16/12/19

Entrevista de Fernando de Haro en "Páginasdigital "


1.Usted ha asegurado que “la pregunta que se hiciera Hannah Arendt en su ensayo de 1943, We refugees, sobre la significación política del refugiado, sigue teniendo actualidad en pleno siglo XXI. ¿Por qué?

Repuesta: para Arendt los refugiados son la vanguardia de los pueblos -y no la retaguardia o un efecto secundario- porque lo que se hizo con ellos, el poder lo puede hacer con cualquiera. “Ellos” eran el pueblo judío alemán, alemanes por los cuatro costados, que habían luchado por Alemania en la I Guerra Mundial, que se sentían totalmente asimilados, y que, de repente, son señalados como “otros”, privados de su nacionalidad, es decir, desnaturalizados. Son devueltos a su estado natural de meros seres humanos. Y ellos descubren que eso es ser menos que nada, porque lo importante son los papeles. Bueno, pues su tesis es que lo que el Estado hitleriano ha hecho con ellos, los judíos, porque son de otra sangre aunque compartan la misma tierra, lo pueden hacer mañana con los gitanos, con los enfermos mentales, con los improductivos o con los viejos. De poco sirve decir que “todos nacemos iguales y libres” si el Estado se arroga la facultad de decir quiénes son los sujetos de los derechos políticos y sociales. Ese era un problema que tenía la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Hay que tomarse en serio los derechos del hombre. No hay que admitir la distinción entre “nacionales” y “nacionalizados” . Y  hay que exigir que el ser humano sea siempre un ciudadano.

5/12/19

El desgarro de una voz mansa


           Primo Levi, el judío italiano de origen sefardí que sobrevivió al campo de exterminio, hubiera cumplido ahora cien años de no haberse suicidado con 67.

            Testigos del holocausto hay muchos pero ninguno como él en precisión y profundidad, de ahí su insuperable credibilidad. Huía de todo exceso retórico y de toda explotación emocional porque entendía que el papel del testigo es suministrar información al interlocutor teniendo en cuenta sus capacidades de comprensión. Se abstenía de juzgar porque él era testigo, no juez y "los jueces sois vosotros", decía a sus lectores u oyentes.

28/11/19

Entrevista para EFE, Octubre 2019


1. ¿Qué entendemos por franquismo sociológico?

Respuesta: Difícilmente podríamos calificar el golpe de Estado de 1936 de “franquista” ya  que entre los sublevados había masones, por ejemplo, algo ajeno a Franco. Podríamos llamar franquismo a un modo de ser y actuar durante y por la dictadura de Franco. Incluso entre aquellos que se opusieron política y moralmente a la dictadura, había comportamientos adquiridos consciente e inconscientemente que eran producto de la situación y que no se hubieran dado, al menos  de la misma manera, en un contexto diferente.

2 ¿En qué actitudes o convenciones sociales se manifiesta?

Respuesta: Se suele señalar como restos o rasgos de esa manera de ser la desconfianza ante la política y los políticos. No son de fiar porque les falta legitimación y venden mercancía averiada. Junto a eso, el desdén por lo público que se manifiesta de diferentes maneras: por ejemplo, estafando al Estado, un deporte nacional; también, desinterés por implicarse en lo común. Si uno puede escaquearse en una comunidad de vecinos de la función de presidente o secretario, se celebrará como un triunfo. Quizá y como contrapunto un regusto por lo anti-político o “social”, como si la sociedad fuera mejor que la política o sus políticos.

