17/11/14

El tiempo se acaba

            Alternan titulares que anuncian catástrofes del estilo "colapso de la civilización", "sólo un giro radical detendrá el cambio climático" o "si no reducimos la población, lo hará la naturaleza", con otros que abren a la esperanza como, por ejemplo, los logros de la ciencia capaces de corregir los fallos de la naturaleza y hasta las impotencias de la ética.

            Lo uno por lo otro, decimos, y pasamos página porque siempre ha habido problemas y el ser humano se las ha ingeniado para salir adelante. Lo nuevo es que los avisadores del fuego no son ya radicales enrabietados sino instituciones como la ONU o la NASA o científicos bien situados.

            La música de estas coplas viene de lejos, del famoso informe sobre límites del crecimiento del Club de Roma, 1972. La diferencia entre aquellos avisos y las noticias actuales es que el tiempo no ha pasado en vano.

Los trenes del obispo

            El obispo de Alcalá, que está contra el aborto, niega al Estado legitimidad para legislar sobre la despenalización de quien lo practique.  Es tan encendida su oposición que la ilustra con argumentos truculentos –esa ley garantizaría “el derecho a matar a un inocente”- y con una potente imagen: “el Tren de la Libertad, como los trenes de Auschwitz, debería llamarse el tren de la muerte”.

            Los jerarcas de la Iglesia católica gustan de comparar el aborto con imágenes impactantes. Primero fue con ETA y ahora que ETA anda de capa caída, con Auschwitz.

2/11/14

El Marx que no quería ser marxista

            A finales de lo ochenta la revista liberal, Newsweek, anunciaba al mundo la muerte de Marx, que fue celebrada por Francis Fukuyama -el autor de un mal libro,  El Fin de la historia, pero encumbrado por los poderes fácticos a evangelio de los nuevos tiempos- como el triunfo definitivo de la democracia liberal. En los años noventa se procedió al entierro oficial del marxismo, el fantasma que según El Manifiesto Comunista recorría Europa aterrorizando a la Santa Alianza, es decir, al Papa, al Zar y al Tío Sam.

            Tras 75 años de experimentación fracasaba el proyecto comunista, inspirado en el marxismo, debido a la fuerza de sus adversarios y también a sus colosales errores: fallaron sus previsiones y, sobretodo, construyó un monstruoso sistema político donde era difícil encontrar huellas del espíritu emancipador que anunció su fundador. La muerte de Marx parecía no tener vuelta de hoja.

Memoria y construcción de la identidad colectiva

            1. Por los campo de Castilla abundan en verano cursos estivales  en torno al tema de "las tres culturas".  Ávila, Segovia, Medina del Campo, Cuéllar, Olmedo o Arévalo son lugares en los que no es difícil imaginarse una mezquita en lo que hoy es iglesia o un minarete tras lo que hoy es una torre adosada a alguna ermita. El tono de las intervenciones suele ser autocomplaciente porque nos sentimos herederos de un pasado de tolerancia instaurado mucho antes de que los  Locke, Voltaire o Lessing sentaran las bases de la tolerancia moderna.

            Lo que en esos casos solemos olvidar es que de donde realmente venimos es de la negación de las tres culturas. Nosotros no somos herederos de la convivencia sino de su negación. La España que ha llegado a nosotros tuvo por cimiento la expulsión de los judíos y de los moriscos.

27/10/14

Víctimas y delincuentes

            El mes de agosto nos ha regalado la noticia de la aparición de Guido Carlotto, el nieto de la abuela argentina que se ha pasado la vida buscando al niño desaparecido. "Guido", nombre que le había dado la madre asesinada por la dictadura militar, era en realidad "Ignacio", como le llamaba la familia adoptiva.

            En el momento del encuentro contrastaba el rostro de la abuela, iluminado con la alegría de quien había logrado por fin ganar la batalla al olvido, con la de Ignacio-Guido, un hombre de 37 años, que había tenido hasta ese momento "una vida extraordinariamente feliz", según sus palabras, ignorando, eso sí, su destino.

            La sociedad argentina ha celebrado la aparición del niño desaparecido que hace en número 114. Quedan muchos más y seguirá la lucha, ahora con el refuerzo del nieto de Laura Carlotto.

            A los españoles les puede sorprender que la sociedad argentina viva pendiente de sus desaparecidos, cuando aquí son legión y sólo les acompaña la indiferencia de los contemporáneos. Pero se sorprendería todavía más si tomara nota de la valentía con la que se abordan los aspectos más turbios de todo ese pasado. No me refiero a lo que hicieron los militares y sus secuaces, que de eso ya se han encargado los tribunales, sino a lo que hicieron las víctimas. Y esto sí que es un asunto extremadamente delicado.

El barroco, un mundo que retrata la miseria presente

            El éxito de La Vida es Sueño, de Calderón de la Barca, que ha tenido lugar en Madrid, en el otoño del 2012, ha tenido mucho que ver con la interpretación  tan convincente de Blanca Portillo, en su papel de Segismundo, sin olvidar el resto del reparto; con la dirección tan segura de Helena Pimenta; con la versión tan depurada de Juan Mayorga.  Ahí están sin duda las claves del éxito. Pero no habría que descartar otro factor que tiene que ver con el público siempre pronto a asistir a una buena representación de una obra clásica. Este público que ha agotado todas las plazas del Teatro Pavón de Madrid, vive angustiado por una crisis de dimensiones epocales. Habría que preguntarse si ese estado de ánimo es ajeno a la respuesta.  Hay quien ha visto en el barroco, la cultura envolvente de La Vida es Sueño, un adelanto del siglo XX. Calderón nos convocaría porque nos sentimos expresados. Este es el contexto de las siguientes reflexiones en las que, de la mano del autor del Origen del drama barroco alemán, Walter Benjamin, voy a desarrollar la idea de la complicidad entre el barroco y nuestro tiempo.

10/10/14

De exilios y expulsiones. Por una revisión de la cuestión nacional

Presentación

            El título de esta conferencia es equívoco. Parecería que aprovechaba la ocasión para intervenir en el debate catalán sobre el soberanismo o sobre el nacionalismo en el Estado de Israel. No es esa mi intención. Quiero hablar del exilio como diáspora, una figura que, vista desde el holocausto, obliga a revisar conceptos políticos claves, tales como Estado, nación o ciudadanía, pero no sólo aquí sino por doquier.

            1. En Berlin acaban de terminar unas jornadas dedicadas a la "Escuela de Madrid" que han terminado con un debate entre un alemán y un español sobre "la teodicea después de Auschwitz (1). Es fácil imaginarse la cara de los españoles ante la propuesta alemana pues ¿qué tendrán que ver Ortega o Gaos con los campos de exterminio?  Una rareza en España pero no en Berlin.

            En la presentación del debate, el coordinador alemán, el Dr. Stascha Röhmer, estableció con toda naturalidad la relación al recordar que la Escuela de Madrid ha ligado su destino a la Guerra Civil y del exilio republicano

             La Guerra Civil es una estación del proceso histórico que lleva a los campos. Nos podríamos remitir aquí al libro de Félix Santos, 2012, Españoles en la Alemania nazi. Testimonis del III Reich entre 1933 y 1945 (2). Lo que ahí resulta manifiesto es, en primer lugar, la conciencia de que se estaba jugando el destino de Europa. Eso lo sabían los falangistas más ideologizados (Ridruejo, Tovar, Laín, etc.) y, también,  los dirigentes republicanos. Los falangistas encuadraban el fascismo en el seno de una tradición también  española en la que asuntos como la pureza de sangre o la quema de libros sonaba a sabido.

