22/1/18

¿Cómo leer a Walter Benjamin? (*)

            A este perdedor le van bien las cosas. Se le edita y se le cita como una autoridad indiscutible. Está a punto de convertirse en objeto de veneración y consumo, justo lo contrario de lo que él pretendió. Este éxito tiene el inconveniente de mellar su aguijón crítico y, por tanto, de traicionar su pensamiento. La cosa tiene su gracias si observamos que su escritura es todo menos de fácil digestión. Hay frases e imágenes brillantes, pero su textura es críptica y árida. ¿Cómo leer a Benjamin para sortear tantas trampas?

21/1/18

Pobreza, palabra con encanto

            Dicen que la palabra del año es aporofobia que significa odio al pobre. Celebrada por académicos y pensadores, hay que señalar que se inventó para dejar bien claro que el miedo a los inmigrantes es, en realidad, miedo al pobre. No nos preocupan el moro o el negro por ser distintos sino por ser pobres. Cuando son ricos les tendemos una alfombra para que pisen a gusto.

            Pobres siempre ha habido siendo la pobreza una fuente de creación literaria. Marx, por ejemplo, se inventó la palabreja Lumpen para designarles. Lumpen significa trapero. La diferencia entre el lumpen y la aporofobia es que esta palabra se usa para denunciar el odio al pobre y aquélla para fomentarle. Marx odiaba al pobre porque no producía nada de valor. Lo que admiraba era al Proletariado que, al estar compuesto por trabajadores, hacían, estos sí, andar las ruedas de la historia. El trapero, sin embargo, era un parásito que no merecía ninguna consideración. Hemos pasado de la apología del odio a su denuncia.