23/11/19

Cuando la política ya no cuenta


            Preocupa la rapidez con la que la extrema derecha se está haciendo presente. Un poderoso fantasma recorre Europa pues va del lepenismo francés a los ultras alemanes, pasando por el italiano Salvini, el Vox español, por no hablar de los integrismos que nos llegan del Este en múltiples versiones. Un desarrollo tan espectacular no puede tener explicaciones simplistas. Nos equivocaríamos si pensáramos que esto son -por lo que respecta a España- restos del franquismo o, en Alemania e Italia, ramalazos del fascismo. Una reciente novela francesa de Edouard Louis, titulada Didier Eribon. Retorno a Reims, ofrece una clave inquietante. El protagonista, hijo de una familia obrera, “comunista de toda la vida”, se pregunta cómo los suyos acaban votando extrema derecha. Si la novela ha tenido tanto éxito es porque en el destino de esa familia progresista se refleja el de otras muchas francesas, italianas o alemanas que han pasado de un extremo a otro a través de un proceso que tampoco nos es ajeno aquí.

11/11/19

Cuadernos, laboratorio del cambio


            1. Unas memorias de ida y vuelta dice Félix Santos, el autor de este libro, Cuadernos para el Diálogo y la morada colectiva, que fue su director desde 1968 hasta 1975. Cualquier memoria que se precie es de ida y vuelta, un viaje al pasado, por supuesto, pero también una luz sobre el presente. Si las batallas sobre la memoria son tan encarnizadas es porque en el pasado están las claves del futuro de ahí el empeño que tienen los dominadores de antaño en controlar el pasado para evitar que éste despliegue hoy su capacidad subversiva e innovadora.

Esta visita a un pasado tan cercano en emociones como alejado en el tiempo es una lectura moral de nuestro tiempo que no interpela sólo a las conciencias individuales sino también a la política.

25/10/19

El subsuelo teológico del nacionalismo (presentación al libro de Daniel Barreto, El desafío nacionalista. El pensamiento teológico-político de Franz Rosenzweig)


            El nacionalismo es ahora un tema de interés. Este trabajo de Daniel Barreto no es interesante, sin embargo, porque trata del nacionalismo sino por cómo lo hace. No encontrará el lector ninguno de los tópicos que frecuentan politólogos conocidos y luego mil veces reproducidos por articulistas o tertulianos. Lo aborda convocando a un pensador singular, Franz Rosenzweig, uno de esos genios, mal conocido por el público hispanohablante, que explican el renacer del pensamiento judío en el siglo veinte o, lo que es lo mismo, el renacimiento de la filosofía en Occidente. A ese universo pertenecen movimientos filosóficos como la Teoría Crítica o pensadores como Benjamin o Adorno. Nada de eso hubiera sido posible, sin embargo, sin el discurso innovador de Franz Rosenzweig. El desafío nacionalista que aquí presentamos se adentra en ese proteico asunto desde la perspectiva que dice el subtítulo del libro "El pensamiento teológico-político de Franz Rosenzweig". No espere el lector razonamientos convencionales, a favor o en contra, donde encajar sus preferencias. Prepárese, más bien, para sorprenderse porque el pensador alemán le va a llevar por vericuetos insospechados que desvelarán a la postre las claves profundas de un fenómeno cuya fuerza no se explica diciendo que es un sentimiento. Tras él hay severas opciones teóricas tanto más eficaces cuanto menos conocidas son. Me voy a permitir adelantar algunas de estas manifestaciones con la esperanza de que el lector haga por su cuenta acopio de todas ellas leyendo el libro.

18/10/19

Tolerancia y diferencia(1)


            1. La historia del concepto de tolerancia está íntimamente ligado al de religión. De ello dan fe los tres tratados modernos clásicos sobre este asunto: el Ensayo sobre la tolerancia, de Locke (1677) cuyo tema es la fundamentación de la libertad de conciencia; el Tratado sobre la tolerancia, de Voltaire (1763), un alegato en favor de la tolerancia, escrito en defensa del hugonote Jean Carles, ejecutado bajo la falsa acusación de haberse opuesto a la conversión al catolicismo de su hijo que apareció muerto. Menos frecuentado por el lector hispanohablante es la obra de Lessing(2) Natán el sabio (1778), por más que su influencia histórica haya sido comparable, si no mayor, a la de los otros dos filósofos. De esta obra vamos a ocuparnos ahora. Tiene por escenario a la Jerusalén en tiempos de Las Cruzadas y sus protagonistas son Saladino, el sultán musulmán, Natán, el sabio judío, y El Templario, un guerrero cristiano. Las tres “fes” están enfrentadas y en guerra declarada. Saladino, el político, quisiera acabar con ella pero se da cuenta de que la paz poco tiene que ver con una victoria militar. La raíz es cultural o, mejor aún, religiosa: cada una de esas tres poderosas religiones pretende poseer la verdad en exclusiva. Mientras las cosas de Dios se planteen así, la guerra entre los hombres está servida.