            Del repaso a ese momento de nuestra historia se desprende que si hay un pueblo que no puede ni debe olvidar Auschwitz es España. Pese a ser el único pueblo que luchó contra el fascismo, en una Guerra Civil, fue el único que sucumbió al fascismo, incluso después de la derrota del fascismo. No se sabe que alemanes, italianos, franceses o belgas articularan su oposición al fascismo en una guerra civil. Hubo, sí, resistencia, pero eso es de otro orden, infinitamente menor. De esa contienda sacaron beneficio los vencedores (Aliados) y los vencidos (Alemania e Italia), pero no España. No hay que olvidar que Franco siguió, tras 1945, porque interesaba a los Aliados, no porque conviniera a la democracia. Y esa decisión ha marcado el futuro de España. Por eso España quería tanto una Unión Europea, sobre todo si esta nacía como respuesta a la experiencia de la barbarie que en España se prolongó hasta mucho tiempo después de que el nazismo fuera vencido. A España sólo le puede salvar  una UE con memoria histórica. Todo esto para decir que hay relación entre judaísmo y Guerra Civil y, dado que el exilio fue generado por la guerra, entre judaísmo y exilio.

            Hablemos pues del exilio. Algunos exiliados como Max Aub relacionan el exilio con el destino judío: su obra San Juan, avanza en años el tema de "Exodus"; sus títulos "Campos" evocan los Konzentrationslager. Zambrano recurre al lenguaje judío para caracterizar su visión radical del exiliado como diáspora. Es en la interpretación del exilio como diáspora donde podemos ver la gran complicidad entre exilio republicano y judaísmo.

             Para un estudio más minucioso del exilio viene bien el escrito que Aranguren publica en la revista Cuadernos Hispanoamericanos, (febrero del 1953) (3), titulado “La evolución espiritual de los intelectuales españoles en la emigración”. Según comenta Aranguren en la entrevista a Muguerza, publicada en 1993, "la tesis de mi artículo era que, aunque separados por la guerra civil, los intelectuales españoles continuábamos formando una  única comunidad y no podíamos ignorarnos mutuamente ni perseverar en la incomunicación”.

            Habida cuenta de las circunstancias que vivían unos y otros, hablar de comunidad era una sorpresa: ¿de qué comunidad habla Aranguren?.De una compuesta por situaciones opuestas: por un lado, la "España peregrina", la del exilio, que ni siquiera puede ser llamada por su nombre (se habla más bien de "emigrantes", como en la copla de Juanito Valderrama que, como él mismo reconocía,  se trataba de los exiliados. Luego se desliza hasta el término "desterrados"). Las de los sin tierra. Por otro, los de dentro, con tierra. Y ¿qué tenían en común unos y otros? la trascendencia de su propia situación: los sin tierra buscan el arraigo y los con tierra, un estar en el vasto mundo de los hombres -la humanidad- del  que la tierra les privaba. Aunque lo que a Aranguren le interesa es la creación de una "comunidad intelectual" (léase: no política), no es eso, creo yo, lo más interesante de su artículo. No consiguió aunar esfuerzos en esa dirección aunque algunos le agradecieron el intento. Incluso eso le dejaron bien claro que sin el componente político, la comunidad espiritual no tenía recorrido alguno. Lo que, sin embargo,  me parece de actualidad son sus reflexiones sobre el exilio y eso es lo que yo quisiera rescatar.

            Para Aranguren  la situación del exiliado es un asunto mayor, no una circunstancia menor, por eso dice que " imprime carácter". Lo que la caracteriza es ser una situación impuesta violentamente; que, además,  resulta dramática pues supone una pérdida irreparable: aunque el exiliado quiera volver, nunca encontrará ya lo que deja atrás. El exiliado vive el exilio como un desgarramiento interno - pierde las raíces y no podrá tener otras- al tiempo que despliega una solidaridad con los otros exilios, sobre todo con los "moros y judíos" (una referencia  que provoca la mofa de Aranguren, como si lo del exilio republicano no fuera para tanto y se dejaran llevar por " el gusto nostálgico"...).

            Pero los exiliados comparan pues su situación con la de los judíos y moriscos. ¿Qué es lo que tienen en común?  Ser extranjero de por vida o, como decía Juan Ramón Jiménez, "no ser de ningún otro país ni nunca ya español" y  tener que renunciar a una identidad convencional (Aranguren, 1953, 134). El ser español del exiliado consiste en no serlo (español).

             Detengámonos en esta relación entre exilio y diáspora . Max Weber lo explica diciendo que con el exilio se produce un salto cualitativo en la comprensión del monoteísmo.  Que el único templo  del Dios único sea destruido, que el pueblo elegido sea llevado en cautividad, que tengan que vivir y hablar de acuerdo con la nueva situación, todo eso fue vivido como una gran catástrofe, como una Shoah, que atentaba no sólo a la autoestima del pueblo que se decía elegido, sino a la esencia misma del Dios en el que creían. ¿Cómo digerir todo eso? ¿cómo fiarse de un Dios que se presenta como todopoderoso y que permite que su pueblo sea llevado en cautividad? ¿cómo rendir culto a Dios si el único templo permitido ha sido destruido? Los profetas se ven obligados a reinterpretar el significado de los contenidos religiosos cargándoles de significación escatológica: en vez de esperar una vuelta a la tierra de origen, orientan las expectativas hacia “el día de Yahvé”. Asumen el exilio como forma de identidad política y dan a los componentes clásicos de la identidad colectiva (la lengua, la tierra, la religión), una significación simbólica. La diáspora es un exilio que hace del mismo una forma de existencia,  al precio de establecer una relación simbólica y no real con la lengua, la tierra y la religión. No dirá, como el exiliado Semprún,  que su patria es la lengua española, en la que se refugia y habla en la intimidad, sino que habla de "relación simbólica" en el sentido de que el hebreo es sólo una lengua ritual, de otro nivel, de un nivel significativo.

             Este tipo de exiliados apuntan en una dirección que no es la de otros que no renuncian a su tierra material. Por ejemplo,  la de  Sánchez Albornoz: "de Avila vengo y a ella iré un día, vivo o muerto, porque quiero dormir el sueño último junto a una vieja encina, bajo el alto cielo de Castilla"; o  la del poeta Juan José Domenchina: "Porque quiero llegar a mi destino/pido tierra española, de gusano/español, en mi pueblo pueblerino" (Aranguren,  1953,135).

            Partiendo de esta observación,  Aranguren establece  una tipología del exiliado que es de interés. Los hay que no pueden vivir sin tierra. Es el caso de Gaos, con su figura del transterrado. El filósofo aragonés ha desarrollado una teoría según la cual su nueva tierra, México, es una prolongación de España. Gaos no quiere renunciar a la tierra, como otros. México es su tierra, una prolongación espacial (aquí podría valer la imagen de Saramago, La balsa de piedra) y temporal (México, el futuro de la España franquista), cosa que no gusta nada a Aranguren ("reacción ingenua de quien cree que los lugares de que se aleja dejan de existir, se aniquilan con el acto mismo de la ausencia" ( Aranguren, 1953, 142). Lo que hace Gaos es proyectar la situación y el talante de transterrado "en un nuevo ideal de hispanidad", es decir, lo que hace Gaos es negarse a la situación de un "destierro permanente", al exilio como forma de existencia, y lo hace dando a su nueva situación una nueva forma de identidad: ser español es pertenecer a la hispanidad.

            Luego están los que descubren en el  exilio un forma de existencia. Estos anuncian un cambio epocal pues "preparan la conciencia del mundo para el tránsito del antiguo sentimiento natural de patria y del moderno sentimiento político de nación, a un amplio, universal sentido racional de humanidad" (Aranguren, 1953, 155). Cambio en el concepto de identidad colectiva, paso pues del nacionalismo al cosmopolitismo, del patriotismo a la humanidad: "ellos, no por virtud, sino por necesidad han superado las estrechas vinculaciones nacionales y son, quiéranlo o no, mucho más "ciudadanos del mundo" que de su perdida nacionalidad" (Aranguren, 1953,156).

            Esa nueva universalidad no es abstracta (lo que implicaría "evacuación de la españolidad") ni  consistirá tampoco en "dejarse europeizar o americanizar", sino, como quería Unamuno, "hacer efectiva la presencia hispánica en el mundo futuro"... Lo decía Gaos: "el ideal histórico de los países de lengua española no debe ser el de su "dependencia de la modernidad extranjera", (Aranguren, 1953, 156).

