1. El objetivo de esta mesa es el
marxismo de Sánchez Vázquez, un punto en el que yo no me siento competente, pero
sobre el que me atrevo a intervenir porque
tengo aquí unos "Ensayos marxistas sobre historia y política"(1),
que me regaló el propio Sánchez Vázquez, en los que podemos presumir que lo que
dice SV, lo dice como "intelectual marxista". Uno de los temas que
aborda es el exilio, así que me voy a fijar en lo que dice el intelectual
marxista sobre el exilio.
Lo primero que dice es que el exilio no es un
asunto mayor, no es un factor de peso en la visión marxista de la sociedad. Dice
el autor: "no podemos decir que el exilio marque con un rasgo o un matiz
propio a la filosofía. Es decir, lo que han hecho los filósofos del exilio, lo
han hecho independientemente de las circunstancias peculiares o personales que
les permitieron desarrollar aquí". Es decir, el exilio no ha sido objeto
de reflexión. No es una experiencia -una "circunstancia", se dice-
que dé que pensar al marxista que es Sánchez Vázquez.
"Pero esto no quiere decir,
añade, que la realidad del exilio no influya en su filosofía". Ha
influido, a veces en los temas (uno no puede sustraerse de los problemas del
lugar en que se encuentra), a veces en los autores tratados (los colegas del
lugar, las tradiciones de México)... "pero no creo que pueda decirse que
la filosofía hecha aquí lleva la marca del exilio" (SV, 1985, 164)
Me parece una confesión de capital
importancia pues supone una "des-significación" del exilio, de la
guerra, de la violencia... del sufrimiento. Su marxismo va en sentido opuesto
al de Teoría Crítica. Pensemos, por ejemplo, en Benjamin: no se va de Paris,
cuando su vida peligra, porque allí se encuentra "como en lo alto de un
mástil", en un lugar privilegiado para entender lo que está pasando. Esto
quiere decir que el exilio se convierte en una fuerza hermenéutica con la que
re-interpreta la ciudad de Paris, transformándola en un cuarto de estar. La
experiencia de marginalidad alimenta su teoría de la exclusión y de lo superfluo:
lo observamos en Benjamin, pero también en Arendt que no forma parte de la
Teoría Crítica.
Con esa experiencia elaboran la
figura del "forastero" (Simmel), de la "freischwebende
Intelligenz" (Mannheim), de la "acontemporaneidad" (Bloch). Nada
de esto ocurre con Sánchez Vázquez que pone el acento en lo que hicieron los
hombres del exilio pero no reivindica ningún "Geist" específico que
dimane de esa experiencia. Otro asunto que habría que aclarar es si realmente
hacían una filosofía tan atemporal. En otros lugares reconoce los límites al
pensar que imponía la pertenencia al Partido Comunista que él sorteaba
abordando temas marginales a la preocupación comunista: la literatura, la
estética. Esto nos lleva a pensar que no
se puede disociar lo que Sánchez Vázquez pensaba del exilio con la política del
Partido Comunista sobre el exilio.
Se puede decir ya que al marxista
que es Sánchez Vázquez el exilio no le da que pensar y en eso se diferencia de
otros marxistas que sí les dio que pensar, por ejemplo, a Benjamin o Adorno.
2. Eso no quiere decir que sea
irrelevante. Lo es pero como experiencia personal.
Paloma
Ulacia y James Valender que le entrevistan en 1995 le preguntan: ¿"Vd. habrá escrito cosas
muy interesantes sobre su experiencia como exiliado..?"(2). Y Sánchez
Vázquez responde con toda sinceridad:
"escribí un trabajo, "Fin del exilio y exilio sin fin". El
entrevistado reconoce que ha escrito algo, unos folios, pero poco importantes
si les analizamos porque ¿qué es lo que dice en ellos?. Le preocupa poner
distancia respecto a Gaos, otro exiliado, cuya tesis del transterrado es prototipo de esa descapitalización semántica del
exilio. De Gaos habla desde luego con todo respeto. "Gaos era un hombre
muy sincero y muy honesto y no creo que elaborara esta tesis por cuestiones de
conveniencia", dice, respondiendo a una insinuación de si con esa tesis
quería ganarse al poder mexicano. Pero a Sánchez Vázquez algo le dice
existencialmente el exilio que no le dice a Gaos. El término acuñado por Gaos
de transterrado quería decir "simplemente habíamos cambiado de
tierra". Eso le resulta demasiado
simple. El exilio es ciertamente más que eso porque el exilio va unido a una
terrible experiencia histórica que era altamente significativa: "habíamos
sufrido un golpe terrible al ser arrancados de nuestra tierra, quedándonos sin
raíz, en vilo" (SV, 1997, 189). Y pasa entonces a hacer una especie de
fenomenología de la experiencia del exiliado: eran unos desarraigados que
estaban en otro tierra pero "pensando constantemente en la otra".
Cuenta entonces dos anécdotas que dan idea de lo dramático que era ese
desarraigo. Por un lado, no podían permitirse renunciar a la provisionalidad,
no podían permitirse bajar los brazos y reconciliarse con su situación. De eso se encargaba un tal Gabriel García
Maroto que "recorría inquisitorialmente las casas de exiliado para
averiguar si habían comprado muebles...Eso significaba que empezaban a pensar
en quedarse y eso no...había que estar con las maletas siempre empacadas,
listas para la vuelta" (ib). Pero, por otro, cuando volvían a España experimentaban
que no podían irse de México. Y habla de "los que volvieron a España en
los años sesenta "...según me contaron, se reunían en Madrid, en un
café,...para no hablar más que de México" (ib).
