la memoria de los sin-nombre


            Hace unos días moría el autor de El abrazo, un cuadro de Juan Genovés que representa a gente abrazándose pero sin rostro. La energía casi animal que se desprende de la pintura viene de las caras anónimas que, pese a su inexpresividad facial, transmiten una fuerza solidaria imparable. El cuadro, tras muchos tumbos, acabó en el Palacio del Congreso de Madrid, para simbolizar la reconciliación que supuso la transición política española. Puede valer para ese propósito, pero a condición de que no se ensombrezca la inquietante fuerza que desprenden las caras inexpresivas. El cuadro desasosiega más que apacigua.

            No es frecuente detenerse ante los sin-nombre o sin-rostro. Y es que, como decía el malogrado pensador judío, Walter Benjamin, “es más difícil honrar la memoria de los sin-nombre que la de los famosos”. Los ojos se nos van tras los famosos. Celebramos sus triunfos como si fueran nuestros y eso es un error, además de una injusticia. El dramaturgo alemán, Bertold Brecht, se pregunta indignado, quien construyó Tebas o quien reedificó esa Babilonia tantas veces destruida o quien levantó los arcos de triunfo de la gran Roma. No fueron los reyes ni los generales. Ellos no arrastraron las piedras, ni cocinaron, ni corrieron con los gastos, ni lloraron a los  muertos. Fueron los sin-nombre. Los que mandan no ponen ni los soldados, ni los albañiles, ni los remeros o pilotos. Tampoco los muertos, por eso no los lloran.

21/6/20

Entrevista en la revista VALORS. Filosofia de l’actualitat (valors.org)


1. ¿En qué momento de la histórica debemos hallar el origen la corrección política?

Respuesta: La expresión “Political Correctness” está datada. Aparece a principios de los 80 en USA para denunciar la pretensión hegemónica de la revolución conservadora que quería entronizar al neoliberalismo como el fin de la historia. Pero, anécdotas aparte, lo políticamente correcto siempre ha existido, con otros nombres. Nietzsche, por ejemplo, hablaba del aidos, definida como “la emoción o el terror de ofender a los dioses, a los hombres y a las leyes eternas”. ¿Sinónimos?: el “qué dirán”, la doxa, las reglas para triunfar. Siempre ha existido un estereotipo sociocultural impuesto por la mayoría que constreñía la conducta de los demás

2. Generalmente, ¿en el pensamiento políticamente correcto se tienen más en cuenta las emociones que la razón y la lógica?

Repuesta: El recurso a las emociones es fundamental para neutralizar la racionalidad crítica. Christiane Rochefort, la autora de la exitosa novela El reposo del guerrero cuenta que se quedó sin público cuando decidió escribir no para dar gusto sino para dar que pensar. Pero el pensamiento políticamente correcto no es ingenuo. Tiene una estrategia teórica, basada en el cálculo o en lo que los filósofos llaman la razón instrumental. A Teresa de Ávila, por ejemplo, la querían hacer, tras su muerte, santa y doctora. Pues bien para lograrlo tuvieron que fabricarla una biografía al gusto barroco de lo que se llevaba, por eso desapareció de su vida todo lo inconveniente. No había ni rastro de su sangre judía para que pudiera ser celebrada como “la santa de la raza”.

15/5/20

El precio de la normalización(1)


            1. La frase del abulense Jorge de Santayana –“los que no recuerdan su pasado están condenados a  repetirle”-  que de tanto repetirla nos parece indiscutible, es todo menos evidente y lo que sí es, desde luego, es una novedad. Lo que se lleva en la teoría y en la práctica es lo que decía Nietzsche, “que para vivir hay que olvidar”. Europa, cuna de la filosofía, está dominada por una cultura donde lo que importa es el presente. La construcción de un sujeto autónomo que controle su destino, tan caro a la filosofía, necesita desprenderse de toda coacción exterior a su libertad, llámese Dios, naturaleza o historia.

Eso no significa que el presente y quienes le gestionan se desentiendan del pasado. Al contrario. Con él han amasado unas “políticas de la memoria” que dice mucho de su importancia siempre, eso sí, que esté al servicio del presente. Nadie expresa mejor esta necesidad de instrumentalizar el pasado que Ernest Renan, el autor de La Nation, santo y seña del nacionalismo, cuando dice que la piedra sobre la que aquélla se construye no es tanto compartir recuerdos cuanto olvidos. Los recuerdos pueden venir sin esfuerzo; estos olvidos, en cambio, tienen que ser provocados.

29/4/20

Patentar la cuarentena


Religión Digital me invita a una valoración de la Iglesia católica en la pandemia. No parece aventurado afirmar que esta institución se ha visto sorprendida, como cualquier otra, por la catástrofe sobrevenida, de ahí que tenga que revisar no sólo su funcionamiento sino también sus prioridades.