            2. Aquí exilio y  diáspora se encuentran. Una forma de profundizar en esta vía sería María Zambrano. Una línea fecunda, en la que Aranguren  apenas se detiene, que luego retomaré. Pero  empiezo por otra: la que nos obliga a repensar el concepto de ciudadanía, nación o Estado, es decir,  lo político, desde Auschwitz.  Para esa tarea la experiencia del exilio es fundamental. Analicemos esto.

            a) El Nuevo Imperativo Categórico  o deber de memoria nos manda  repensar lo político desde la memoria de la barbarie (nunca más, memoria, deber de memoria). Ese mandato, referido a la política, se substancia en la tesis general, según la cual, "el progreso es  fascismo". Más detalladamente lo que se quiere decir es que quedan invalidadas las instituciones políticas que llevaron a la catástrofe o no supieron impedirlo: Estado, nación , ciudadanía...¿por qué? En primer lugar, por su antisemitismo. Me remito aquí a la aguda mirada de Rosenzweig (va mucho más lejos que Sartre en "Reflexiones sobre la cuestión judía"). En segundo lugar,  porque esas  instituciones  llevaron a la catástrofe: exacerbaron el nacionalismo y cayeron en el totalitarismo (el mito del Estado  "totalidad ética" cuando lo que crea es, ad intra, dominio, y ad extra, la guerra). En tercer lugar, el apunte de Helmut Dubiel  que plantea, fiel a esta mirada crítica, construir las identidades nacionales desde lo excluido y no desde lo emergente (lengua, cultura, sangre, religión...).

             Repensar lo político significa crear una Europa unida desde la conciencia de los campos.. Vale aquí la intuición de Jorge Semprún (Europa ha funcionado mientras Alemania ha tenido memoria).  El epicentro de esa recreación política es una ciudadanía no construida desde la sangre y la tierra, sino desde  su negación, desde el exilio. Es la intuición, gran intuición, de Aranguren, que él no puede, sin embargo, desarrollar porque se niega a lo político. Pero eso sí lo hará  María Zambrano.

            3. Zambrano y el exilio.  "La Carta sobre el exilio",  publicada en 1961(4), tiene por contexto la opinión de los jóvenes opositores que piensan que ellos se valen sin necesidad del exilio, i.e., piensan que “la suerte y destino de España deben estar y estarán determinados sólo por la acción y aun por el pensamiento de ellos, los que están en España”. Para estos jóvenes inconformistas “el exilio ha dejado de existir ya, vuelva o no vuelva”.
             A María Zambrano le duele esa actitud porque los que así piensan viven en un sueño, ajeno a la realidad, pues se imaginan tener un presente o un futuro sin pasado(5).

            Caer en la tentación de despreciar el exilio es muy fácil. Carece de lugar y de nombre, como El Niño de Vallecas de Velázquez, el bufón Francisco Lezcano, para el  que León Felipe escribió "El pie para el enano de Vallecas": "De aquí no se va/ nadie. Mientras esta/cabeza rota/del Niño de Vallecas exista...Antes hay que deshacer el entuerto/antes hay que resolver este enigma". El exiliado, como el Niño de Vallecas, tiene un secreto que puede salvar no a él sino "a quien quiera recibir lo que sólo él tiene". ¿Cuál es ese secreto? El exilio aparentemente no es nada, es pasado, es margen(6). Pero tras esa intrascendencia se esconde el secreto: “somos memoria, Memoria que rescata” y libera de esa angustia que amenaza con volver. Y ¿qué recuerdan? ¿de qué son conscientes estos españoles que no quieren olvidar? “Que la historia de España está desde siglos como encantada ante un umbral: el de la guerra civil”…”Sobre la figura del exiliado se han acumulado todas las guerras civiles de la historia de España. Por todas ha tenido que ir pasando: todas las ha tenido que ir desgranando, hasta descubrir algunas no declaradas”.  Recuerda lo mismo que sabe Américo Castro: la construcción cainita de España.

            Para Castro, si queremos comprender la realidad de España hay que pasar de la superficie a la profundidad, de la guerra a la tragedia. La clave de lo que pasa está en esa historia trágica que ha conformado la estructura de lo español(7). ¿Y cuál es esa clave profunda?: "a España la han hecho y deshecho los moros y los judíos, entreverados con los cristianos" (Carta de 29 XI 1945, Munari, 2013,121)..."Lo de España es una vergüenza; los españoles hemos estado tan obcecados que no hemos visto que lo musulmán no era solo cuestión de temas sino de fuentes"( Martín, 2013, 54..)."Estamos divididos en creencias como en siglos pasados lo estuvo la gente en materia de religión" (Carta 10 XII 1949, Munari, 2013, 144).

            "Los jóvenes españoles ignoran que las expulsiones, emigraciones y contiendas civiles han sido motivadas por circunstancias mal explicadas en los libros, y que los separatismos españoles -reprimidos o atajados por la fuerza- derivan de motivos muy lejanos, de determinados modos de conducirse la gente peninsular y de circunstancias históricas o desconocidas o no puestas de relieve con fines constructivos o remediadores"(8).

            Pues bien, si queremos traspasar ese umbral, si queremos conjurar la tragedia y el espíritu cainita, hay que salir del sueño, hay que despertar, hay que mirar de frente al pasado.  Aclaremos esto, aclaremos cómo explica Zambrano la superación no del pasado cainita sino la tentación latente del cainismo. Es aquí donde aparece su experiencia del exilio y su construcción de la figura del exiliado. El exiliado es, en primer lugar, un superviviente: nace a la vida rechazado por la muerte y no por una llamada de la propia vida(9). Hay algo definitivamente perdido, pero también la posibilidad de un nuevo comienzo. Eso no quiere decir que sea una excepción, sino el doloroso descubrimiento de que todo ser humano es un exiliado Es la enseñanza del mito de la expulsión del Paraíso: la experiencia de que la historia humana tiene en su origen en una expulsión, pero cuyo sentido más profundo no es crear mala conciencia, ni castigar, sino ser nosotros mismos: "fuimos arrojados de esa primera patria para realizarnos como hombres"(10) (Zambrano, 2013, 26).

            El exiliado descubre la condición humana: no tener lugar ni nombre; no definirse por la tierra ni por la sangre. La condición humana está expresada en El Niño de Vallecas, un niño sin lugar ni nombre. Pero no se nace ahí: se nace en una patria provisional de la que salimos por el exilio hasta que damos con la verdadera. Exilio y patria verdadera van de la mano. Desde el exilio se llega a esa verdadera patria: "tiene la patria verdadera por virtud crear exilio" (Zambrano, 2013, 35) (11).

            A partir de ese momento no se concibe la vida propia sin exilio(12). Y esto porque el exilio es su forma de existencia:  "Creo que el exilio es una dimensión esencial de la vida humana(13). ¿Qué significa eso de que el exilio es la forma de existencia más propia del ciudadano? No se pretende desde luego abogar porque todo el mundo pase por las penas del exilio, sino más bien reflexionar sobre cómo ser ciudadano en un mundo construido sobre la marginación y la expulsión que incluye la experiencia del exilio.

            ¿Cómo? Hay que partir del hecho de que hay exilio. Hoy como ayer la historia política está asociada a la figura del exilio (los actuales ciudadanos son antiguos exiliados que generan a su vez nuevos exilios). Hay, pues, exiliados y, también ciudadanos, esto es, sujetos de derechos cívicos, de y en esos mismos Estados que generan exilio.

            Cuando reflexionamos críticamente sobre este hecho, tendemos a pensar que la superación del exilio consiste en universalizar la figura del ciudadano ya existente. Que todo el mundo disfrute de los derechos y beneficios que tienen los ciudadanos de los Estados que reconocen la ciudadanía. Y ese es el problema o, mejor, ese es el error.  Si hay exilio no puede haber universalidad ciudadana por expansión de la ciudadanía de los ya ciudadanos, sino que la ciudadanía universal debe ser pensada desde la negación de esa ciudadanía, tal y como se da en el exiliado.  ¿Por qué? ¿qué fuerza oculta tiene el exiliado que no tenga el ciudadano? o ¿Qué debilidad congénita tiene el ciudadano que le impide colonizar el mundo con la benemérita ciudadanía?: Su debilidad congénita es que este ciudadano ha convivido y convive sin problemas con la negación de la ciudadanía de otros en su propio país o allende del mismo. Hay que buscar otra vía y esa nos lleva camino del exilio. El valor irrenunciable del exiliado es saberse un singular con todos los derechos cívicos. Esa conciencia es irrenunciable e innegociable. Esa conciencia de ser lo que la realidad le niega se expresa como negación de la negación, es decir, como rechazo de una situación que le niega lo que es suyo.

