35.597 es el número de emigrantes
muertos desde el año 1993 tratando de llegar a Europa. La inmensa mayoría se
ahogaron en el Mediterráneo que ya no es el Mare Nostrum, la cuna de la
civilización, sino el mayor catafalco del planeta Tierra.
Son muertes debidamente documentadas,
aunque en la mayoría de ellas sólo conste que murieron. Forman pues parte del
ejército de los sin-nombre, de cuya memoria, decía Walter Benjamin, depende una
construcción humana de la historia, consciente de que la historia inhumana que estamos haciendo los contemporáneos tiene como piedra angular su olvido.