5/6/14

El intelectual marxista Sánchez Vázquez sobre el exilio (Guión de la intervención en el II Simposio Internacional sobre "Pensamiento político del exilio. Marxismo, anarquismo y socialismo")

            1. El objetivo de esta mesa es el marxismo de Sánchez Vázquez, un punto en el que yo no me siento competente, pero sobre el que me atrevo a intervenir porque  tengo aquí unos "Ensayos marxistas sobre historia y política"(1), que me regaló el propio Sánchez Vázquez, en los que podemos presumir que lo que dice SV, lo dice como "intelectual marxista". Uno de los temas que aborda es el exilio, así que me voy a fijar en lo que dice el intelectual marxista sobre el exilio.
             Lo primero que dice es que el exilio no es un asunto mayor, no es un factor de peso en la visión marxista de la sociedad. Dice el autor: "no podemos decir que el exilio marque con un rasgo o un matiz propio a la filosofía. Es decir, lo que han hecho los filósofos del exilio, lo han hecho independientemente de las circunstancias peculiares o personales que les permitieron desarrollar aquí". Es decir, el exilio no ha sido objeto de reflexión. No es una experiencia -una "circunstancia", se dice- que dé que pensar al marxista que es Sánchez Vázquez.
            "Pero esto no quiere decir, añade, que la realidad del exilio no influya en su filosofía". Ha influido, a veces en los temas (uno no puede sustraerse de los problemas del lugar en que se encuentra), a veces en los autores tratados (los colegas del lugar, las tradiciones de México)... "pero no creo que pueda decirse que la filosofía hecha aquí lleva la marca del exilio" (SV, 1985, 164)
            Me parece una confesión de capital importancia pues supone una "des-significación" del exilio, de la guerra, de la violencia... del sufrimiento. Su marxismo va en sentido opuesto al de Teoría Crítica. Pensemos, por ejemplo, en Benjamin: no se va de Paris, cuando su vida peligra, porque allí se encuentra "como en lo alto de un mástil", en un lugar privilegiado para entender lo que está pasando. Esto quiere decir que el exilio se convierte en una fuerza hermenéutica con la que re-interpreta la ciudad de Paris, transformándola en un cuarto de estar. La experiencia de marginalidad alimenta su teoría de la exclusión y de lo superfluo: lo observamos en Benjamin, pero también en Arendt que no forma parte de la Teoría Crítica.
            Con esa experiencia elaboran la figura del "forastero" (Simmel), de la "freischwebende Intelligenz" (Mannheim), de la "acontemporaneidad" (Bloch). Nada de esto ocurre con Sánchez Vázquez que pone el acento en lo que hicieron los hombres del exilio pero no reivindica ningún "Geist" específico que dimane de esa experiencia. Otro asunto que habría que aclarar es si realmente hacían una filosofía tan atemporal. En otros lugares reconoce los límites al pensar que imponía la pertenencia al Partido Comunista que él sorteaba abordando temas marginales a la preocupación comunista: la literatura, la estética. Esto nos lleva  a pensar que no se puede disociar lo que Sánchez Vázquez pensaba del exilio con la política del Partido Comunista sobre el exilio.
            Se puede decir ya que al marxista que es Sánchez Vázquez el exilio no le da que pensar y en eso se diferencia de otros marxistas que sí les dio que pensar, por ejemplo, a Benjamin o Adorno.

            2. Eso no quiere decir que sea irrelevante. Lo es pero como experiencia personal.
Paloma Ulacia y James Valender que le entrevistan en 1995  le preguntan: ¿"Vd. habrá escrito cosas muy interesantes sobre su experiencia como exiliado..?"(2). Y Sánchez Vázquez  responde con toda sinceridad: "escribí un trabajo, "Fin del exilio y exilio sin fin". El entrevistado reconoce que ha escrito algo, unos folios, pero poco importantes si les analizamos porque ¿qué es lo que dice en ellos?. Le preocupa poner distancia respecto a Gaos, otro exiliado, cuya tesis del transterrado es prototipo de esa descapitalización semántica del exilio. De Gaos habla desde luego con todo respeto. "Gaos era un hombre muy sincero y muy honesto y no creo que elaborara esta tesis por cuestiones de conveniencia", dice, respondiendo a una insinuación de si con esa tesis quería ganarse al poder mexicano. Pero a Sánchez Vázquez algo le dice existencialmente el exilio que no le dice a Gaos. El término acuñado por Gaos de transterrado quería decir  "simplemente habíamos cambiado de tierra". Eso  le resulta demasiado simple. El exilio es ciertamente más que eso porque el exilio va unido a una terrible experiencia histórica que era altamente significativa: "habíamos sufrido un golpe terrible al ser arrancados de nuestra tierra, quedándonos sin raíz, en vilo" (SV, 1997, 189). Y pasa entonces a hacer una especie de fenomenología de la experiencia del exiliado: eran unos desarraigados que estaban en otro tierra pero "pensando constantemente en la otra". Cuenta entonces dos anécdotas que dan idea de lo dramático que era ese desarraigo. Por un lado, no podían permitirse renunciar a la provisionalidad, no podían permitirse bajar los brazos y reconciliarse con su situación.  De eso se encargaba un tal Gabriel García Maroto que "recorría inquisitorialmente las casas de exiliado para averiguar si habían comprado muebles...Eso significaba que empezaban a pensar en quedarse y eso no...había que estar con las maletas siempre empacadas, listas para la vuelta" (ib). Pero, por otro, cuando volvían a España experimentaban que no podían irse de México. Y habla de "los que volvieron a España en los años sesenta "...según me contaron, se reunían en Madrid, en un café,...para no hablar más que de México" (ib).
              Descubre así que el exilio es una condición insuperable. Lo descubre el día que puede volver. Es entonces cuando surgen las contradicciones más extremas. Se puede volver si se quiere pero ¿"se puede querer?"...En ese momento el exiliado descubre que "el tiempo no ha pasado impunemente y que tanto si vuelve como si no vuelve, jamás dejará de ser un exiliado...Al cabo del largo periplo del exilio, escindido más que nunca, el exiliado se ve condenado a serlo para siempre" (SV, 1997, 47).
          Lo que se deduce de su valoración del exilio es la experiencia personal, subjetiva, pero sin trascendencia política o filosófica