            La ciudadanía del exiliado consiste en negar fronteras, empezando por la de la sangre y la tierra, y cuestionando a continuación el poder que se arroga el Estado de decir quién es ciudadano y quién no. Esta afirmación de su singularidad irrenunciable y de su pretensión de universalidad (la exiliada que es María Zambrano plantea, como hemos visto, el exilio como la forma humana de existencia), emparenta al exiliado de Zambrano con el judaísmo con la diáspora, incluso con la figura bíblica del resto. ¿Qué es el resto? es lo marginado por la lógica del poder, pero que se entiende a sí mismo como lo que se sustrae al poder de esa lógica de la historia. Es un ejercicio que sistemáticamente practica el pueblo de Israel, mezclado con los demás pueblos, para cribar lo propio y separarlo así de lo común. Aunque quien desencadene el proceso sea una violencia externa, Israel toma la iniciativa. Ese resto, que es exterior a la historia de la que es expulsado, tiene el poder de juzgarla en el sentido de que se arroga el poder de reivindicar exigencias de justicia que son impensables para una mentalidad chapada de acuerdo con la racionalidad del Estado. Ese resto, marginado de la historia, se erige en sujeto de unos derechos o exigencias que nacen de su  singularidad irrenunciable, por eso son universales: porque trascienden lo que el poder de la historia piense o pueda respecto al susodicho resto y porque en él están incluidos todo lo marginado por la historia.

            4. Esta meditación filosófica sobre el exilio habla del pasado y del presente porque la lectura que propongo está travesada por la memoria. Hay quien, animado por un celo digno de mayor causa, no cesa de predicar que la memoria sólo es de pasado y que quien la cultiva es porque nada tiene que decir sobre el presente(14). Sería fácil hacer sangre sobre quien parece arrogarse el monopolio del presente repasando sus contribuciones a los problemas actuales. Prefiero insistir en la idea de que la memoria es la posibilidad de novedad. Mi idea de memoria permite no engañarnos con el presente. Armado de la memoria uno constata, por ejemplo, que el diario ABC ayer fue feroz antisemita y, hoy, decidido filosemita, pero ¿ha cambiado el judío o el ABC? El diario no ha cambiado sino su percepción del judío, pero el día que  vuelva la imagen del viejo se van a enterar.  González Ruano, su corresponsal en Berlín, informa sobre las quema de libros el 10 de mayo de 1933.  Entrevista a un nazi que le dice: mira,  "no hacemos sino lo que la iglesia católica ha hecho siempre, facilitando la orientación de sus fieles con un índice de libros prohibidos" (Santos, 286). González Ruano, "convencido de que lo que ardía no merecía mejor suerte", lamentaba, sin embargo, que ardiera "entre tanta prosa miserable una sola idea, una expresión feliz, injustamente condenada a morir", (Santos, 287). Esto en 1933, pero en 1939 el ABC nacional comenta la decisión del Gobierno de la República que prometía "cobijo a cuantos perseguidos por su origen, ideas políticas o religiosas" quisieran venir a España. Una medida pensada fundamentalmente para los judíos. El comentario del ABC: "el gobierno de la República, además de acoger en su suelo a toda la hez de las brigadas internacionales, dará la máxima facilidad a todos los judíos que quieran trasladarse a la España roja...con esta ley se prepara la invasión de la España roja por el judaísmo internacional". Esto decían los actuales filosemitas. Este diario ha institucionalizado el Premio González Ruano que este año ha recaído en Gabriel Albiac que, para mayor despropósito, también recibe el premio "Samuel Toledano" desde Jerusalem...

            La memoria es también  la posibilidad de reconstruir una racionalidad cuando esta ha fracasado porque coloca el acontecimiento como apriori del conocimiento (Primo Levi). La barbarie, impensada pero experimentada, como lo que da que pensar. La memoria, finalmente,  es la condición de posibilidad para construir un mundo que no sea más de lo mismo, sino uno que tenga futuro, i.e., novedad, novedad que sólo es posible si el pasado irredento irrumpe en la historia e interrumpe la historia.


Reyes Mate (conferencia pronunciada en el Coloquio Internacional "Judaísmo y exilio republicano de 1939", Facultad de Filosofía y Letras, UAB, Bellaterra,  21 de Junio del 2013)


Notas:

(1) El debate tuvo lugar en El Instituto Cervantes de Berlín entre el profesor alemán Volkert Gerhardt y quien esto suscribe el día 7 de junio del 2013.
(2) Santos, F., 2012, Españoles en la Alemania nazi. Testimonis del III Reich entre 1933 y 1945, Endymion, Madrid.
(3) J.L.L. Aranguren , 1953, “La evolución espiritual de los intelectuales españoles en la emigración”, en Cuadernos Hispanoamericanos, (febrero del 1953), pp. 126-147.
(4) Zambrano., M, 1961,  "La Carta sobre el exilio",  publicada  en Cuadernos por la libertad de la cultura, París, nr. 49, 1961, 65-70. (También  en María Zambrano, El exilio como patria, de próxima aparición en Anthropos, Barcelona).
(5) Los que así piensan “no han despertado de aquel sueño de la guerra civil con que entraron en la vida; que están bajo él detenidos, bajo esa pesadilla. Y aún más: con una trágica coherencia, con la coherencia de la fatalidad, del fatum no superado” (Zambrano, 1961, 69).
(6) El exiliado es el que “a fuerza de penas y trabajos, de renuncia, parece haberse salido de la historia y está en su orilla” (Zambrano, 1961, 67).
(7) "Castro había empezado a bucear en las profundidades de la tragedia española y en los entresijos de su historia", dice Francisco Martín en la Introducción al Epistolario. Américo Castro, Marcel Bataillon (1923-1972), editado por Simona Munari, Biblioteca Nueva, Madrid, 53.
(8) A. Castro, 1973, Sobre el nombre y el quien de los españoles, Taurus, Madrid, 393.
(9) Agradezco a la Editorial Anthropos la cortesía de poder utilizar el manuscrito María Zambrano: el exilio como patria. Edición, introducción y notas de Juan Fernando Ortega Muñoz, que presenta un rico elenco de reflexiones de María Zambrano sobre el exilio (en adelante citaré por Zambrano, 2013...). Ahí se puede leer que El exiliado "está ahí como si naciera, sin más última, metafísica, justificación que ésa: tener que nacer  como rechazado de la muerte, como superviviente", pag 24.
(10) (Zambrano,2013, 26).
(11) "El exiliado, al haber alcanzado el desprendimiento de su tierra...alcanza la realidad pura de la propia patria, que lleva consigo y que constituye sus entrañas"...."Tiene la patria verdadera por virtud crear exilio. Es un signo inequívoco..." (Zambrano, 2013, 34-35).
(12) "Yo no concibo mi vida sin el exilio: ha sido como mi patria o como una dimensión de una patria desconocida, pero que , una vez se conoce, es irrenunciable" (Zambrano, 2013, 122).
(13) Zambrano es consciente de la gravedad de su afirmación por eso sigue: " pero el decirlo me quema los labios, porque no quería que volviese a haber exiliados, sino que todos fuesen seres humanos y a la par cósmicos, que no se conociera el exilio" (Zambrano, 2013).
(14) Manuel Cruz no ceja de proclamar que "la memoria, por definición, puede proporcionar, como mucho, razones para actuar, pero en ningún caso móviles, porque, a fin de cuentas ¿hacia adonde podría mover el pasado?". Pues por definición el pasado puede mover a la reproducción de la barbarie, si no se la recuerda, o a un futuro diferente, sin barbarie. No es poca cosa. Luego se apropia de la tesis de Auschwitz como "religión civil" para denunciar que a falta de "razones concluyentes" algunos colocan "dolores contundentes"   como una especie de advocación milagrera que propicie "un cambio en el modelo de sociedad". Tachar "la invocación al sufrimiento pretérito" de "invocación, tan permanente como  vacía", coloca al autor en la senda de un pensamiento más que apático inocuo al que se le ha indigestado el libro de Peter Novick The Holocaust in American Life. Cf. Manuel Cruz "Que el presente sea...y luego hablamos", El País, 17 de julio del 2009.