1 - Un test sobre nuestra humanidad

            Quisiera, sin embargo, fijarme en algo previo. No tanto en cómo la pandemia condicione el ser y el estar de la Iglesia en el mundo, cuanto en lo que pueda condicionar el cristianismo a la pandemia, es decir, en lo que pueda decir la cultura cristiana a las preguntas que está planteando esta colosal epidemia. Porque estamos ante una de esas experiencias históricas mayores que cuestionan las verdades establecidas. El científico Eudild Carbonell, codirector de los yacimientos arqueológicos de Atapuerca, habla de uno de esos raros momentos de la historia que “ponen en peligro la especie”. El Presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, decía que estamos ante un “test sobre nuestra humanidad”. Y el Papa Francisco pide “un plan para resucitar” porque lo que está en peligro es la vida. Son todas palabras mayores, como si estuviéramos inmersos de verdad en una catástrofe humanitaria, confusamente predicha en los últimos años por quienes denunciaban las amenazas que suponían los ataques a la naturaleza o el desarrollo armamentístico. Esas negras profecías se han cumplido pero por obra y gracia de un minúsculo virus que ha puesto en jaque el poderío del desarrollo civilizatorio. Pero, de nuevo, los distintos “avisadores del fuego” se han visto desbordados por la dimensión de la catástrofe y también por cómo se ha producido.

27/4/20

Del antisemitismo a la extrema derecha


            El antisemitismo está en alza. Nueve de cada diez judíos europeos se sienten amenazados. Y ese sentimiento se corresponde con hechos antisemitas de los que la prensa da puntual información: si un día la noticia llega de Burdeos donde han profanado un cementerio hebreo, el otro lo es de un asesinato a las puertas de una sinagoga en Alemania. Crecen exponencialmente el discurso y los actos antisemitas.

            Hay que reconocer enseguida que el antisemitismo se multiplica a menor ritmo que la xenofobia contra musulmanes o emigrantes. Si los atentados antijudíos han aumentado en un año un 20%, los de la extrema derecha, en Europa y Norteamérica, un 32%.

            Ahora bien, si en Europa nos alarma tanto el antisemitismo es porque llueve sobre mojado. El odio al extranjero reviste normalmente la forma de desprecio o marginación. El odio al judío, sin embargo, la de exterminio. Esa memoria enciende las alarmas cuando oímos, por ejemplo, que el gobierno alemán aconseja a los judíos que disimulen su atuendo porque están en peligro.

23/4/20

“Apocalipsis de lo humano. Tiempo de salvación”


1. Para poder hablar “del hombre que viene” conviene no perder de vista el hombre que hemos querido ser. Ese ser humano viene de lejos y se ha ido construyendo al hilo de la pregunta “Si esto es un hombre”, es decir, al hilo de la pregunta que surgía una y otra vez de la situación real del hombre. Esa pregunta da, ciertamente, título al libro de memorias de Primo Levi, pero coincide también con la que un fraile dominico, Antón Montesinos, se hizo en La Española al denunciar proféticamente, un cuarto domingo de Adviento de 1511, los atropellos de los conquistadores para con los indígenas –“¿Éstos, acaso no son hombres?”. Y es la también la del “servidor doliente” del Segundo Isaías. Hubo una respuesta a esta pregunta, la que dio Pilatos, cuando, mostrando a ese ser de dolores que era un Jesús martirizado, sentenció “Éste es el hombre”. Un filósofo francés, Jean Luc Nancy, ha denominado esta singular investigación sobre el hombre de ecceitas. Digo que es una antropología singular porque se hace en torno al sufrimiento real del hombre que si, por un lado, cuestiona la humanidad de los que causan sufrimiento, apunta como respuesta a la inhumanidad de los ofensores, el sufrimiento del ofendido.

            Lo que me interesa señalar desde el principio es que este hilo parece haberse roto. La violencia del ofensor no plantea preguntas así como tampoco el sufrimiento del inocente. Consecuentemente se ha decretado la muerte del hombre.

10/4/20

En qué estábamos pensando


            “Las pestes y las guerras nos pillan siempre de improviso. ¿Cómo vamos a considerar reales esas plagas que borran el futuro, nos encierran y obligan a hablar a solas?” Esto dice uno de los personajes de La Peste, la novela de 1946 que encumbró a Camus y le llevó al Premio Nobel de Literatura.

            Pandemia o peste, eso nunca está en la agenda de los políticos que trabajan siempre con lo previsible. Pero se cuelan en la vida real y nos desorientan hasta el punto de que, para recuperar el norte, hay que recurrir a los artistas que, como decía Kafka, “dan la hora por adelantado”, es decir, son capaces con su genio de anticipar lo que todavía no existe.

