13/7/18

La Isla de Pascua


            Fue en el pasado un lugar paradisíaco. Cuando llegaron los primeros navegantes europeos, en el año 1792, se encontraron, sin embargo, con una tierra desertizada, unos pocos humanos hambrientos y, además, entregados al canibalismo. ¿Cómo se pudo pasar del paraíso al infierno? Por el pillaje a la naturaleza. Sus habitantes pensaron que los recursos eran inagotables y que todo estaba a su disposición. Cortaron árboles, huyó la lluvia y no hubo cosechas. Al final, cuando la vida se hizo imposible en la isla, no disponían de un mal árbol con el que fabricar una canoa y poder huir. Sólo quedaban en pie esas 397 estatuas gigantes, los moáis, testigos impotentes de la tragedia.

            La isla de Pascua es la metáfora de nuestro tiempo. Nos comportamos y equivocamos como ellos al pensar que los recursos naturales son infinitos. Pero el gran error consistió en vivir como si no hubiera mañana, como si la generación presente fuera la única y tuviera el derecho a usar y abusar del planeta. El Presidente estadounidense, Jefferson, dijo algo que nos define: “la tierra pertenece a la generación actual”. Hay que reconocer que tuvo frases más afortunadas.

Elogio del maestro


Allí el maestro un día
Soñaba un nuevo florecer de España
(Antonio Machado)

             El gran escritor ruso, Fiodor Dostoievski, dejó escrito algo que nos interesa rescatar hoy. Refiriéndose a los ricachones de su tiempo que pensaban que todo se podía comprar con dinero, decía:  "con el dinero Vds. pueden construir escuelas pero no comprar profesores. El maestro, un maestro nacional, de pueblo, es fruto de una labor de siglos, se apoya en la tradición, en su gran experiencia y eso no se improvisa” Y proseguía así: "Hombres, hombres: eso es lo principal. Los hombres son más preciados que el dinero, Son el fruto de una labor de siglos y para eso se necesita tiempo”.

            Dice Dostoievski que con dinero se pueden construir escuelas y universidades; incluso contratar a los mejores profesores del extranjero. Lo que no puede hacer el dinero es improvisar un maestro de escuela porque éste nace del mismo suelo que sus alumnos. Conoce su vida, sus costumbres, comparte sus deseos y esperanzas, sabe de sus debilidades y de sus fortalezas. Eso que no se enseña en ninguna universidad si no es en la de la vida, eso no la da el dinero, sino el tiempo.