11/10/19

El exilio, la verdadera patria


            Hace ochenta años comenzó uno de los exilios más numerosos y dolorosos que haya habido. En la España vencedora no había lugar para los vencidos. Se fueron con un rico patrimonio intelectual, artístico, literario y científico del que se privó a las generaciones de españoles que vinieron después. Este patrimonio, tenazmente negado y perseguido por los vencedores de la Guerra Civil, es lo que en este año está siendo recordado a lo largo y ancho de la geografía española. A finales del septiembre, sin ir más lejos, tendrá lugar en Salamanca un Congreso Internacional bajo el título “El exilio filosófico e intelectual español de 1939 ochenta años después”, que sellará esta voluntad de recuperación.

            Resulta comprensible que el marco de los actos rememorativos sea el del “exilio republicano” ya que republicanos fueron la inmensa mayoría de los que tuvieron que abandonar su país, pero sería un error pensar que exilio y república conforman una unidad indisoluble. La memoria del exilio no conlleva necesariamente una reafirmación de la república. Malgastaríamos el potencial ético y político del exilio si nos quedáramos ahí y no hiciéramos caso a los pocos exiliados que han reflexionado a fondo sobre el alcance de su singular y dolorosa experiencia.

De la vieja izquierda a la nueva derecha


            No todo es franquismo en la extrema derecha. El espectacular éxito en Europa de una derecha integrista que combina xenofobia, negacionismo climático y machismo, no se explica bien invocando sólo rastros del fascismo. Una reciente novela francesa de Edouard Louis, titulada Didier Eribon. Retorno a Reims, ofrece una clave inquietante. El protagonista, hijo de una familia obrera, “comunista de toda la vida”, se pregunta cómo los suyos acaban votando extrema derecha. Si la novela ha tenido tanto éxito es porque en el destino de esa familia “de izquierdas” se ven reflejadas muchas otras francesas, italianas o alemanas que han pasado de un extremo a otro a través de un proceso que tampoco nos es ajeno aquí.

20/8/19

Primo Levi no pasó por Oñate


            Con la discreción que le caracterizó en vida, Primo Levi llama, en el momento de su centenario -nació el 31 de julio de 1919-, la atención en todo el mundo con un mensaje inquietante.

            Levi es conocido mundialmente como el gran testigo de la barbarie nazi. Otros supervivientes, como Imre Kertézs o Elie Wiesel, fueron premios Nobel; los ha habido más famosos y mediáticos, como Ana Frank, pero ningún testigo cuenta con la credibilidad de este judío de origen sefardí nacido en Turín. Lo que cuenta es inapelable y nos lo cuenta sin ira ni rencor, como un modesto testigo que expone ante el tribunal una experiencia para que éste juzgue. Y “los jueces sois vosotros”, dice Levi al lector.

            Lo que hace de Levi un testigo tan actual es que nos pide a cada uno de nosotros que tomemos posición sobre hechos que ocurrieron entonces pero que se pueden repetir. Auschwitz fue un laboratorio de la condición humana donde detectó problemas y conductas que nos acompañan como una sombra invisible.

1/8/19

Franco nos confunde con su tumba


            Franco está consiguiendo desde su tumba nublarnos la mente. Nos hemos enzarzado con la exhumación del dictador cuando el problema es el Valle de los Caídos o, mejor dicho, cómo convertir el Valle de Cuelgamoros (que así se llamaba inicialmente) en un lugar de la memoria.

