29/12/22

Tragedia y Perdón

            El contexto de este coloquio sobre “tragedia y perdón” es la representación de Electra, la tragedia de Sófocles. En ella el tema dominante es la venganza como justicia. Y nosotros además queremos poner sobre la mesa el tema del perdón. Tenemos, pues, que enfrentarnos al triple desafío que representan la venganza, la justicia y el perdón.

            1. El centro de esta tragedia, Electra,  es un mito, el mito de Electra. Retengamos esto: el tema de la tragedia es un mito antiguo que no se inventa Sófocles sino que ya lo encontramos en Homero, quien a su vez lo ha oído de sus antepasados. Lo interesante de este relato es que es contado en una función teatral. Eso tiene mucha miga porque el teatro es una novedad de aquel tiempo, lo que quiere decir es que hubo un tiempo en el que el mito se contaba de otra manera, en otro contexto.

Lo que había antes del teatro era un ritual, unas ceremonias que evocaban este mito pero en el seno de las cuales el mito tenía una significación fuerte. Para los allí presentes era como si lo narrado hubiera ocurrido de verdad; más aún, como si estuviera ocurriendo ante ellos y en ellos.

13/12/22

Walter Benjamin, un referente para entender nuestro tiempo

           Pensaba poéticamente sin que hubiera escrito un poema; sabía de todo pero no era un erudito, ni era filólogo pese a que era un consumado intérprete de textos; aunque quiso ser recordado como crítico literario, son los filósofos los que hablan de él, así describía Hanna Arendt a su pariente Walter Benjamin, cuando supo de su suicidio. Captó bien la personalidad intelectual de un pensador inclasificable, convertido en referencia obligada para entender nuestro tiempo.

             Se le sitúa en los márgenes de la Teoría Crítica, un potente movimiento cultural de hace un siglo, puesto en marcha por pensadores judíos, con el doble propósito de rejuvenecer el marxismo y fortalecer la lucha contra el fascismo. Que fuera impulsado por judíos merece una explicación. Nace al calor del desastre que supuso la I Guerra Mundial, vista por los contemporáneos como el fracaso del proyecto ilustrado europeo: en vez de razón, barbarie y en lugar de universalidad, nacionalismos. Sólo quedaban abiertos dos caminos: o abandonarse al nihilismo o repensar el proyecto ilustrado. La Teoría Crítica optó por lo segundo. Se llamaban “dialécticos” de la Ilustración porque confiaban en la razón pero a condición de pensarla de nuevo: para recargar de sabiduría a la razón que venía de Atenas había que dirigir la mirada hacia Jerusalem.

             Había nacido en Berlín, en 1892, y moriría en un pueblo catalán, Portbou, con 48 años, huyendo de la Gestapo. Mientras sus amigos se exiliaban de la Alemania nazi para salvar la vida, él aguantó hasta el último momento porque quería mirar cara a cara al fascismo para robarle su secreto y así combatirle eficazmente. Se suicidó en 1940, dos años antes de que se abrieran las cámaras de gas, aunque tuvo tiempo para adelantar lo que se avecinaba, a saber, que el campo o Lager sería la solución política para el disidente o, sencillamente, diferente, y el crimen un arma política normalizada. Fue un auténtico “avisador del fuego”.

4/12/22

De cristianos y comunistas

            Un juzgado suspende la impresión de un sello de correos que conmemoraba el centenario del Partido Comunista de España a instancias de una asociación de Abogados Cristianos. La demanda, recién desestimada, ha dejado, sin embargo, perplejos a muchos ciudadanos españoles de una cierta edad, aunque no sean comunistas.

             Sabido es que hubo un tiempo en el que el comunismo y la Iglesia Católica se llevaban mal. Basta echar un vistazo a los escritos de Lenin, en un caso, y a los anatemas del Primer Concilio Vaticano, en el otro. Quien supo sacar partido de ese enfrentamiento fue la dictadura franquista que se presentó como adicta a la Iglesia y declaradamente anticomunista. Según cuentan en sus memorias, tanto Churchill como Roosevelt fue su anticomunismo lo que salvó a Franco de que su España hubiera acabada derrocada como la Italia fascista y la Alemania nazi. Para la guerra fría que entonces se iniciaba les iba mejor una España anticomunista que una República con comunistas.

