29/4/15

El pensamiento judío hoy: de la asimilación a un nuevo pensamiento

            1. Quiero hablar del judaísmo moderno y no del bíblico o del medieval.

            La modernidad europea está marcada por la Ilustración (mayoría de edad, sapere aude, autonomía y universalidad). Se presenta como un movimiento emancipado, liberado, de la religión, aunque esa emancipación pueda ser crítica y beligerante, como en el caso francés, o cómplice, como en el caso alemán.

            ¿Cómo reacciona el judaísmo? hay un judaísmo que sigue a su aire; hasidismo, la kábala. Y, otro que se siente interpelado dando lugar  a la haskala, o ilustración judía. Sus emblemas son: -la persona del filósofo Moses Mendelssohn, la figura de la Bildung (una cultura universalista, amistosa).

            La tesis de M. Mendelsshon: en la Biblia no hay verdades reveladas. Lo única revelado es la Ley (no sólo código sino modo de estar en y de entender  la realidad: remitiéndola a algo que la trasciende y limita). Plantea "la doble militancia".

            Pero el proyecto de M.M. fracasa doblemente: decae en asimilación (su propia familia: banqueros, músicos, escritores) y la mayoría no se lo creen.

            2. La asimilación afecta al pensamiento y a la vida: si lo que era posible para cualquier otro emigrante no lo era para el judío (el reconocimiento por los demás de asimilarse) es porque planeaba sobre el mundo moderno  la cuestión judía. La asimilación es la estrategia seguida por los judíos cultos que asumen el dilema: o ser judíos o ser modernos. El pago por ser modernos es sacrificium intellectus (Lessing), traditionis (Herder) o essentiae (Marx). Pero no basta, no son tomados en serio: son sospechosos como en el Discurso para una Academia de Kafka. Los sueños del propio Freud. La música de Mahler (tiene que convertirse pero sigue siendo el judío a pesar de que se lo tomó en serio (más que Alma). La experiencia de Max Aub. Todas esas resistencias se explican porque que planeaba sobre todos la cuestión judía.

             La Cuestión judía. Contexto ilustrado: el mito de la igualdad moderna no deja sitio al diferente: no se les reconocen los derechos cívicos. La propuesta de B. Bauer: un Estado laico que es religiosamente neutral. Ahí no hay "acepción de personas". Todos cives, también los judíos, aunque no se lo merezcan: las das la mano y se toman el pie. Las cervecerías y destilerías polacas. Pero que no se engañen: el mundo "laico" es postcristiano: fiestas, calendarios y virtudes sociales.

            Tomemos nota de esa ambigüedad: el hombre moderno, laico, se presenta como universal, pero es particular. Se puede ilustrar con Natán el sabio: Hay un Natan inspirado en Maimónides. Para Lessing, sin embargo, los criterios de tolerancia están basados en que todos somos hombres antes que diferentes; buscar la verdad y no poseerla; el principio de reconocimiento por los demás. Pero, ojo, ese hombre universal, moderno, es cristiano, como lo es la modernidad. De la mismo opinión es Hegel para quien el Weltgeist es "germánico y cristiano". Y Weber: el protestantismo es la matriz de la modernidad (el judaísmo es rechazado por ser "pueblo-paria"). Por eso ese Natán no se impone: acaba destruido a manos del nacionalismo. Natán les resulta insoportable a los nazis, pero tampoco lo aceptan los judíos (Rosenzweig denuncia que Natan "para ser hombre tiene que renunciar a ser judío")

            3. Del fracaso de la modernidad al Nuevo Pensamiento. La IGM: la modernidad se "consume" en el sentido de que se cumple y se agota. Se impone pensar de nuevo: el libro de "El Mesías y los profetas" de Gil Villegas. Generación del 14: pensar de nuevo desde el lenguaje (Heidegger), desde la vida (Ortega), desde el margen cultural, desde Jerusalem (Rosenzweig). Aparece una generación de judíos que rechazan el dilema: ser judío o ser moderno, y se plantean repensar la ilustración fracasada desde el judaísmo (son los primeros postmodernos, aunque distinto de los actuales): entienden que el asimilacionismo ha fracasado. Una parte de ellos plantean la sustitución de la cultura de la diáspora por la del sionismo. Intelectualmente, se reivindica el lugar de Jerusalem, junto a Atenas, en la construcción de Europa. El pionero es Herman Cohen, un personaje poliédrico: socialismo ético, fundador del neokantismo, maestro de españoles y piedra angular del judaísmo moderno. El neokantismo, filosofía asimilada; la dura experiencia de sus clases sobre Schiler; la salida de Marburgo y "La religión de la razón desde las fuentes del judaísmo".

             Un oyente privilegiado: Franz Rosenzweig. Ya enfermo piensa que el heredero de Cohen no es Cassirer sino Heidegger (Davos). Se siente cercano pero porque Heidegger se inspira en él. Es el autor de dos libros claves: Hegel y el Estado donde hace ver lo cristiano de la modernidad (el Estado, la filosofía de la historia) y La Estrella de la redención: ahí aboga por un nuevo pensamiento desde los siguientes supuestos. La filosofía occidental, "von Jonien bis Jena", es idealismo (y eso lleva al totalitarismo).  Lo que da que pensar es la realidad: Dios, hombre, mundo. El punto de partida del filosofar es la experiencia personal de la angustia ante la muerte: no vale remitir la muerte individual al sentido del todo y luego decir que el todo no muere; la muerte es individual y sí se muere de ahí la angustia persistente. De ahí el nuevo pensamiento:  repensar la realidad desde la centralidad del lenguaje.