            Aunque abundan en España lugares con memoria pues son testigos de innumerables sacas o paseos, no hay un solo lugar de la memoria si por ello entendemos espacios de reflexión sobre nuestro pasado cainita. Para que un lugar de muerte se convierta en lugar de la memoria tienen que cruzarse las memorias, es decir, tiene que ser un lugar de memorias compartidas de suerte que el descendiente de un abuelo republicano asesinado por ser un buen maestro socialista, por ejemplo, pueda sentirse interpelado por la monja de clausura asesinada por un fanático anarquista. Sin ese punto de piedad (que consiste en interesarse por el sufrimiento del otro y no sólo del propio) no hay lugar de memoria. Con él, sin embargo, sí puede desencadenarse la reflexión o la experiencia del visitante que le lleve a enfrentarse a las causas del malvivir español del que la Guerra Civil fue, según decía Américo Castro, el último episodio (de momento).

31/7/19

La memoria, otra forma de construir la historia*


1. En la invitación que se me cursó para intervenir en este congreso se me proponía reflexionar, por un lado, sobre el peso del pasado luctuoso (autoritario, terrorista, dictatorial) en los procesos de transición a la democracia, sin perder de vista, por otro, el cómo debería  enfrentarse el presente  a ese pasado (qué tipo de justicia, por ejemplo). Estaríamos así ante un doble desafío - condicionamiento del pasado sobre el presente y responsabilidad del presente respecto al pasado-  que, debidamente resuelto, podría conformar un tipo de democracia cualitativamente superior a la que se lleva. En una palabra se me pedía reflexionar sobre la pregunta del pasado y la respuesta del presente.
            No se me ocurrió en un primer momento otra respuesta a los organizadores que ofrecerles un titular, un título de mi intervención, a saber, “la memoria, otra forma de construir la historia”. La reacción por parte de la organización sonaba a aviso. Se me invitaba elegantemente a revisar el título argumentando que el debate existente en Argentina sobre la relación entre memoria e historia hacía de la memoria un terreno minado.  Creía entender que poner por delante el concepto de memoria en una problemática de claros contornos históricos, como es el de los temas que conforman este congreso, podría dificultar la respuesta a esos desafíos.

23/7/19

Los trenes clandestinos siguen circulando


            Los ferrocarriles holandeses van a indemnizar a unos seis mil pasajeros por un viaje de ida que tuvo lugar hace 75 años. La noticia ha tenido una repercusión mundial por la singularidad del viaje y de los viajeros. Se refiere a un tren que salía regularmente de un campo holandés de concentración, Westerbork, en dirección a un campo de exterminio, cargado con pasajeros  condenados a muerte por haber nacido judíos o gitanos. Los nazis alquilaron, con el dinero sustraído a los pasajeros, 93 trenes holandeses para transportarles hasta los hornos crematorios de Auschwitz o Bergen-Belsen. El precio estimado por el transporte –unos 2,5 millones de Euros- es lo que ahora revierte sobre asesinados y supervivientes.

26/6/19

“La memoria, tribunal de la historia”*


            1. En las concepciones de la historia que han mandado en el pasado, los vencidos tenían pocas razones que hacer valer si por “tener razón” entendemos reconocerles capacidad semántica, es decir, significados posibles capaces de conformar y por tanto cambiar el curso de la historia.

            Valía más bien lo que decía Voltaire un tanto cínicamente: que para la historia “la razón del más fuerte es siempre la que vale”.

             Los vencidos sólo aparecían como el botín que da lustre al vencedor o , dicho más filosóficamente, como el precio del progreso. En esa visión de la historia, los vencidos eran literalmente insignificantes, esto es, carentes de significación.

10/6/19

Figuras políticas memorables


            El pueblo es un cuerpo vivo cuyas reacciones son a veces sorprendentes porque se salta el guión previsible. Ha ocurrido recientemente con la muerte de Alfredo Pérez Rubalcaba. Ha habido un estallido emocional que va más allá de una sentida manifestación de duelo. Se ha dicho que Rubalcaba, junto a Adolfo Suárez, han concitado las únicas manifestaciones unánimes de españoles en la democracia. Y eso sí que es excepcional.

