Quiero dar las gracias a la familia Portales y demás organizadores del acto por la invitación a expresar en voz alta los sentimientos que seguramente compartimos.
Este homenaje es un acto de justicia
que debemos a la víctima de la violencia franquista y también es un acto cívico
con su correspondiente significación política y moral.
Es, en primer lugar, un acto de
justicia que debemos a alguien que, siendo inocente, fue tratado como un
delincuente, condenado a la edad de 69 años a 12 años de cárcel.
Francisco Portales era un maestro de
la República, condenado por ser leal, muerto por enseñar a leer (su muerte fue
el resultado de una paliza en la cárcel por enseñar a leer a otros presos), y
todavía desaparecido por incuria del Estado.
Se suele decir que la Segunda República era una "república de maestros" por la importancia que se dio a la educación, de ahí la extrema represión del cuerpo de maestros por el régimen franquista.