27/11/22

El poder de la justicia y la impotencia del ciudadano

El poder de la justicia y la impotencia del ciudadano

             Un buen día Josef K se despertó con la desagradable sorpresa de que su dormitorio se había convertido en una sala judicial. La vuelta a la realidad, después del sueño, significaba vivir la vida como un inacabable proceso donde lo que menos importaba era substanciar si era culpable o inocente. Lo importante es que K sintiera que su vida no dependía de él porque estaba al albur del tribunal.

22/11/22

Kafka en un juzgado de Gijón

             Un día de la pasada primavera me desperté culpable. El cartero me entregó un sobre certificado del Juzgado de Instrucción Nº 4 de Gijón que escondía en su interior una sentencia, firmada por su titular, en la que se me condenaba por haber robado en el mes de octubre del año 2021 el móvil de una menor, en una discoteca de Gijón, a altas horas de la madrugada.

             Para alguien, como yo, domiciliado en Madrid, que no pisaba Gijón desde hacía cuatro años, y tampoco una discoteca desde otros muchos más, la sentencia condenatoria me sumió en una perplejidad no ayuna de curiosidad porque ¿cómo la Magistrado Juez había podido llegar a esa conclusión? No hace mucho detuvieron a un respetable ciudadano porque el nombre y dos apellidos coincidían con los de un delincuente. Aquí no había malentendidos. Como me dijo una vez José Saramago “nadie se llama Reyes Mate”.

13/11/22

Pensar en español en tiempos de globalización*

            Preguntarse si se puede pensar en español o en qué consiste, es una rareza. A un alemán no se le ocurriría hacerse la pregunta porque da por sentado que un alemán piensa y que, cuando piensa, es para todo el mundo. Uno de ellos, Martin Heidegger, escribió un célebre artículo, titulado “¿Qué significa pensar?” No añadió la coletilla “en alemán” porque él bien sabía que el alemán, cuando piensa, es para todos, como si la racionalidad fuera alemana.

             Para los hispanohablantes la cosa es muy diferente. Tenemos que preguntarnos si se puede pensar en español, porque hay dudas, motivadas por opiniones externas y, otras que alimentamos nosotros mismos.

             Empecemos por las primeras. Este mismo Heidegger dejó dicho en una entrevista que publicó póstumamente Der Spiegel, que “pensar, pensar, sólo en griego o en alemán”. Este chauvismo no era cosa exclusiva suya sino que venía de lejos. El gran Hegel ya había decretado que lo más preclaro de la inteligencia mundial era centroeuropeo, es decir, añadía, “germánico y protestante”. De un plumazo colocaba a las culturas sureñas, como la española, fuera del mapa, en el margen. Nosotros éramos, en su jerga, “semitas” pero no “arios”. Los latinoamericanos salían peor parados pues de ellos decía que “tenían geografía pero no historia”, es decir, estaban más cerca del momento animal que del racional o, dicho de otra manera, eran más una expresión de la naturaleza que de un proyecto humano. Es recomendable para quien quiera profundizar en este punto leer el texto de Ortega y Gasset, “Hegel y América”, donde el pensador del Manzanares saca los colores al atropello ideológico que perpetra el pensador alemán.

6/11/22

Educar en la televisión, empresa heroica

             La tele no parece muy recomendable para quien quiera educarse. Puede divertir y, hasta cierto punto, informar, pero no parece que la educación sea uno de sus fuertes. Por eso resulta sorprendente que haya un programa educativo, La Aventura del Saber, que ha podido celebrar su treinta aniversario. No es concurso sino una conversación, de ahí su mérito. La sorpresa que suscita su longevidad se explica porque damos por inevitable que la tele es la caja tonta que sirve de publicidad a los políticos y que busca audiencia aunque sea, como dice el crítico televisivo, Ferran Monegal, haciendo picadillo las intimidades de los que se presten por un puñado de dólares.

             Hace unos días la viñeta de El Roto presentaba a un hombre frente al televisor con este rótulo: “No nos interesa que no creas lo que ves. Lo que cuenta es que nos veas”. El mensaje está claro. Si te pones delante del televisor, acabarás pensando como diga el televisor. Si decimos, con razón, que la nuestra es la civilización de la imagen es porque ella nos moldea. Si nos fijamos bien en el texto de la viñeta, no pone el acento en el aspecto económico (“acabarás comprando lo que te presentamos”) sino en el intelectual: “acabarás creyéndote lo que nosotros queramos”.