            Como no abunda este tipo de símbolos conciliadores entre nosotros, conviene prestarles atención cuando uno se insinúa. Porque si en esta dura piel de toro -que tanto sabe de cainismo y tan ducha es en convertir la rivalidad política en manifiesta enemistad- algo así ocurre es porque se necesitan personajes públicos que transciendan los cultos partidarios. Lo que a ellos adjudicamos es lo que echamos en falta. ¿Y qué es eso?

31/5/19

Antonio Rivera y Eduardo Mateo (Edts.), 2019, "Víctimas y política penitenciaria", Catarata


            Es difícil presentar un libro en el que uno mismo participa pues lo que pueda decir es lo que ya ha dicho. Así que voy a hacer de lector y dialogar con algunas de las ideas que se exponen en el libro. Hay ahí muchas intervenciones con las que estoy de acuerdo y por eso no me referiré a ellas. Pido pues disculpas si no puedo dialogar con todos los autores sino referirme sólo a alguno de ellos.

            El texto de Henry Patterson sobre el proceso de paz en Irlanda del Norte, hiela la sangre, leído desde España. Hay que consignar que consiguió poner fin a un enconado conflicto pero ¿a qué precio? Considerar víctima a todo el que sufre supone colocar al mismo nivel al que pone una bomba y es herido por su propio artefacto que al niño que pasaba por allí; o equiparar la angustia de ser detenido si dispara una pistola con la tragedia de matar a alguien porque piensa diferente. Aquí no hay racionalidad moral alguna, sino justificación racionalizadora desde intereses extraños a la razón y a la moral (razón instrumental). Podemos entender que alguien plantee paz por justicia u olvido, pero siempre que nos pongamos de acuerdo sobre quien es víctima y quien verdugo. En ese caso respetamos un mínimo ético pues reconocemos quien es víctima y quien verdugo, aunque por razones políticas renunciamos a darles significación. Pero afirmar que todo el que sufre es víctima es comparar a los millones de judíos exterminados con el dolor de los nazis por haber sido derrotados.

27/5/19

Un exilio poco republicano


            El exilio que hace ochenta años emprendieron miles de españoles, huyendo de la muerte o de la cárcel, está siendo objeto estos meses de múltiples actos conmemorativos. Se aprovecha la ocasión para dar un repaso a la barbarie que supuso el golpe de Estado franquista y honrar de paso la memoria republicana.

            Todas esas efemérides pueden ser vistas como una forma poética de justicia para quienes tuvieron que abandonar su país por haber defendido una causa justa. Justicia memorial, pues, para los exiliados, pero ¿también para el exilio? Hay que preguntarse, en efecto, si todos estos actos, que se presentan bajo el rótulo de “exilio republicano”, hacen justicia a lo que significa el exilio o, dicho en otras palabras, si el sentido del exilio se sustancia en legitimación del Estado republicano o apunta más bien hacia otra forma de entender la política.

26/5/19

El paganismo de la Nueva Derecha


            "España cristiana, no musulmana" ha sido estas semanas pasadas algo más que un slogan electoral de gente extremista. Parecía un grito que escapaba de muchas gargantas, hartas de aguantarse para no traspasar el umbral de lo políticamente correcto.  Bastó que alguien invocara a Pelayo y Covadonga, es decir, el mito de la Reconquista de una España ocupada por los moros, para sentirse liberados. Por fin alguien que ponía sobre la mesa la esencia cristiana de una pobre España, ahora rota y roja. Muchos españoles se han sentido interpretados aunque no todos les votaran.

            Estos buscadores de esencias patrias se extrañarían si vieran que lo suyo es ingrediente habitual de la Nueva Derecha que recorre Europa. En Francia, Alemania u Holanda se oye lo mismo, a saber, "que el Islam no forma parte de Europa". Los alemanes, por ejemplo, tienen un partido llamado Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente (Pegida) y otro, Alternativa para Alemania, que se han abierto paso vociferando que Occidente es cristiano, es decir, convirtiendo el cristianismo en una religión étnica de blancos antiislamistas (que tanto recuerdan al hitlerismo que era una religión étnica de arios antisemitas).