2/10/14

Relectura de "La meditación de la técnica" de Ortega y Gasset. En torno al debate biología sintética y filosofía.

Introducción
             José Ortega y Gasset escribe Meditación de la técnica  en un contexto marcado por la fecha, 1933. La relectura que ahora propongo tiene por contexto preocupaciones de nuestro tiempo, en concreto, las que suscita la biología sintética. Una reflexión filosófica sobre la técnica debería  primar aquellos aspectos o preguntas que plantea el desarrollo de la biología a la conciencia filosófica. Que el referente de esa conciencia filosófica sea, en primer lugar, Ortega y no Heidegger o Nietzsche es una opción que no admite más justificación que el interés que pueda suscitar este libro escrito hace ahora ochenta años. La hipótesis de partida es que este texto sigue siendo actual.

            1.  El contexto inmediato de la lectura de este texto escrito  es el de este seminario sobre "Retos  ético-políticos de la biología sintética"(1). Como me faltan conocimientos para reconstruir el contexto científico, recurro a la ayuda de Andrés Moya, biólogo y filósofo, autor de Naturaleza y futuro del hombre, sobresaliente por su claridad y contundencia. De él tomo dos tesis que pueden servir de marco para la relectura del escrito de Ortega y Gasset sobre la técnica.

29/9/14

Memoria y democracia. Intervención en el III Foro de Debate, organizado por la Asociación "Wirberto Delso", en Favara, el 30 de noviembre del 2013

            1. El debate español sobre la memoria se mueve en torno a cuatro ejes: por un lado, el que conforman la transición y la guerra civil(1); por otro, el de las víctimas de la violencia terrorista, particularmente de Eta; en tercer lugar, las memorias que convocan los distintos nacionalismos; y, finalmente aunque en menor medida, la memoria de la conquista. La que mayor interés suscita es la del primer bloque debido no sólo a la gravedad de asuntos históricos que maneja sino también a la vinculación de ese pasado con los problemas más candentes de la vida democrática actual.

            A nadie se le oculta que España padece una severa crisis institucional. No hay más que ver la valoración de los políticos, jueces, obispos o banqueros por la opinión pública. Mala valoración de las personas y sobre todo de las instituciones que representan. Basta echar una mirada a la monarquía o las noticias sobre el soberanismo catalán para entender que la severidad de la crisis institucional se doble con una desmoralización social. No me refiero con ello a la desafección ciudadana a la política, que es evidente, sino a la perversa práctica de votar con mayorías generosas a políticos corruptos.

            El peligro de la crisis actual es echar la culpa a las instituciones. Convendría entonces darse un paseo por El Inspector, la obra teatral de Gogol, escrita hace casi doscientos años en la lejana Rusia, pero de plena actualidad aquí. El argumento versa sobre el mundillo político en provincias, sacudido de repente por el anuncio de un inspector enviado para valorar la situación. La gracia del enredo está en que los políticos corruptos confunden al temido inspector con un inocente perillán sorprendido por los halagos y favores con los que el alcalde y su cohorte quieren comprarle. Se deja ir, aprovecha la ocasión y se va colmado de gracias. Mientras los políticos se pavonean de cómo se lo han ganado, reciben el aviso de que el inspector de verdad acaba de llegar. Momento grandioso de la obra es cuando el alcalde se vuelve a los espectadores que han estado riendo todo el tiempo, porque ellos sí sabían que los políticos estaban poniendo los huevos en el cesto equivocado, y les espeta a la cara "pero ¿de qué os reís? ¡os estáis riendo de vosotros mismos!".

25/9/14

Presentación del libro de Carlos Pereda "La filosofía en México en el siglo XX. Apuntes de un participante"

            La presentación de un libro es un rito desconcertante: Te  convoca el autor que es un amigo. El autor de un libro es más que el autor de ese libro, sobre todo si es amigo. Tienes que hablar de ese autor desde la cordialidad propia de la amistad. Uno puede caer en exageraciones, pero no son tales porque como decía Aristóteles "cuando los hombres son amigos, ninguna necesidad hay de justicia". La amistad es la forma suprema de justicia. Pero hay que hablar de un libro y los libros tienen vida propia. Van por libre. El lector entabla una intensa relación con ese extraño cuerpo y puede pasar a lo largo de sus páginas del amor a la provocación, del entusiasmo a la desesperación o de la risa al llanto. Espero pues ser leal con el amigo y fiel al libro.

             Hablemos en primer lugar del autor.  Lo que dice cualquier página web cogida al vuelo de Carlos Pereda es que es un uruguayo en México. No es un dato  irrelevante. No sé si ser uruguayo imprime carácter, como el ser argentino (Juan Mayorga me comentaba poco después de que hubieran elegido para papa a un cardenal argentino lo que le chocó el titular de un periódico colombiano que decía “Un argentino modesto”; una colega  argentina que le oyó comentó que deberían haber titulado así “Otro argentino infalible”). Pero ser uruguayo en México le aproxima a la experiencia del exilio, es decir, a la construcción de una identidad sin tierra propia. Y eso promete.

22/9/14

España, de centro a margen

Félix Santos, 2012, Españoles en la Alemania nazi. Testimonios de visitantes del III Reich entre 1933 y 1945, Ediciones Endymion, Madrid.

            Para Europa los países del sur son un problema. A España, Grecia o Portugal, enganchados tarde a un tren que habían ideado los países del centro,  les cuesta mantener el paso. Lastran un retraso inmemorial. Son, como decía Hegel, el margen de una Europa cuyo centro es "germano y protestante". El libro de Félix Santos, sin embargo, invita a revisar los tópicos. España, por ejemplo, ¿margen o marginada? Siempre hubo en España una corriente de pensamiento para la que, si España era el problema, Europa era la solución. No fue así entre 1933 y 1945, el tiempo en que el hitlerismo daba la hora en Europa.

            En ese tiempo Berlín era el centro del mundo y fueron muchos los españoles que no faltaron a la cita. Eran periodistas, políticos, intelectuales, trabajadores o deportados. El autor del libro les sigue la pista. Sabíamos de ello por sus crónicas o relatos. Lo nuevo de Félix Santos es la mirada refrescante sobre ese pasado. Lo consigue rescatando impresiones del momento inteligentemente contextualizadas. De repente descubrimos que Hitler estaba en la sala de estar de los españoles. Entró en 1933, en tiempos de la República y, gracias a las crónicas de los periodistas destacados en Alemania, tomamos conciencia de que la prensa católica y/o conservadora le hizo de la familia y, otra, la socialista y liberal, le vio como una amenaza. Mientras Chaves Nogales avisaba ya en 1933, con una perspicacia incomparable, "de la extirpación metódica de los judíos", otros, como González Ruano, el cronista de ABC, celebraba la quema de libros de ese mismo año, con la justificación de que ahí se hacía "lo que la Iglesia católica ha hecho siempre"; es el mismo periodista que luego, en 1935, aplaudía las medidas antisemitas del Congreso de Nürenberg. Esas dos miradas se polarizaron durante la Guerra Civil cuando Hitler pasó de ser objeto noticiable a actor de los destinos de España. Tenía que haber mucha pasión para que a Antonio Tovar le fascinaran los andares de un Hitler desvencijado.