14/10/22

Nadal, déjalo ya

             Hace unas semanas Rafael Nadal recogió sus bártulos de jugar a tenis y nos dijo adiós. “Necesito”, dijo, “volver a casa. Tengo cosas mucho más importantes que el tenis que atender”. El hombre que durante años nos ha acompañado hasta en la intimidad con una raqueta de tenis, se iba del US Open porque tenía cosas que hacer mucho más importantes que dar raquetazos a una bola.

             A todo el mundo le ha ocurrido esto de abandonar un partido de fútbol con los amigos porque algo serio ocurría en su casa, pero que Rafael Nadal, el héroe tenista que nos ha redimido de tantos sinsabores, nos deje porque en su vida hay algo más importante que jugar y ganar, nos ha llenado de estupor.

12/9/22

Más piedad en la naturaleza que en la voluntad de los pueblos

            La pertinaz sequía que asola a toda Europa ha descubierto el secreto ocultado por las aguas del Danubio. Al secarse el cauce han aparecido en los fondos del río los restos de numerosos barcos alemanes hundidos durante la II Guerra Mundial por el Ejército Rojo en su ofensiva final. Algunos de esos barcos, cargados de municiones, convierten el río en un campo de minas. Por un momento las celebradas aguas del Danubio han dejado de discurrir al son de un vals para recordarnos música de guerra.

             Tiene su gracia que la naturaleza se haya encargado de recordar lo que la historia se empeñaba en olvidar. El Danubio que recorre media Europa se ha convertido en una metáfora de nuestro tiempo: cuando la historia olvida, la naturaleza recuerda, dando a entender con ello que hay más compasión en los severos ciclos naturales que en la voluntad de los pueblos. Aunque resulte extraño, hay más memoria en las piedras de una ruina que en muchas páginas de historia. Las ruinas no mienten pues no necesitan discursos para dar testimonio de un pasado desgraciado. Hasta pueden haber pertenecido a un imperio, como las piedras de los Foros Romanos, pero que, al convertirse en ruinas, están mandando el mensaje de la fugacidad del triunfo. Otras veces, como las de los buques hundidos, son el testimonio de la derrota. En ambos casos brilla el poder memorial de la naturaleza por encima de la conciencia de los humanos, por eso los alemanes se están preguntando hoy qué pasó en ese y otros ríos tan llenos de naufragios.

22/8/22

Cursos de felicidad

             Vivimos un tiempo deprimente. Entre los incendios, la guerra, las calores y el incremento del IPC, no hay lugar para el respiro. Ya sabíamos que el periodismo tiene querencia por las malas noticias. Lo nuevo, sin embargo, es la sospecha de que puede que no las haya buenas, por eso merece la atención una información reciente que habla de felicidad. En las universidades de Oxford y Harvard se enseñan materias tan clásicas como la física y tan innovadoras como la inteligencia artificial. Bueno pues lo nuevo, nuevo, es la enseñanza de la felicidad.

12/7/22

Los abogados de ETA y la justicia restaurativa

            Desde los tiempos de Electra, la tragedia de Sófocles que identificaba justicia con castigo, entendemos que hacer justicia consiste en sancionar al culpable. El punto flaco de este planteamiento es que desatiende la reparación de los daños causados por el infractor, por eso decimos que, en esa forma de entender la justicia, las víctimas son invisibles. Eso ha empezado a cambiar gracias a otro modo de entender la justicia, mucho más atenta a los daños que la injusticia causa en la víctima, pero también en la sociedad y hasta en el propio agresor. Estamos pasando de una justicia punitiva a otra, restaurativa, que así se llama esta nueva doctrina, porque lo que pretende es, sin abandonar el castigo legal establecido, reparar o restaurar los daños causados.

19/6/22

La madriguera, una trampa y no un refugio

             El tiroteo en la escuela de Uvalde (Texas), como todos los episodios de espionaje que hemos conocido en los últimos tiempos, tienen un común denominador, a saber, la obsesión por la seguridad. En los EE.UU. los ciudadanos van armados hasta los dientes porque no se fían de que el Estado les proteja. En España, banqueros espían a banqueros, dirigentes empresariales a políticos, dirigentes a compañeros del partido, instituciones del Estado a gobernantes nacionales o autonómicos porque nadie se fía del otro. Mejor que contar con su lealtad es tenerle amarrado por su debilidad. Eso es lo que nos hace fuertes.