10/5/19

Pedir perdón o mejorar la historia


            Las declaraciones del Presidente de México, López Obrador, exigiendo de España y del Vaticano que pidan perdón por la “conquista” de América ha provocado indignación en muchos y aplausos en pocos.

            Sería peligroso perderse en estos rifirrafes porque lo que hay que preguntarse es si ha lugar la responsabilidad histórica referida a casos tan lejanos. Y hay que decir que sí por dos razones: porque el mundo actual es el resultado de lo que entonces ocurrió. Somos herederos de ese pasado. No es casualidad que los países pobres hayan sido colonias y los ricos, imperios. Evidentemente no se explica la pobreza de los países latinoamericanos únicamente por la presencia de los españoles o portugueses, pero en parte, sí (la otra parte habría que adjudicarla a los criollos mexicanos, los abuelos o compadres de López Obrador incluidos). También porque este pleito viene de antiguo. No es una ocurrencia de un mexicano que vive en el siglo XXI sino que ya hubo contemporáneos que denunciaron la conquista y avisaron a sus descendientes de las deudas que estaban contrayendo. Las Casas, por ejemplo, escribía pesaroso al final de sus días que aquello iba “contra todo derecho natural, divino y de gentes y, por consiguiente, nulo,  in ningún valor jurídico”. Fue, pues, una ocupación injusta, una invasión, que comprometía “a los sucesores y descendiente vivos de aquellos”, es decir, a nosotros, obligándonos a “darles satisfacción”.

            Ahí está planteado el principio de la responsabilidad histórica que nos alcanza a nosotros. Y lo que llama la atención en esta conquista es la conciencia que había entonces de que se estaban haciendo las cosas mal y que se estaba comprometiendo a las generaciones futuras. Algo semejante no lo encontramos en otros imperios europeos. A nadie se le ocurrió organizar desde el poder un debate nacional sobre las razones morales y legales de la conquista, como el que tuvo lugar en Valladolid entre 1550 y 1551. Ni mucho menos, encargar a un discípulo de Las Casas, Domingo de Salazar, primer obispo de Manila, que se hicieran las cosas en las Islas Filipinas conforme al guion de su maestro. Pocos españoles saben que el 21 de marzo de 1599 se celebró un referéndum entre los nativos filipinos preguntándoles si aceptaban la presencia de unos extraños que querían hablarles del Dios de Jesús. Como la respuesta fue positiva, se quedaron, no sin antes devolverles lo que los conquistadores les habían tomado, creando una fundación social para ayudar a los más pobres. Esto demuestra, además de una quijotesca grandeza, una conciencia clara de que no todo valía.

8/5/19

Homenaje a Víctor Urrutia en la presentación de su libro de poemas Memoria de silencios (2019, Eds. Vitrubio, Madrid)


            Hay libros que son fáciles de presentar porque son letra muerta, textos donde quedan bien separada la vida de la obra, la bibliografía de la biografía. Este, Memoria de silencios, no es de esos. Es un libro vivo porque viva es la memoria que todos tenemos de su autor y vida es lo que transmite. Por eso esta presentación es también un memorial.

1. No nos hemos tratado muchas veces, pero la relación venía de lejos y todos los encuentros fueron de veras: en el contexto de cristianos por el socialismo, a propósito del terrorismo de ETA, en su época de Director General en el Ministerio de Justicia. La última vez fue en Ávila hace más de dos años, hablando del tiempo…del apocalíptico y del gnóstico; del desafío del tiempo del progreso. Yo hablaba contra la ideología del tiempo del progreso que se nos presenta como inagotable, imparable y salvífico, mientras el vivía desde su enfermedad la finitud del tiempo. Justo cuando él estaba señalado por una enfermedad mortal yo osaba disertar sobre el tiempo y la vida, perorando sobre que la vida es tiempo, que el tiempo es finito y que la muerte es el final del tiempo pero no el final de la vida. El estaba muy atento e intervino incisivamente en el debate. Hoy estamos aquí convocados por su palabra, la palabra poética que trasciende el tiempo y el espacio. Hablemos pues de poesía, de su poesía. Lo haré en plan impresionista, señalando algunas figuras que permitan desentrañar sus poemas.

