No todo es franquismo en la extrema
derecha. El espectacular éxito en Europa de una derecha integrista que combina
xenofobia, negacionismo climático y machismo, no se explica bien invocando sólo
rastros del fascismo. Una reciente novela francesa de Edouard Louis, titulada Didier Eribon. Retorno a Reims, ofrece
una clave inquietante. El protagonista, hijo de una familia obrera, “comunista
de toda la vida”, se pregunta cómo los suyos acaban votando extrema derecha. Si
la novela ha tenido tanto éxito es porque en el destino de esa familia “de
izquierdas” se ven reflejadas muchas otras francesas, italianas o alemanas que
han pasado de un extremo a otro a través de un proceso que tampoco nos es ajeno
aquí.
En el tiempo de una generación han
ocurrido muchas cosas. La globalización que se impone tras la caída del muro de
Berlín ha dejado a la intemperie al mundo obrero. El protagonista cuenta la historia
de su familia, instalada en una barriada confortable construida bajo el impulso
social del Partido de los obreros. El tiempo, sin embargo, va ofreciendo a los
camaradas del barrio posibilidades de promoción social que aprovecha quien
puede que son siempre una minoría. Promocionarse significa irse. El espacio
vacío es ocupado por emigrantes pobres o por nacionales marginales que alteran el
modo habitual de vida y deterioran el ambiente con el hacinamiento o la
delincuencia. La familia de Didier Eribon sienten que los extraños son ellos,
los de toda la vida. Su soledad es vivida como abandono porque observan que los
poderes públicos invierten más en ayudas sociales para los recién llegados que
en ellos.
El campo está abonado para que
alguien venga y les diga que ellos han levantado este país que ahora se entrega
a moros o rumanos. El chauvinismo entierra a la vieja Internacional. Afirmarse
ahora significa negar todo lo diferente que tienen delante y rescatar lo más
propio, es decir, lo más rancio, lo más castizo. El campo está abonado para los
Le Pen, Vox, Salvini o los ultras alemanes (AfD) que acaban de triplicar los
votos.
Reyes
Mate (El Periódico de Catalunya,
3 de septiembre 2019)