            Estaban todos convencidos, sin embargo, de que el destino de España estaba ligado al de Europa. Ridruejo se alista en la División Azul convencido de que "Europa entera no tendrá paz mientras Rusia exista". El Gobierno Republicano, por su parte, reconoce ya en 1938 que los responsables de los crímenes contra los judíos son "los mismos promotores de la campaña contra la República". En ese momento, España no es el margen de Europa sino que está en el epicentro. Lo que se desprende de los testimonios recogidos en este libro es que para los españoles de uno u otro bando el futuro de Europa estaba ligado al triunfo o a la derrota del fascismo.  Los falangistas esperan mucho provecho de Hitler y los republicanos, también, pero de su derrota.

            La derrota de la República entronizó a Hitler en la vida nacional por eso se prohibió en España la circulación de la encíclica Mit brennender Sorge que condenaba levemente al fascismo, sin que el triunfo aliado supusiera el final del franquismo.  Con el derribo de Hitler, Largo Caballero fue liberado, sí, del campo de concentración de Oranienburg  y Jorge Semprún, del de Buchenwald, pero no pudieron volver a su país porque los aliados prefirieron la dictadura a la república. Los demócratas españoles perdieron dos veces: cuando venció el fascismo y cuando fue vencido. El texto del  prisionero llamado Largo Caballero, todo un presidente del Gobierno español, resulta conmovedor por su lucidez. Europa se reconstruyó marginando a España. Desde entonces, margen. Estos pasados pesan en la construcción de la Unión Europea sobre todo cuando no se les tiene en cuenta.

Reyes Mate  (El País, Babelia, 2 de febrero 2013)



8/9/14

Razones para la resignificación del Valle de los Caídos

"Cuando la idea de inocencia desaparece del inocente, entonces es el poder lo único que reina en un mundo ya desesperado"  (A. Camus L'homme revolté)
           
            1. La Orden Ministerial plantea a la Comisión de Expertos la tarea de dar al Valle de los Caídos "un nuevo significado más inclusivo desde el espíritu de reconciliación y el respeto al pluralismo reconocido en el pacto constitucional"; que proponga actuaciones que conviertan el Valle "en un lugar de memoria colectiva democrática, en clave de reparación, verdad, reconciliación".

            a) Es una tarea difícil porque el Valle no es un lugar neutro donde no hubiera ocurrido nada, ni es un lugar histórico pero abandonado, como Belchite. Es un lugar de la memoria viva, de la memoria franquista. Así está instalado en la memoria colectiva para solaz de los unos y vergüenza o indignación de los otros.

            b) Somos conscientes de que es tan difícil que cuando los ingenieros del Patronato Nacional nos dicen, sottovoce, que el edificio está en ruinas y que si no se interviene ya en 50 años se habrá derrumbado, manejamos la posibilidad de partir de esa realidad y hacer propuestas que en lugar de intervenir sobre el pasado heredado, "acompañáramos las ruinas". ¿Qué queríamos decir? Que en lugar de esforzarnos en transformar un presente, el Valle, elaborando la significación del pasado, lo que deberíamos hacer es dar la palabra al tiempo, acompañar la palabra del tiempo que se está erigiendo en juez de la historia: si ese monumento quiso desafiar al tiempo, eternizando un instante (el del triunfo del franquismo sobre la legalidad republicana), lo que procedía era verbalizar la marcha del tiempo que reduce a escombros el proyecto de eternizar la barbarie. No se trataría de salvar el pasado, ni siquiera el pasado de los vencidos, sino de acompañar e ilustrar lo absurdo de la pretensión de los vencedores de absolutizar la barbarie. La hegeliana Weltgeschichte als Weltgericht, pero a contrapelo.

29/7/14

El otro partido de fútbol en Polonia

            Al inicio de la Eurocopa de fútbol, que España ha ganado con todo merecimiento, nos sorprendió la noticia de que los jugadores holandeses e italianos habían visitado un campo nazi de exterminio. También lo hicieron los alemanes, aunque de tapadillo, pues sólo enviaron a una delegación de cinco.

            Cesare Prandelli, el técnico italiano que había tomado la iniciativa, declaró conmovido al final del recorrido por ese lugar de horror que “debería ser obligatorio para todos visitar los escenarios de estos dramas. El dolor es inmenso”. Y el central italiano Chielini decía entre lágrimas que le consolaba ver a tantos niños recorriendo esos lugares en los que en poco más de dos años redujeron literalmente a humo a más de un millón de judíos, gitanos, homosexuales y disidentes.

            Los italianos fueron a Auschwitz porque allí asesinaron a 50.000 italianos; los holandeses, porque perdieron a muchas “Ana Frank” en las cámaras de gas; los alemanes, porque sus abuelos fueron los autores de la barbarie. Que los ídolos de la juventud y los símbolos de las aspiraciones nacionales fueran a los campos y mostraran sus emociones ante tanto dolor, tenía un valor pedagógico que ningún libro, ningún film, ningún teatro, podía alcanzar.

25/7/14

Recuperar la libertad o conquistar la dignidad

            La reciente declaración del colectivo de presos etarras supone una novedad al someterse a la legalidad vigente en este Estado de derecho llamado España. Esto implica, por un lado, reconocer la legalidad de su condena y, por otro, aceptar los requisitos establecidos para obtener beneficios penitenciarios, tales como el reconocimiento del daño causado a sus víctimas y la renuncia a la violencia como arma política.

            La pregunta que cabe hacerse es si eso va en serio o son sólo concesiones verbales -“por imperativo legal”, como decían en Batasuna- para aliviar sus penas. Sus abogados de cabecera, Iñigo Iruín y Fernando Barrena, son duchos en sortear las intenciones morales de las leyes para sacarlas todo el provecho material posible.

Por qué hay coches que matan

          En el año  2013 la  cifra de  muertes  en  las  carreteras españolas fue la más baja de su historia. Los 1.128 muertos estaban lejos de los 6.000 que hubo en el año 1989, incluso de los 1.300 del año 1960 que fue cuando se comenzó a contabilizar los accidentes.

            Estas cifras suponen un alivio y nos aproximan a la media de los países europeos, aunque no hay que olvidar los más de 5.000 heridos graves en el pasado año. Son muchos menos los muertos pero todavía son excesivos porque todas y cada una de esas muertes son absurdas y evitables. Nos tranquiliza saber que estamos en la media europea, lejos pues de las cifras escandalosas que nos otorgaron el dudoso honor de encabezar la lista de accidentes viales hasta hace unos pocos años, pero debería preocuparnos que a partir de ahora la reducción de accidentes va a ser mucho más difícil.

16/7/14

Los derechos de los niños

            El abuso a menores por un profesor del Colegio madrileño de Valdeluz  ha puesto de manifiesto no sólo el encubrimiento del profesor de música y ética por parte de la dirección del colegio y de buena parte del claustro de profesores, sino también la torpeza de los responsables políticos de la Comunidad de Madrid que, al tener noticia de alguno de los casos, se lavaron las manos, no dando cuenta al fiscal y endosando la responsabilidad de la denuncia a los propios padres.

            Con ser grave la conducta del Colegio Valdeluz, resulta más preocupante la reacción de los responsables políticos. ¿Que por qué? Pues porque los delitos se persiguen pero las mentalidades perduran. Las conductas delictivas, como las que han tenido lugar en el citado centro agustino, son perseguidas por los jueces y rechazadas por la sociedad. Lo que, sin embargo, denota la actitud de los políticos madrileños es una mentalidad ampliamente compartida según la cual es siempre preferible tapar los escándalos  a hacer justicia. Se sacrifica el niño al interés de los adultos. Tiene, de entrada,  más credibilidad el pedigrí de un colegio de religiosos que la denuncia de un niño o la que en su lugar hagan los padres. Se da por descontado la honorabilidad de una institución docente y quien quiera cuestionarla en nombre del daño a un alumno tendrá que iniciar un calvario por despachos que no suelen acabar en lugar alguno.

La maldición de Casandra

            En la prensa seria asoma cada vez más la noticia de que caminamos hacia un "colapso de la civilización". No aparece en la sección de sucesos sino en las de economía y sus fuentes no son grupos radicales de ecologistas sino la ONU o la NASA.