23/4/19

35.597 Tumbas sin nombre


           35.597 es el número de emigrantes muertos desde el año 1993 tratando de llegar a Europa. La inmensa mayoría se ahogaron en el Mediterráneo que ya no es el Mare Nostrum, la cuna de la civilización, sino el mayor catafalco del planeta Tierra.

            Son muertes debidamente documentadas, aunque en la mayoría de ellas sólo conste que murieron. Forman pues parte del ejército de los sin-nombre, de cuya memoria, decía Walter Benjamin, depende una construcción humana de la historia, consciente de que la historia inhumana que  estamos haciendo los contemporáneos tiene como piedra angular su olvido.

8/4/19

Pueblo sin ley


            El proceso al Procès tenía que ser algo más que un auto judicial y así está siendo. Es toda una cultura política la que está en el banquillo. El primer capítulo tiene por título “la ley y el pueblo”. El independentismo repite como un mantra que teniendo que elegir entre ellos, ha optado por el pueblo o, como dice Quim Torra “la democracia va primero”. Lo mismo dicen les exconsellers Jordi Turull, Josep Rull e tutti quanti: que obedecieron el mandato popular saltándose las leyes.

            No es un asunto menor este de la relación entre las leyes y la voluntad popular. Nada extraño que en un momento tan solemne se la traiga a colación. Lo que sí resulta sorprendente es la simpleza con que se la maneja porque sobre esto hay mucho dicho, escrito y pensado.

20/3/19

Orden mundial y estado de excepción


            “El derecho de gentes no sólo tiene fuerza por el pacto y el convenio de los hombres, sino que tiene verdadera fuerza de ley. Y es que el orbe todo, que en cierta manera forma una república, tiene poder de dar leyes justas y a todos convenientes, como son las del derecho de gentes. De donde se desprende que pecan mortalmente los que violan los derechos de gentes, sea de paz, sea tocantes a la guerra, en los asuntos graves como en la inviolabilidad de los legados. Y ninguna nación puede darse por no obligada ante el derecho de gentes, porque está dado por la autoridad de todo el orbe”(1).

            En estas líneas de Francisco de Vitoria tenemos las líneas maestras de su derecho de gentes. Este se basa en un acuerdo entre hombres y naciones, con fuerza de ley, es decir, lo que ahí se afirma como justo no lo es por sí mismo o por derecho natural, sino “por un estatuto humano fijado por la razón”(2). En otras palabras, el derecho de gentes es un derecho positivo, consistente en un acuerdo “tácito entre las naciones”, basado en la razón. ¿En qué consiste esa racionalidad? La racionalidad de la ley, en la teoría tomista, consiste en un ordenamiento racional de la misma cuya causa final es el bien común. Ahora bien, si el bien común es el objetivo del derecho de gentes, eso significa, por ejemplo, que el bien común debe prevalecer en casos de conflictos con Estados particulares; y, también, que un Estado puede, en representación del “orbe todo” declarar la guerra a otro Estado si éste atenta al bien común de su pueblo. No dice “en sustitución del orbe todo”, sino “en representación” del mismo.

17/3/19

La pena de muerte, a juicio


            Hace unos días el jurado de Florida que está viendo la causa de Pablo Ibar que le declaró de nuevo culpable del triple asesinato, cometido en 1994. La condena a muerte sigue pues pendiente como una espada de Damocles sobre la cabeza del hispanoestadounidense. Este tipo de noticias no nos deja indiferentes y por eso nos preguntamos cada vez más si un ser humano puede matar legalmente a otro, aún en el supuesto de que sea un criminal.

