Manuel Reyes Mate es filósofo y profesor del Instituto de Filosofía del CSIC. Se ha dedicado, principalmente, a la investigación de la dimensión política de la razón, de la historia, de la ética y de la memoria. En 2009 recibió en España el Premio Nacional de Literatura por su ensayo "La herencia del olvido" (Errata Naturae), en el cual examina la importancia de la memoria histórica en la construcción de una sociedad justa. Desde "Memoria de occidente" (Anthropos, 1997) y "La razón de los vencidos" (Anthropos, 2008), libros anteriores, este filósofo español ha puesto la memoria en el centro del debate. En su libro más reciente, "El tiempo, tribunal de la historia" (Trotta, 2018), Reyes Mate critica la tradición filosófica, que considera incapaz de responder a las catástrofes de la razón ilustrada, simbolizada por Auschwitz, proponiendo una "razón anamnética" para abordar las catástrofes históricas, rechazando la visión dominante del progreso y adoptando una que valore la reparación y la justicia inmediatas.
El 7 de junio de 2024, en la plataforma Letras Libres, reflexionó sobre la reciente firma, por parte del personal del CSIC, del "Manifiesto por Palestina". Dicho manifiesto, siguiendo la tónica universitaria estadounidense, pide suspender toda relación académica con instituciones israelíes que no presenten un compromiso firme con la paz.
En relación a dicho texto, "Lo que oculta el manifiesto por Palestina", quisiéramos preguntarle:
Oriente Medio News: Usted dice que España en particular, pero Europa en general, se han convertido en juez y parte de este conflicto, dado que la creación del Estado Moderno de Israel se funda en una larga historia de exclusión y persecución del pueblo judío. ¿Por qué cree usted que Europa (salvo Alemania probablemente) no ha podido tomar responsabilidad seria por la construcción de un imaginario de odio y sus consecuencias fácticas?
Reyes Mate: Por la misma razón que se pensó y se sigue pensando que Auschwitz es un asunto de judíos y alemanes. No se quiere reconocer que aquella catástrofe tuvo que ver con un antisemitismo histórico, bien cultivado en España, que nos hacía responsables. Digo que somos parte del problema porque el sionismo, es decir, la opción nacionalista, solo aparece cuando el pueblo judío ha hecho la dolorosa experiencia de que los demás pueblos no le permiten vivir en diáspora, que era su propio modelo de convivencia. Las expulsiones, por un lado, y el fracaso de la asimilación, por otro, explican, entre otras causas, la legítima aspiración a tener un territorio propio. Como ese es el origen de la cuestión palestina, del que somos concausa, es por lo que no tiene sentido autoerigirse en juez. El Manifiesto manifiesta un tono de superioridad moral que me parece penoso y ridículo. Y no digo que no haya que hacer algo, pero desde la conciencia de la propia responsabilidad. Para empezar, detectar los gestos antisemitas ocultos en nuestra cultura.
OMN: Usted menciona que el conflicto israelo-palestino es un símbolo de la cuestión judía moderna, similar a la discriminación política del siglo XIX. ¿Podría elaborar más sobre esta analogía y su relevancia en la actualidad?