Descubre así que el
exilio es una condición insuperable. Lo descubre el día que puede volver. Es
entonces cuando surgen las contradicciones más extremas. Se puede volver si se
quiere pero ¿"se puede querer?"...En ese momento el exiliado descubre
que "el tiempo no ha pasado impunemente y que tanto si vuelve como si no
vuelve, jamás dejará de ser un exiliado...Al cabo del largo periplo del exilio,
escindido más que nunca, el exiliado se ve condenado a serlo para siempre"
(SV, 1997, 47).
Lo que se deduce de su valoración
del exilio es la experiencia personal, subjetiva, pero sin trascendencia
política o filosófica
3. Sobre la dimensión política del
exilio Sánchez Vázquez es muy explícito en una conferencia del año 1997 ante camaradas y amigos en Madrid (3).
La tesis que defiende es que "la emigración dejó de ser una fuerza
política viva hace ya años. Es aquí (en el interior) donde, desde hace ya
bastante tiempo, se decide el destino del país".
Lo que está diciendo es que "la
emigración intelectual desempeñó un papel positivo en los primeros años de la
postguerra", pero eso se ha acabado. El exilio no aporta nada a la
política del momento ¿por qué? porque tiene el reloj parado en el 39, porque
están llenos de experiencias traumáticas, "de prejuicios, fobias y
anacronismos políticos....que dificultan la reconciliación nacional" (SV,
1985, 162). Ha dejado caer la palabra clave, la reconciliación nacional, que es
la consigna del Partido Comunista. La política del momento exige reconciliación
nacional y el exilio es un estorbo. La consigna se impone al análisis posible
del intelectual marxista. Su marxismo (su militancia comunista) no le permite
interpretar creativamente su experiencia para el momento presente.
Entonces, ¿qué tiene que hacer ese
"intelectual marxista militante"? Jubilarse políticamente, es decir, contribuir
a "la creación de una gran cultura con los pueblos de España"...y con
el pueblo (aunque recuerda con humor la salida de Machado: "escribir para
el pueblo, qué más quisiera yo"). Es una respuesta vacía, ingenua que
resulta ser muy reveladora. Dice Sánchez Vázquez: "lo decisivo para forjar
esta cultura es ponerse junto a las fuerzas políticas del pueblo que luchan hoy
por crear las condiciones políticas indispensables para ello. Y esta es, hoy
por hoy, la tarea fundamental, no sólo política, sino intelectual" (SV,
1985, 164). La tarea del intelectual es apoyar la lucha del pueblo, es decir,
legitimar la política que ha decidido Santiago Carrillo.
Contrasta esta actitud, motivada por
el plan del PC sobre la reconciliación, con la postura de María Zambrano en su
"Carta del exilio", de 1961, que va en dirección contraria.
4. Finalmente el tema del olvido del
exilio. Sánchez Vázquez lamenta el
olvido del exilio. Dice: "la gente
ignora lo que significó el exilio, como también cierra los ojos ante lo que representó
la guerra civil... La gente, las autoridades, procuran evitar las referencias
al pasado" (SV, 1997, 190). Lo
escribe doce años después de su "reencuentro en Madrid" con
intelectuales amigos. Reconoce honestamente que "en España se ha logrado
cierta convivencia democrática"....pero al precio "de cierto
olvido"...Y eso duele a quien "ha sufrido a manos de ellos (los
franquistas) incluso la tortura. Es terrible el precio en olvido o silencio que
hay que pagar por la convivencia" (ib).
Esto es muy interesante: se critica
que el precio de la convivencia sea el olvido de los sufrimientos padecidos. Pero
aquí se imponen dos consideraciones. La primera es que quien propicia el olvido
son aquellos que han defendido la "reconciliación nacional" que ni era
reconciliación ni era nacional. Son ellos los que en primer lugar han hecho
irrelevante el exilio en la transición política. También deberíamos preguntarnos
qué pasaría si queremos fundamentar la convivencia en la memoria del
sufrimiento. Habría que hacer valer, en primer lugar, la importancia teórica
del sufrimiento, cosa a la que no eran muy dedicados los intelectuales
marxistas exiliados, y, segundo, habría que analizar cómo sería la mirada de un
exiliado de una guerra civil que hace uso de la memoria: tendría que pensar en
el daño, en el daño recibido y también debería pensar en el daño causado. Habría
que hacer un largo camino que no debería llevar muy lejos de aquel punto al que
llegó Azaña y desde el que pidió "paz, perdón, piedad".
Reyes Mate (Guión de la intervención en el II Simposio Internacional sobre "Pensamiento político del exilio. Marxismo, anarquismo y socialismo", el 21 de febrero del 2014, en el CCHS-CSIC, Madrid).
Notas:
(1) Sánchez Vázquez, A., 1985, Ensayos marxistas sobre historia y política,
Ediciones Océano, México.
(2) "Entrevista de Paloma
Ulacia y James Valender", en
Sánchez Vázquez, A., 1997, Recuerdos y reflexiones del exilio,
Gexel, Barcelona, 165-190.
(3) "Reencuentro en
Madrid", en Sánchez Vázquez, A., 1985,
Ensayos marxistas sobre historia y política, Ediciones Océano, México, 161-165.
Bibliografía
citada:
- Sánchez
Vázquez, A., 1985, Ensayos marxistas
sobre historia y política, Ediciones Océano, México.
- Sánchez Vázquez, A., 1997, Recuerdos y reflexiones del exilio,
Gexel, Barcelona.