4/3/19

Preguntas desde la barbarie


            Hablar durante muchos años y en lugares distintos sobre la significación teórica y práctica de Auschwitz me ha enseñado mucho. En primer lugar que Auschwitz es, como dirían los escolásticos, “el analogado mayor” de la violencia, es decir, el laboratorio donde aparece con mayor claridad lo que en otras formas de barbarie está camuflado. Desde esa barbarie singular se puede ver y juzgar mejor lo que ocurre en el País Vasco con ETA o en Colombia con las FARC o los paralimitares. También he podido constatar la frecuencia con que se repiten las mismas preguntas.  Lo que pretendo con las líneas subsiguientes es recoger esas preguntas que emergen en contextos muy diferentes y tratar de responderlas desde el  “analogado mayor”.

10/2/19

Por qué la Iglesia ocultó la pederastia


            La que está cayendo sobre la Iglesia debido a la pésima gestión de los numerosos casos de pederastia de clérigos, evoca los momentos más turbios de su milenaria historia. Es verdad que la Iglesia siempre ha sabido con qué barro estaba construida, de ahí que se declarada presta a la autocrítica y a la rectificación -“Ecclesia semper reformanda”, dice una de sus divisas- pero lo decía con la boca pequeña o, si se prefiere, lo limitaba al terreno doctrinal y dogmático.

9/2/19

Los campos del fútbol


            Ramón Abramovich, el patrón del club londinense de fútbol, el Chelsea, se lo ha pensado mejor y en vez de castigar a los hinchas xenófobos prohibiéndoles la entrada, quiere llevárselos a Auschwitz para que vean adonde puede llevar el odio al diferente. En vez de castigo, educación. Esta sabia iniciativa, tomada por un club de fútbol, recuerda otra, la de la selección italiana que en el mundial de fútbol del 2012 visitó ese mismo campo de exterminio donde habían sido asesinados unos 50.000 italianos. Preguntado el defensa Chiellini por qué esa visita, respondía que conocían bien esa historia “porque se lo habían enseñado en la escuela”. Los demás equipos siguieron a lo suyo pues en la escuela no les habían hablado de estos otros campos que no son precisamente de juego.

28/1/19

La autoridad política del sufrimiento


            Los “chalecos amarillos” han aparecido de repente sin grandes palabras. No llaman a la subversión ni convocan revolucionarias utopías. Sólo quieren vivir porque ven que sus condiciones de vida son en un tormento. Su palabra más fuerte es el manso término de sufrimiento que se ha convertido en el verdadero estandarte del movimiento. Quieren cambiar sus vidas dejando hablar al sufrimiento.

            Quizá siempre haya sido así. El sufrimiento que provoca el hambre, por ejemplo, puso en marcha la historia revolucionaria y, hoy en día, impulsa el cortejo migratorio de millones de personas. Pero hay algo que diferencia lo que está ocurriendo ante nuestros ojos de lo que nos han contado: no están dispuestos a canjear el relato del dolor que les causa el vivir por una ideología política o filosófica que se lo gestione.

Negar los hechos y aprobar el crimen


            Acaba de morir en Francia Robert Faucillon, un personaje que en sí mismo no merece la menor atención si no fuera porque fue figura destacada del negacionismo. Decía que los nazis utilizaban las cámaras de gas para despiojar a los judíos y que el Diario de Ana Frank es un invento. Como en Francia negar el genocidio judío es un delito, no salía de los tribunales, siempre con alguna condena a cuestas. Ha muerto con 89 años y en Vichy, la ciudad del fascismo francés. No ha muerto en el olvido. Jean Marie Le Pen ha celebrado su valentía, la misma que en su día proclamaron los ayatolhas de Irán, y habrá que ver cómo le festeja la extrema derecha europea.

            Como hay en España quien, a propósito de una posible nueva ley de la Memoria Histórica, quiere castigar con el código penal la apología del franquismo o se propone ilegalizar a las asociaciones que defiendan al dictador, convendría revisar la eficacia de estas medidas ya ensayadas en otros lugares.