28/3/20

“La biblioteca de Reyes Mate”


            El Ciervo me propone abrir las puertas de mi biblioteca para recorrerla con los lectores. Es un mal momento porque las bibliotecas son cuerpos vivos que nacen, se forman y mueren sea porque se desintegran o porque mutan en células de otros cuerpos vivos. La mía se encuentra en cajas a punto de viajar. Lo que puedo contar es lo que hay en esas cajas. Hay muchos libros, miles, de libros leídos y otros, no, que sé que no leeré. Representan las etapas por las que he pasado y que espero haberme incorporado. No me pueden acompañar porque se muere solo pero son libros llenos de vida que pueden animar a otros como lo han hecho conmigo, por eso estoy preocupado en buscarles un hábitat en donde sobrevivan.

25/3/20

AFORISMOS (Diciembre 2019)


1. El perdón es de lo imperdonable.

2. Matar por defender una idea no es defender un ideal sino cometer un crimen.

3. Auschwitz es una fábrica de muerte donde no hay posibilidad de morir, sólo de ser muerto.

4. Esperanza es poder dejar de mirar el pasado en la hora de la muerte.

5. La luz que me ve es la luz que yo creo (de crear).

18/3/20

Políticas de campanario

            La declaración del alcalde de León, pidiendo "una mesa de diálogo" para negociar la secesión leonesa, ha encontrado eco inmediato en los socialistas berzianos que piden el reconocimiento del Bierzo como una provincia más. Con la misma lógica, ¿cómo no recordar al barrio rico de Milán cuando pidió a la Liga Norte, partidaria de la secesión de la Italia del Norte (Padania) que, puestos a ejercer el soberanismo, ellos también querían escindirse de Padania, porque no querían que sus impuestos salieran del barrio?

            Ante este tipo de declaraciones podemos tomarlas como ocurrencias de políticos en busca de prestigio a bajo coste o como síntomas de un modo preocupante y generalizado de entender la política.

10/3/20

Un maestro discreto que deja huellas


             Decía José Jiménez Lozano que él escribía ut luceat et ardeat, es decir, para que la escritura brillara con toda su hermosura y perturbara a sus lectores y quemara a quien se le acercara, quedando el autor al margen, como los maestros pintores de las iglesias románicas.

          Y así ha sido a lo largo de su vida. De su pluma han salido libros de una hermosura inquietante, como Sara de Ur o El Mudejarillo, o libros de ensayo magistrales como Los Cementerios Civiles o biografías como la dedicada a Fray Luis de León que parece escrita al dictado de una conversación tenida con el maestro salmantino.

18/2/20

El nombre del crimen innombrable (*)


            Crimen de guerra, crimen contra la humanidad y genocidio son tres figuras jurídicas que usamos indistintamente para calificar grandes crímenes, por ejemplo Auschwitz, pero que no son intercambiables. El Tribunal de Nürenberg condenó a los dirigentes nazis por crímenes de guerra pero no por perpetrar un genocidio.

            A los jueces les desconcertaba este neologismo, genocidio, que acababa de entrar en escena de la mano de un jurista lituano, el judío Raphael Lemkin, que venía huyendo de la persecución nazi. Había visto con sus propios ojos que el proyecto nazi de destrucción de los judíos europeos era algo distinto al crimen de guerra porque iba contra no beligerantes y tenía el claro propósito de destrucción de todo un pueblo. Se parecía al asesinato en masa de los armenios en Turquía, y él no quería que el crimen nazis corriera la misma suerte que el turco porque, como decía Hitler "¿quién habla hoy del exterminio armenio?". Todo estaba olvidado.

17/2/20

En Auschwitz llamaban al látigo "el traductor"


            En aquella Babel que era cada campo nazi de exterminio, con judíos provenientes de todos los rincones de Europa, llamaban al látigo el traductor. Era la forma que tenían los alemanes para darse a entender. Y que nadie preguntara qué pasaba o por qué ancianos y niños habían sido arrancados de la rutina diaria para ser deportados al infierno. “Aquí, se les decía, no se pregunta”. Lo primero que vivían los deportados era la suspensión del lenguaje. No había nada que decir, por parte de los verdugos, ni nada que preguntar, por parte de las víctimas.

17/1/20

La hospitalidad de la lengua


            En el amable contraste de pareceres que han oficiado en este periódico Miquel Iceta y Joan y Tardà se han deslizado expresiones, a propósito de la inmersión lingüística del catalán, tales como “lengua propia” o “lengua común”. Si fueran inocentes equivalentes de la “lengua que se habla” no tendrían mayor importancia, pero que si se las toma en su literalidad producen perplejidad porque pasaríamos de lo descriptivo a lo normativo. Habría entones que preguntarse si existe una lengua propia o natural o de la comunidad.

