1. En la invitación que se me cursó para intervenir
en este congreso se me proponía reflexionar, por un lado, sobre el peso del
pasado luctuoso (autoritario, terrorista, dictatorial) en los procesos de
transición a la democracia, sin perder de vista, por otro, el cómo debería enfrentarse el presente a ese pasado (qué tipo de justicia, por
ejemplo). Estaríamos así ante un doble desafío - condicionamiento del pasado
sobre el presente y responsabilidad del presente respecto al pasado- que, debidamente resuelto, podría conformar
un tipo de democracia cualitativamente superior a la que se lleva. En una
palabra se me pedía reflexionar sobre la pregunta del pasado y la respuesta del
presente.
No se me ocurrió en un primer momento otra respuesta
a los organizadores que ofrecerles un titular, un título de mi intervención, a
saber, “la memoria, otra forma de construir la historia”. La reacción por parte
de la organización sonaba a aviso. Se me invitaba elegantemente a revisar el
título argumentando que el debate existente en Argentina sobre la relación
entre memoria e historia hacía de la memoria un terreno minado. Creía entender que poner por delante el
concepto de memoria en una problemática de claros contornos históricos, como es
el de los temas que conforman este congreso, podría dificultar la respuesta a
esos desafíos.