Crimen de guerra, crimen contra la
humanidad y genocidio son tres figuras jurídicas que usamos indistintamente
para calificar grandes crímenes, por ejemplo Auschwitz, pero que no son
intercambiables. El Tribunal de Nürenberg condenó a los dirigentes nazis por crímenes
de guerra pero no por perpetrar un genocidio.
A los jueces les desconcertaba este
neologismo, genocidio, que acababa de entrar en escena de la mano de un jurista
lituano, el judío Raphael Lemkin, que venía huyendo de la persecución nazi.
Había visto con sus propios ojos que el proyecto nazi de destrucción de los
judíos europeos era algo distinto al crimen de guerra porque iba contra no
beligerantes y tenía el claro propósito de destrucción de todo un pueblo. Se
parecía al asesinato en masa de los armenios en Turquía, y él no quería que el
crimen nazis corriera la misma suerte que el turco porque, como decía Hitler
"¿quién habla hoy del exterminio armenio?". Todo estaba olvidado.