1. El
fragmento no es el discurso. Tampoco es una parte del mismo porque, como decían
los antiguos, "pars et totum quemadmodum sunt idem", y el fragmento está en guerra contra el todo. El fragmento
se opone al discurso de la misma manera que los significantes se oponen al conocimiento que de ellos se tiene,
conscientes como son de que significan mucho más que lo que ese conocimiento
alcanza. Fragmento y discurso o verdad y conocimiento son formas de expresar
dos representaciones de la realidad que no son complementarias sino rivales.
El discurso se mueve como un sultán
en su harem (1) imponiendo el nombre a voluntad y nombrando a las mujeres que
lo habitan como si fueran cosas. El discurso tiene la pretensión de dar sentido
a lo que hay, de crear hermenéuticamente lo que narra, imitando a la palabra
divina que con su poder creó el mundo.