             La seguridad es una categoría innegociable porque la vida, sobre todo la humana, es un riesgo. Platón cuenta en uno de sus diálogos, titulado Protágoras, que los dioses del Olimpo quedaron consternados de lo mal pertrechado que nacía el hombre. Observan desde las alturas que el animal nace o veloz, como la gacela, o potente, como el león, o astuto, como la serpiente sólo el ser humano nace frágil, débil y necesitado. El hombre viene al mundo con un problema de seguridad y, si quiere sobrevivir a un entorno hostil, tendrá que buscar una solución.

27/5/22

Justicia y/o memoria. Un debate sin final

             En su estudio, titulado “Una ética desde la memoria y la solidaridad con el sufrimiento: Max Horkheimer”(1), Juan José Sánchez, vuelve sobre la polémica que mantuvieron Horkheimer y Benjamin a propósito del anhelo, tan humano él, de una justicia universal consumada, es decir, plenamente cumplida. Un anhelo de felicidad que comparten los dos amigos pero que explican de manera muy diferente.

21/5/22

En mayo, con libros a porfía

            El mes de mayo nos trae, con las flores, la oferta de libros como regalo de primavera. Vienen casi de puntillas, como pidiendo permiso, por si molestan. Si comparamos la llamada de los libros con la de cualquier otro producto que se nos vende en un supermercado, ya sean tarros de mermelada o un exprimidor de naranjas, advertiremos que los libros están quietos en sus estanterías y sólo enseñan el lomo; los tarros o electrodomésticos aparecen erguidos, desafiantes, como queriendo asaltarnos o tirarnos de la chaqueta para que nos detengamos. Los libros son mansos; las mercancías, agresivas.

15/5/22

Quieren secuestrar a Dostoievsky

            Entre las víctimas de la invasión rusa de Ucrania hay grandes nombres de valor universal, con la particularidad de que no han caído en el campo de batalla, sino junto a nosotros. El Teatro Real de Madrid, por ejemplo, ha suspendido la actuación del Ballet Bolshoi; en Málaga peligra su Museo Ruso, con obras de Kandisnky. Músicos como Tchaikovsky, directores de cine, como Tarkovsky, maestros universales de la cultura, son vetados como vulgares maleantes. Este marcartismo del siglo XXI también ha alcanzado a escritores como Tolstoy y Dostoievsky: la Universidad de Milán ha cancelado un curso sobre el autor de Crimen y Castigo, y el alcalde de Florencia ha tenido que fajarse para impedir que el populacho derribara una estatua en su honor.

23/4/22

Auschwitz, hoy ¿más cerca de la repetición que de la interrupción?

 1. El legado moral de Auschwitz se puede resumir en una proposición: que no se repita y, para eso, ahí está la memoria. Extraña estrategia pues la memoria tiende a la repetición, menos ésta que se propone “el nunca más”. La pregunta que tenemos que hacernos entonces es ¿hemos recordado? ¿hemos conjurado el peligro de repetición?

La respuesta es inquietante: hemos recordado, sí, pero no hemos conjurado el peligro. Habrá que preguntarse si es por la mala calidad de la memoria o porque ésta no basta. Veamos.

             Hemos recordado: No ha sido fácil conseguirlo. Había razones externas que se oponían a la memoria: como la Guerra Fría que no permitía despilfarrar energías mirando hacia atrás. También, razones internas: “lo que habían padecido los judíos no suscitaba interés", decía Simone Veil, superviviente de Bergen-Belsen. Ocurrió en su casa y también en un congreso de historiadores sobre la II Guerra Mundial en París después de la guerra. No les interesaban los testigos. En su casa sólo querían oír las gestas heroicas de la Resistencia que contaba el hermano.

2/4/22

Sobre la banalidad del mal

             La expresión banalidad del mal, utilizada por Hanna Arendt al final de Eichmann en Jerusalén, causó gran desconcierto. Prueba de ello es el comentariado malhumorada de un Gershom Sholem lamentando cómo Arendt hubiera cedido a la tentación del lenguaje publicatorio, ella que estaba tan bien encaminada hablando del asunto en términos de radicalidad del mal”(1). Arendt le contestó con un cierto desparpajo que sí, que he cambiado de opinión y por eso ya no habla de mal radical.