            A esta pregunta filosófica responden filósofos del lenguaje como Levinas o Derrida que no existe algo así como una “lengua propia”. Bien es verdad que todos tenemos una lengua. En la pequeña casa que es el mundo en el que cada cual nace hay una lengua que nos espera y que se nos trasmite. Podemos decir que esa lengua es la de uno pero difícilmente podremos decir que es una lengua propia. Esa lengua, en efecto, ya estaba allí antes de que la habláramos. Y siempre nos es dada.

            Si nos apropiamos de ella, traicionamos el sentido originario de toda lengua y que no es otro que el de la hospitalidad. Somos huéspedes de la lengua que hablamos. Un huésped ni se apropia de la casa ni puede olvidar que está de paso. Puede, en efecto, buscarse otra posada y hablar otras lenguas. Las lenguas, que son estrategias de entendimiento, invitan al plurilingüismo y a la traducción.

            Sería contradictorio defender una lengua para separarla de otra. Esto ha ocurrido ciertamente pero no en nombre de lengua alguna sino del poder político que utiliza el lenguaje en provecho propio. Recordemos lo que respondió Nebrija a la reina Isabel de Castilla, cuando aquél le presentó la primera gramática en castellano: “señora -le dijo a la reina castellana que no sabía qué beneficio podía sacar de una lengua que ella ya hablaba- la lengua acompaña al imperio”. La conquista se llevó a cabo con las armas y con la lengua. Esta lección política volvió a tener otro momento de esplendor en tiempos del romanticismo cuando las élites conservadoras temblaron ante el proyecto napoleónico de conformar una Europa en base a los ideales revolucionarios. De nuevo la política echó mano de la lengua para erigirla en piedra angular de un “nuevo” orden político que era el de siempre. Uno de los guías espirituales de ese movimiento romántico (la traducción española de romanticismo es tradicionalismo) era el filósofo Gottfried Herder, referencia obligada, según Jordi Pujol, del nacionalismo catalán. A la tríada revolucionaria de libertad-igualdad-fraternidad oponía él su propia fórmula compuesta de sangre-tierra-religión y lengua. De esta guisa el lenguaje perdía su potencial comunicativo en provecho de intereses políticos conservadores.

            Los constructores de la Torre de Babel fracasaron en un intento de asaltar los cielos porque eran “de un mismo lenguaje e idénticas palabras”, leemos en la Biblia. Gracias a ese afortunado incidente la humanidad descubrió la pluralidad de lenguas. Dice Dante que las distintas lenguas surgidas de Babel no fueron “la raíz de las identidades nacionales” sino la condición necesaria para que surgieran la pluralidad y singularidad de pensamientos y sentimientos.

            Hablamos para entendernos en su doble sentido de hacernos comprensibles y de lograr entendimiento. La política descubrió que la lengua, además de esas funciones humanitarias, es una fuente de poder. Cuando la política se impone a la lengua, no es precisamente porque la ame.

Reyes Mate (El Periódico de Catalunya, 30 de diciembre 2019)

8/1/20

La miseria de las grandes verdades


            El peligro de los derrotados es idealizar la causa por la que combatieron. Ha ocurrido en España con los republicanos. Un film como el de Alejandro Amenábar, “Mientras dure la guerra”, donde aparecen los claroscuros de la II República Española, contribuye  a matizar las imágenes del pasado y a rebajar las idealizaciones. Que muchos de los intelectuales que trajeron la República se distanciaran de ella, por sus errores y torpezas, debería dar que pensar.

            Otro tanto está ocurriendo en el bando opuesto. El franquismo se aplicó en demonizar personas, además de perseguir ideas, sin razón alguna. Una de ellas es Manuel Azaña, el que fuera Presidente de la República.

El Valle de los Caídos, un lugar de la memoria


            La exhumación de Franco ha llenado de titulares los informativos, los periódicos y las conversaciones. Y, ahora ¿qué? Había que sacar a Franco efectivamente de la Basílica del Valle de los Caídos por dos razones. La primera, que él construyó ese monumento funerario, de acuerdo con el decreto fundacional, para “los héroes y mártires de la Guerra de Liberación que hubieran muerto entre el 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939”. Y él murió en la cama cuarenta años después. La segunda, que su biografía no es, desde el punto de vista democrático, ni memorable ni ejemplar, sino un impedimento para la convivencia, ya que él simboliza la guerra y la violencia sobre el orden legítimo.

            Bien, pero una vez Franco fuera ¿qué hacer con el Valle de los Caídos? La comisión de expertos, de la que formé parte, podría servir de guía. El mandato que se nos dio fue “hacer propuestas positivas para transformar el Valle en un lugar de memorias compartidas que ayudaran a la convivencia”. Es decir, se nos pedía convertir Cuelgamuros en un lugar de la memoria.