            Es una novedad. No me refiero a los informes que vienen de muy atrás sino a su presencia en los diarios. Ya en 1972 el famoso Club de Roma publicó un demoledor informe titulado "Los límites del crecimiento" en el que un grupo de científicos avisaba que si seguíamos con el ritmo de crecimiento entonces programado llevaríamos al planeta Tierra al desastre. Sus autores no eran izquierdistas visionarios sino unos sesudos científicos occidentales que analizando la previsible evolución de la población mundial, de los recursos naturales, de la contaminación atmosférica y de los alimentos, llegaron a la conclusión de que eso era insostenible. Se proponían entonces medidas para un crecimiento sostenible capaz de compaginar un crecimiento mínimo con las posibilidades limitadas del planeta.

7/7/14

Francisco y Ratzinger

           Francisco marca al teléfono un número de la ciudad argentina de San Lorenzo. Al otro lado Julio Baletta, marido de una divorciada que ha escrito al Papa de Roma lamentando que en su parroquia no la dejen comulgar, recibe la repuesta papal: "puede comulgar porque no hace daño a nadie".

                La cosa podría quedar en una anécdota propia de un buen párroco que pone la compasión evangélica por delante del dictado del derecho canónico. Pero la anécdota es algo más que eso porque resulta que sobre el mismo problema su antecesor, siendo cardenal, se puso muy digno para decir todo lo contrario. Fue en el año 1998, según cuenta el libro La provocación del discurso sobre Dios (Trotta, 2001, pp. 96-99). Tras una conferencia de Joseph Ratinzger, a la sazón responsable de velar por la pureza de la fe cristiana, alguien del público, un párroco del Ruhr, le pregunta si no podría Roma cambiar el rigor con el que trata a los divorciados, permitiéndoles, por ejemplo, acercarse a la comunión. Ratzinger le respondió que no había nada que hacer, que romper un compromiso como el matrimonio supone un daño irreparable, y que nadie, ni siquiera el Papa, puede cambiar la norma. La única forma de compasión que puede ofrecer la Iglesia a los homosexuales o a los divorciados es "ayudar a aprender a sufrir y a identificar lo positivo que hay en el sufrimiento".

El discapacitado, diferente pero no inferior

                   Un ciego puede ser juez. A esta brillante conclusión llegó recientemente el Consejo General del Poder Judicial tras debatir concienzudamente si el invidente Pérez Castellanos, un vallisoletano, podía o no podía ser juez.

            Sorprende que los magistrados del CGPJ tuvieran tantas dudas y tardaran nueve meses en tomar una decisión. Digo que sorprende porque desde antiguo se representa a la justicia como una dama con los ojos vendados, empuñando con la mano derecha una espada mientras sostiene con la izquierda una balanza. La venda y la espada están ahí para simbolizar y defender la imparcialidad de la justicia.

            Ahora bien, si la venda que vela la visión se ha hecho sospechosa ¿es porque los jueces han renunciado a la imparcialidad? No ha mucho el ex-fiscal anticorrupción, Jiménez Villarejo y el magistrado Doñate Martín, firmaban un libro sobre la justicia española titulado Jueces, pero parciales. Sería terrible que esa fuera la explicación. Aún reconociendo sonoros casos de manifiesta parcialidad, la explicación más ajustada a los titubeos del Poder Judicial sobre la idoneidad de un invidente para impartir justicia hay que buscarla, empero, en la valoración social de la ceguera.

30/6/14

Reyes Mate: "El cristianismo o es radical o pura banalidad" (entrevista*)

            Quedo con Reyes Mate cerca de su casa, en una de esas estaciones periféricas del metro, en el norte de Madrid, cuya salida lleva el nombre de Riscos de Polanco; riscos ausentes sobre los que se erige ahora un agradable barrio de adosados y zonas verdes, desde donde se divisa la sierra. En la soleada tarde otoñal, me siento en un poyete, embebido en la lectura de La Piedra desechada,  el último libro de Reyes Mate que, de repente, se me presenta como una aparición. Me sobresalto, con la extraña sensación de encontrarme con quien ha escrito las palabras que estoy leyendo. Creo que la última vez que lo vi fue en una reunión del Foro del Hecho religioso, hace ya un cuarto de siglo, pero enseguida reconozco su rostro, ligeramente más avejentado que el de la foto que se inserta en El País, acompañando sus artículos de opinión. Aire sencillo y acogedor de filósofo, gafas y barba blanca de quien acaba de traspasar la barrera de los setenta. A sus espaldas queda una obra sólida, original y reconocida como lo demuestra ese premio Nacional de Ensayo que le fue otorgado en 2009 por La herencia del olvido. Desde su condición de emérito sigue desplegando una intensa actividad intelectual a través de numerosas publicaciones, conferencias y participaciones en los más diversos y distantes foros. Ahora, sin embargo, me introduce en el ambiente tranquilo de un entorno familiar del que forman parte Teresa, su mujer, y Lucía, una de sus tres nietos, de ocho años, a la que acoge dos tardes por semana. Me confiesa que, gracias al apoyo que siempre ha tenido por parte de su familia, ha podido y sigue pudiendo dedicar muchas horas al estudio y a la reflexión. Es explicable, por tanto, esa dedicatoria que encontramos en Memoria de Occidente (1997), una de sus mejores obras: “A Tere, Esteban y Maite, que tanto me so-portan”. Pasamos al salón, Lucía, novelera, nos trae el té que me trasporta al escenario imaginado de una universidad inglesa decimonónica donde dos hombres sesudos pueden entregarse al, hoy olvidado, placer de la conversación.

El cholismo, sí, pero sin exagerar

         El fútbol ocupa tanto espacio en nuestra sociedad que estamos tentados de convertirle en el espejo donde mirarnos. Cuando España ganó su primer mundial en el 2010, hubo quien vió en el entrenador, Vicente Del Bosque, el modelo a imitar por quien fuera Presidente de Gobierno. Y ahora que el Atlético de Madrid ha conquistado el título de campeón de liga, a base de pundonor, no falta quien presenta sus virtudes deportivas como el modelo de los valores cívicos que deberían dominar la vida profesional de cada cual y también la de los políticos.

            En esta querencia a trasladar lo que pasa en el deporte a la dura realidad de la vida, el cholismo ha significado un punto de inflexión. El cholismo, es decir, la mística que inspira el modo de ser y de actuar del entrenador de Atlético de Madrid, Diego Pablo Simeone, alias El Cholo, ha irrumpido en el mundo futbolístico español como una alternativa al recetario dominante, tan bien representado por el actual presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, cuya chequera parece inagotable. Pundonor frente a talonario. "Nuestro ejemplo", ha dicho El Cholo, "demuestra que se pueden ganar títulos  de otra manera". Esa otra forma de concebir el juego consiste en maximizar las posibilidades de una materia prima -los jugadores- considerados de entrada como de inferior calidad. Con esfuerzo en el trabajo y disciplina en el juego han compensado su desventaja técnica, y gracias a la ilusión que les ha transmitido han transformado la modestia de sus biografías anteriores en figuras deportivas.

18/6/14

Memoria y justicia transicional

Es imposible no toparse con el concepto de justicia transicional cuando se  transita actualmente por el amplio campo de la justicia penal. Se puede discutir sobre su novedad pero no sobre su importancia. Si queremos garantizar el desarrollo de los derechos fundamentales hay que tomársela muy en serio; si queremos abordar con rigor la superación de un conflicto violento, es decir, si queremos poner bases sólidas para acabar con la violencia y que el pasado violento no se repita, tenemos que colocar en el epicentro de la escena a la justicia transicional.
Nadie discute su importancia pero sí su novedad. Hay quien piensa que es una novedad absoluta en la historia del derecho, mientras que otros sostienen que la cosa viene de muy atrás. Puede que así sea pero lo cierto es que hoy ha tomado una forma hasta ahora desconocida. Si en el pasado mandaban los intereses de los agentes políticos, hoy prima algo así como la justicia a las víctimas o, dicho de otra manera, la justicia por los crímenes perpetrados en ese contexto de violencia o terrorismo.