            Dos observaciones sobre este Nuevo Pensamiento; fue perseguido por los nazis; hay ecos de él en Ser y Tiempo pero paganizados, es decir, sin referencia al judaísmo de base. Sobrevive en Levinas y anima a la primera generación de la escuela de Frankfurt. Pero hoy sigue siendo un gran desconocido. El pensador más genial del siglo XX sigue siendo un desconocido.

            4. Entreguerras ese movimiento del Nuevo Pensamiento se encarna en los "avisadores del fuego". Leen su tiempo con preocupación y avisan de lo que puede venir. Esto es una novedad: mientras la mayoría se entretienen con la crisis de la modernidad, estos avisan de lo que puede venir.

            Franz Rosenzweig vio bajo la noble filosofía  una ideología de la guerra. Cuando los presocráticos definieron el saber filosófico como la reducción de la variedad del mundo a un único elemento  -todo es agua decía Tales de Mileto- se estaba violentando la realidad, al reducir la pluralidad a un solo aspecto. Esa forma de conocer -la propia del concepto- lleva al totalitarismo, decía este sobrio y genial pensador judío.

        Los avisos de Benjamin son múltiples. Frente a quienes pensaban que el fascismo era un invento arcaico, él llama la atención sobre la proximidad entre fascismo y progreso (Tesis 8). Nada favorece tanto al fascismo como presentarle como lo opuesto al progreso puesto que de esa manera aceleramos el progreso y aumentamos el caldo de cultivo del fascismo. ¿Qué es lo común? La tranquilidad con la que uno y otro sacrifican a una idea o al bienestar de unos pocos a seres humanos inocentes y, en general, débiles. El no era un antiprogresista pero distinguía entre un progreso capaz de sacrificar lo que se le ponga por delante con tal de avanzar y otro progreso que sirve al bienestar y a la felicidad de la humanidad.

             Kafka dejó constancia en La Colonia Penitenciaria la autonomía asesina de la máquina y en El Proceso el burocratismo de la vida moderna que permite ser una pieza de un engranaje mortal sin que uno se sienta responsable del producto final. Pero me interesa señalar otro aspecto: el de la animalización. Los personajes kafkianos se transforman con frecuencia en animales. El Gregor Samsa de La metamorfosis amanece siendo un bicho (Ungeziefer en alemán, el mismo nombre que darían luego a los judíos de los Lager) y en el Discurso a la academia  un ex-simio comparece ante sus colegas, inquietos porque creen detectar tras ese aparente noble académico rastros de su pasado de simio. El aviso de Kafka: no nos creamos eso de que el hombre moderno es sujeto de derechos; para el poder el ser humano es un animal (El testimonio de Largo Caballero en el Lager: nos quieren animalizar)

            5. El aviso no fue escuchado y la catástrofe tuvo lugar. Pero lo tuvo de una forma impensable, de ahí que se convierta en lo que da que pensar. Aparece un nuevo programa filosófico, el NIC (Nuevo Imperativo Categórico), que está inédito. Lo propuso Adorno, pero fue desestimado por el silencio posterior. La academia alemana se reprodujo con lo que quedó y no se quiso rescatar al exilio

             Auschwitz no ha afectado a la filosofía posterior: un poco Sartre, sin duda Levinas y quizá Derrida, pero Habermas se lo quita de encima. Hoy vuelve a hablarse de ello al amparo de la memoria. Mi tesis es que la crisis de Europa sólo es posible solucionarla desde el NIC: repensar la política, Europa, la ciudadanía, el Estado, etc., desde la memoria de la barbarie.

            6. En la invitación que me cursaban los organizadores se me decía que abordara el tema de la religión en una sociedad laica. El tema de la religión ha estado muy presente en lo que he dicho y por eso, para abordarlo, retomo el hilo de Natán el Sabio. Detectamos una contradicción: ese hombre moderno, universal, era particular, post-cristiano; se presentaba como universal porque emancipado de algo tan particular como la religión y se basaba en algo universal como la razón. Pero en realidad era, emancipado, sí, de la religión, pero con unos valores (los de la Revolución Francesa) y una forma de vida (calendario, fiestas, virtudes) que convierten a la modernidad en un mundo cuyos valores provienen de la religión aunque ahora aparezcan secularizados.

            Eso ha dado lugar a varios debates, por ejemplo, Flores d'Arcais y Habermas  más secularización. Y el último Habermas: repensar la relación de nuevo entre razón y religión: no en provecho de la religión, sino de una razón o política debilitada. El potencial semántico de la religión no está agotado y puede enriquecer el mundo racional o la democracia deliberativa. Ejemplo: la religión habla de justicia a los muertos Eso puede enriquecer una teoría de la justicia que se enfrente a la justicia de las víctimas. Lo mismo se podría decir a propósito de los derechos de los emigrantes: pasar de lo territorial a lo transterritorial.

            No es un debate menor. Quienes optan por erradicar las raíces cristianas de la laicidad, a lo que apuntan es a exigencias que juzgan excesivas para el modesto ser humano. Por ejemplo, los derechos  humanos que, según Enzensberger y Sloterdijk serían el último resto de esa cultura criptocristiana. Contra eso se ha levantado Habermas que no se ha hecho con la edad más piadoso pero sí más consciente de la cultura humanitaria de la especie humana.


Reyes Mate (Conferencia en la Universidad de Córdoba, 4 de diciembre 2012)