             El desconcierto sigue. Y, como prueba, estas recientes palabras de un escritor estadounidense(2): la evaluación que Arendt hace de Eichmann y sus acciones parece especialmente curiosa. Hijo desclasado de una familia de clase media, que de joven trabajó como vendedor ambulante de fuel, Eichmann ascendió hasta convertirse en un alto funcionario nazi encargado de deportar a los judíos de Europa a los campos de concentración. Pero Arendt parece encontrar siempre una circunstancia que amortigua el hecho. No entró en el Partido por convicción y nunca llegó a convencerse, escribe. No fue el odio fanático contra los judíos, sino del deseo de progresar lo que impulsó su trabajo como nazi, sostiene. Aunque Eichmann había visitado repetidamente Auschwitz y visto el aparato de exterminio organizado allí, Arendt, señalando que no había participado personalmente en las muertes, insiste en que su papel en la Solución Final se había exagerado excesivamente. Incluso tiene ocasionalmente palabras benignas para Eichmann, citando pruebas, por ejemplo, de que era bastante amable con sus subordinados. Ante todo, concluye Arendt, no era un Iago ni un Macbeth. Excepto por una extraordinaria diligencia a la hora de buscar su ascenso personal, no tenía motivación alguna. Dicha valoración lleva a Arendt a exponer su famosa opinión sobre Eichmann: que representaba la banalidad del mal. Ahí se ve como el concepto de banalización del mal es tomado por banalización del crimen y del criminal.

             Ahora bien, es en el paso del mal radical a la banalización del mal donde se opera una profundización filosófica sobre el mal. De ello quisiera hablar, mirando de reojo la reflexión paralela que lleva a cabo Adorno.

15/3/22

Los desastres de la guerra

            Francisco de Goya y Lucientes, después de pintar la heroicidad del pueblo luchando contra la ocupación francesa, nos dejó unos memorables aguafuertes sobre la sinrazón de la guerra. En estos momentos en los que la guerra de Ucrania contra la invasión rusa nos exige tomar posición, es obligado recordar las preguntas que plantea la guerra.

             Goya no se esconde ante la injusticia del invasor, aunque éste, Napoleón, diga hacerlo en nombre de unos ideales revolucionarios con los que aquél, y tantos otros españoles ilustrados, comulgaban. La del pueblo madrileño era una causa justa, por eso se puso del lado del pueblo en armas, pero sin cerrar los ojos ante las miserias que esa guerra generaba. Los trazos firmes de sus dibujos nos invitan a reflexionar sobre las consecuencias existenciales y los dilemas morales que plantean estas catástrofes históricas a sus actores y también a los espectadores. Si Goya es un genio no es porque describa bien lo que vio sino porque desvela preguntas, ocultas en el frenesí de las armas, que nos alcanzan.

26/2/22

El escondite de Anna Frank, al descubierto

             Hace unas semanas corrió como la pólvora por el mundo entero la noticia de que unos desconocidos investigadores americanos habían descubierto que el delator del refugio donde se escondía en Amsterdam la familia de Anna Frank era un judío. La noticia de que el notario hebreo, Arnold van den Bergh, delató a los Frank para salvar a los suyos, se ha revelado inconsistente, pero lo que no carece de consistencia es el morbo internacional que acompañó la noticia. La mala conciencia que había creado la dolorosa historia de Anna Frank, tal y como nos llega desde su diario, encontraba por fin una razón para el relajo. No fue la complicidad de gente como nosotros la que explica aquel horror, sino la traición de los propios judíos. Podemos respirar tranquilos.

24/1/22

El saber sí ocupa lugar

             Científicos solventes nos avisan de que en diez años los humanos circularán tocados con una gorra o una diadema que podrá leer el pensamiento o, si se ponen a ello, meter en el cerebro de cada cual las ideas que les encarguen los que mandan.

             Imagínense lo que pueden hacer esos sensores cerebrales: pueden descifrar lo que hay en el cerebro o llenarle con contenidos de contrabando; pueden activar recuerdos o borrarles o cambiarles. Las ventajas son evidentes: si andamos mal de memoria, la gorra se activará para  poner en nuestra boca el nombre de la persona o del lugar que se nos escapa. No podremos quejarnos ya de ignorancia porque la neurotécnica suministrará los conocimientos que la solicitemos. Los idiomas no serán una barrera, como tampoco la capacidad de cálculo, ni el alcance de la memoria. Lo que la naturaleza no da, lo suplirán esos artefactos que funcionarán  como eficaces asesores técnicos que nos permitirán conocer, memorizar y calcular a todo máquina, y nunca mejor dicho.