Francisco, una renovación peligrosa

            El fundador del diario italiano La Republica, Eugenio Scalfari, ha escrito un largo artículo, al año del pontificado de Jorge Bergoglio, titulado “La revolución de Francisco contra los mandarines del Vaticano”(1). Dice que Roma, no Italia, se ha convertido en la capital del mundo, algo que no ocurría desde hacía dos mil años, por obra de Francisco. Tiene crédito entre todos. Los fieles confían en él. Los políticos quieren verle. Y con él quieren dialogar los rabinos, los imanes y los no creyentes, como él mismo, un agnóstico.
            Su credibilidad tiene que ver con su simpatía personal, pero sobre todo con su programa de trabajo que es presentado y visto como un programa de una profunda renovación.
            Lo que me propongo es avanzar algunas reflexiones sobre las dificultades que presenta este plan de trabajo.

12/6/14

17 de abril del 2014. Muerte de Gabriel García Márquez

Hace unos años escribí este Prólogo al excelente libro de Ana Cristina Benavides, La Soledad de Macondo o la salvación por la memoria.

La impresión de quien desea acercarse por primera vez a Cien años de soledad, tomando como referencia su título, es que se enfrenta a una obra que denuncia un dolor... este trabajo surgió del reconocimiento de esta denuncia del sufrimiento. Con estas palabras abre Ana Cristina Benavides una apasionante investigación sobre el trasfondo de una de las novelas más señaladas del siglo XX.

De Cien años de soledad corren muchas versiones. El misterio que anima esa escritura da pábulo a todos tipo de interpretaciones y hasta de leyendas. Durante un tiempo era leída desde Europa en clave de violencia, abonada lógicamente por la nacionalidad colombiana del autor. El contexto de la novela estaría formado por la interminable sucesión de guerras civiles, golpes dictatoriales, pronunciamientos, enemiga con el imperialismo estadounidense e cosí via. Ana Benavides se alinea, con buen criterio, con quienes se toman en serio el título y ponen la soledad en el epicentro de este magno  relato.  El libro que estoy escribiendo, confiesa el propio García Márquez, no es el de Macondo, sino el de la soledad. La soledad en cuestión es el resultado de un desencuentro crónico de los habitantes de Macondo con el tiempo y el espacio. Es como si, por un lado, fueran acontemporáneos de sí mismos en el sentido de que el estar al día supone dejarse atrás lo más propio. Ser moderno para los macondinos es olvidarse del mestizo, del negro o del indígena que ellos son en un vano esfuerzo por imitar la modernidad que les viene de afuera. El desencuentro espacial apunta a la imposibilidad de encontrarse fraternalmente con el americano porque unas veces le subyuga, como hace el americano del norte, y otras, le ignora, como hace el propio bogotano que se avergüenza del caribeño. Esa soledad produce un sufrimiento cuya denuncia está en el origen de este libro.

11/6/14

Etty Hillesum (1914-1943) o la mística en tiempos de eclipse de Dios (conferencia)

            1. Algunos datos biográficos. 
Nace un 15 de enero de 1914, en Middelburg, Holanda, de padres judíos. Su padre, Levie (Luis) Hillesum, profesor de lenguas clásicas, casa con Rebecca (Riva) Bernstein, que había nacido en Rusia. Su familia se refugia en Holanda en 1907 huyendo de un pogrom ruso. Estamos ante una familia burguesa, asimilada, con tres hijos: Jacob (Jaap), mentalmente inestable, que estudia medicina; Mischa, un niño prodigio por sus dotes musicales que padece esquizofrenia;  y Etty (Esther) que no excede como estudiante de bachillerato en letras y que hará derecho.
            Etty es una joven liberal, políticamente sensible que frecuenta círculos sionistas y medios antifascistas de izquierdas, pero que sobre todo quiere ser escritora.
Esa es la imagen que guardarán sus amigos por eso se  quedan pasmados al enterarse de la evolución espiritual durante los últimos años de su compañera de estudios y de historias.

5/6/14

Reflexiones sobre historia y memoria. A propósito de un artículo de José Álvarez Junco, "Historia y Mito" (El País 2 de marzo del 2014), comparándolo con la tesis de Georg Steiner: "la poesía es más verídica que la historia" (Entretiens, Bibliothèques 10/18, Paris, 2000, p. 145)

a) Álvarez Junco desarrolla la consabida tesis de que la historia "está regida por la objetividad"... "es una narrativa veraz,  basada en pruebas documentales que se interpretan a la luz de un esquema racional".

El mito "en cambio, no busca ni aparenta buscar, un conocimiento contrastado de los hechos pretéritos. Su objetivo es dar lecciones morales..."

Y concluye: "historia y mito son, por tanto, dos formas radicalmente distintas de acercarse al conocimiento del pasado".

Aunque el artículo está pensado para dar caña a los nacionalismos, que se mueven más en el  mito que en la historia (algo que comparto), lo cierto es que el esquema le podría valer para colocar a la memoria en lugar del mito...Y eso es lo que me interesa subrayar y cuestionar, a saber, que hay más de conocimiento "objetivo" del pasado en la historia que en la memoria.

b) La postura de Steiner es la opuesta:

1º -  Cita el cap. IX de la Poética de Aristóteles que dice "La poésie est plus véridique que l'histoire".

2º - Lo que dice Aristóteles: "Según lo dicho, resulta evidente que no es tarea del poeta referir lo que realmente sucede sino lo que podría suceder y los acontecimientos posibles, de acuerdo con la probabilidad o la necesidad. El historiador y el poeta no difieren por el hecho de escribir en prosa o en verso.... sino que "difieren en que el uno narra lo que sucedió y el otro lo que podría suceder". Por eso el poeta es algo más filosófico y serio que el historiador (que Steiner traduce por "La poésie est plus véridique que l'histoire"). La una se refiere a lo universal y la otra, a lo particular".

            El traductor, Angel Capelletti, explica en nota que "el objeto de la poesía no es el ser sino el poder ser... Pero lo posible es aquí, para Aristóteles:
-tanto lo que no existe pero va a existir ciertamente
-como lo que no existe pero cuya existencia futura es más segura que su no existencia.

            Es decir, excluye lo que es metafísicamente posible pero históricamente improbable.

*La historia trata sólo de lo que es o fue... El historiador es un cronista que narra hechos.

**Capelleti llama la atención sobre otra aspecto: Aristóteles y St. Tomás niegan el carácter científico de la historia, en cuanto ésta no trata de lo universal sino de lo particular, ni de lo necesario sino de lo contingente", pp. 68-69.


3º - Volvamos a Steiner.  Se pregunta sorprendido por el sentido de la frase de Aristóteles: ¿cómo puede la ficción tener más realidad que la historia?.

Para responder echa mano de su experiencia y de la de los demás:

*Si uno va a Venecia la va a visitar de la mano del Mercader. Shakespeare la ha configurado.
*Si uno va a Verona desde la estación le harán saber que está en la ciudad de Romeo y Julieta, una ciudad en la que nunca estuvo Shakespeare ni hubo nunca Romeo ni Julieta.
*El autor dice que tiene muchos libros sobre la historia de Inglaterra, pero los Ricardo II y III, el Eduardo V serán los de Shakespeare.
*Si nos miramos hacia dentro descubriremos que nuestros celos o los de los que conocemos son como los de Otelo, nuestra senilidad como la del Rey Lear, nuestras ambiciones como la de Macbeth.

*Nos situamos en el mundo haciendo más caso al mapa de las grandes ficciones literarias que a los documentos.

*Esas ficciones están vivas, nos guían, se transmiten, mientras que los documentos no dicen nada, están muertos, pp. 145-146

2. Mi comentario:
- Lo que dice W. Benjamin de la memoria es más que lo que dice Steiner de la ficción.

- El problema de la historia es que:
. no conoce hechos: el pasado es irrecuperable,
. sino una reconstrucción en base a testimonios (escritos o verbales, huellas materiales, etc.) de lo acontecido. Ese es el pasado que llega a nosotros.

- Pero ¿qué decir de todo ese pasado del que no hay trazas como esas? ¿habrá que decir que no existió?

*La osadía de Benjamin fue pensar que ese pasado perdido o naturalizado, no es naturaleza muerta, sino que está vivo de alguna manera y pugna por hacerse presente.


Reyes Mate
(marzo 2014)