            3. Sobre la dimensión política del exilio Sánchez Vázquez es muy explícito en una conferencia del  año 1997 ante camaradas y amigos en Madrid (3). La tesis que defiende es que "la emigración dejó de ser una fuerza política viva hace ya años. Es aquí (en el interior) donde, desde hace ya bastante tiempo, se decide el destino del país".
            Lo que está diciendo es que "la emigración intelectual desempeñó un papel positivo en los primeros años de la postguerra", pero eso se ha acabado. El exilio no aporta nada a la política del momento ¿por qué? porque tiene el reloj parado en el 39, porque están llenos de experiencias traumáticas, "de prejuicios, fobias y anacronismos políticos....que dificultan la reconciliación nacional" (SV, 1985, 162). Ha dejado caer la palabra clave, la reconciliación nacional, que es la consigna del Partido Comunista. La política del momento exige reconciliación nacional y el exilio es un estorbo. La consigna se impone al análisis posible del intelectual marxista. Su marxismo (su militancia comunista) no le permite interpretar creativamente su experiencia para el momento presente.
            Entonces, ¿qué tiene que hacer ese "intelectual marxista militante"? Jubilarse políticamente, es decir, contribuir a "la creación de una gran cultura con los pueblos de España"...y con el pueblo (aunque recuerda con humor la salida de Machado: "escribir para el pueblo, qué más quisiera yo"). Es una respuesta vacía, ingenua que resulta ser muy reveladora. Dice Sánchez Vázquez: "lo decisivo para forjar esta cultura es ponerse junto a las fuerzas políticas del pueblo que luchan hoy por crear las condiciones políticas indispensables para ello. Y esta es, hoy por hoy, la tarea fundamental, no sólo política, sino intelectual" (SV, 1985, 164). La tarea del intelectual es apoyar la lucha del pueblo, es decir, legitimar la política que ha decidido Santiago Carrillo.
            Contrasta esta actitud, motivada por el plan del PC sobre la reconciliación, con la postura de María Zambrano en su "Carta del exilio", de 1961, que va en dirección contraria.

            4. Finalmente el tema del olvido del exilio. Sánchez Vázquez  lamenta el olvido del exilio. Dice:  "la gente ignora lo que significó el exilio, como también cierra los ojos ante lo que representó la guerra civil... La gente, las autoridades, procuran evitar las referencias al pasado" (SV, 1997, 190).  Lo escribe doce años después de su "reencuentro en Madrid" con intelectuales amigos. Reconoce honestamente que "en España se ha logrado cierta convivencia democrática"....pero al precio "de cierto olvido"...Y eso duele a quien "ha sufrido a manos de ellos (los franquistas) incluso la tortura. Es terrible el precio en olvido o silencio que hay que pagar por la convivencia" (ib).

            Esto es muy interesante: se critica que el precio de la convivencia sea el olvido de los sufrimientos padecidos. Pero aquí se imponen dos consideraciones. La primera es que quien propicia el olvido son aquellos que han defendido la "reconciliación nacional" que ni era reconciliación ni era nacional. Son ellos los que en primer lugar han hecho irrelevante el exilio en la transición política. También deberíamos preguntarnos qué pasaría si queremos fundamentar la convivencia en la memoria del sufrimiento. Habría que hacer valer, en primer lugar, la importancia teórica del sufrimiento, cosa a la que no eran muy dedicados los intelectuales marxistas exiliados, y, segundo, habría que analizar cómo sería la mirada de un exiliado de una guerra civil que hace uso de la memoria: tendría que pensar en el daño, en el daño recibido y también debería pensar en el daño causado. Habría que hacer un largo camino que no debería llevar muy lejos de aquel punto al que llegó Azaña y desde el que pidió "paz, perdón, piedad".


Reyes Mate (Guión de la intervención en el  II Simposio Internacional sobre "Pensamiento político del exilio. Marxismo, anarquismo y socialismo", el 21 de febrero  del 2014, en el CCHS-CSIC, Madrid).


Notas:
(1) Sánchez Vázquez, A., 1985, Ensayos marxistas sobre historia y política, Ediciones Océano, México.
(2) "Entrevista de Paloma Ulacia y James Valender", en  Sánchez Vázquez, A., 1997,  Recuerdos y reflexiones del exilio, Gexel, Barcelona, 165-190.
(3) "Reencuentro en Madrid", en Sánchez Vázquez, A., 1985, Ensayos marxistas sobre historia y política,  Ediciones Océano, México,  161-165.

Bibliografía citada:
- Sánchez Vázquez, A., 1985, Ensayos marxistas sobre historia y política, Ediciones Océano, México.
- Sánchez Vázquez, A., 1997, Recuerdos y reflexiones del exilio, Gexel, Barcelona.