Quedo
con Reyes Mate cerca de su casa, en una de esas estaciones periféricas del
metro, en el norte de Madrid, cuya salida lleva el nombre de Riscos de Polanco;
riscos ausentes sobre los que se erige ahora un agradable barrio de adosados y
zonas verdes, desde donde se divisa la sierra. En la soleada tarde otoñal, me
siento en un poyete, embebido en la lectura de La Piedra desechada, el
último libro de Reyes Mate que, de repente, se me presenta como una aparición.
Me sobresalto, con la extraña sensación de encontrarme con quien ha escrito las
palabras que estoy leyendo. Creo que la última vez que lo vi fue en una reunión
del Foro del Hecho religioso, hace ya un cuarto de siglo, pero enseguida reconozco
su rostro, ligeramente más avejentado que el de la foto que se inserta en El País, acompañando sus artículos de
opinión. Aire sencillo y acogedor de filósofo, gafas y barba blanca de quien
acaba de traspasar la barrera de los setenta. A sus espaldas queda una obra
sólida, original y reconocida como lo demuestra ese premio Nacional de Ensayo
que le fue otorgado en 2009 por La
herencia del olvido. Desde su condición de emérito sigue desplegando una
intensa actividad intelectual a través de numerosas publicaciones, conferencias
y participaciones en los más diversos y distantes foros. Ahora, sin embargo, me
introduce en el ambiente tranquilo de un entorno familiar del que forman parte
Teresa, su mujer, y Lucía, una de sus tres nietos, de ocho años, a la que acoge
dos tardes por semana. Me confiesa que, gracias al apoyo que siempre ha tenido
por parte de su familia, ha podido y sigue pudiendo dedicar muchas horas al
estudio y a la reflexión. Es explicable, por tanto, esa dedicatoria que
encontramos en Memoria de Occidente
(1997), una de sus mejores obras: “A Tere, Esteban y Maite, que tanto me
so-portan”. Pasamos al salón, Lucía, novelera, nos trae el té que me trasporta
al escenario imaginado de una universidad inglesa decimonónica donde dos
hombres sesudos pueden entregarse al, hoy olvidado, placer de la conversación.
Un observatorio atento a los desarrollos multidisciplinarios de la cultura anamnética, particularmente en la relación de la memoria con la política, la moral, el derecho, la religión, la literatura y las artes escénicas. Este blog incluye una recopilación de trabajos de Reyes Mate (artículos, conferencias, reseñas ya publicados y textos inéditos). Posteriormente acogerá trabajos de otros autores.
30/6/14
El cholismo, sí, pero sin exagerar
El fútbol ocupa tanto espacio en
nuestra sociedad que estamos tentados de convertirle en el espejo donde
mirarnos. Cuando España ganó su primer mundial en el 2010, hubo quien vió en el
entrenador, Vicente Del Bosque, el modelo a imitar por quien fuera Presidente
de Gobierno. Y ahora que el Atlético de Madrid ha conquistado el título de
campeón de liga, a base de pundonor, no falta quien presenta sus virtudes
deportivas como el modelo de los valores cívicos que deberían dominar la vida
profesional de cada cual y también la de los políticos.
En esta querencia a trasladar lo que
pasa en el deporte a la dura realidad de la vida, el cholismo ha significado un punto de inflexión. El cholismo, es decir, la mística que
inspira el modo de ser y de actuar del entrenador de Atlético de Madrid, Diego
Pablo Simeone, alias El Cholo, ha irrumpido en el mundo futbolístico español
como una alternativa
al recetario dominante, tan bien representado por el actual presidente del Real
Madrid, Florentino Pérez, cuya chequera parece inagotable. Pundonor frente a talonario.
"Nuestro ejemplo", ha dicho El Cholo, "demuestra que se pueden
ganar títulos de otra manera". Esa
otra forma de concebir el juego consiste en maximizar las posibilidades de una
materia prima -los jugadores- considerados de entrada como de inferior calidad.
Con esfuerzo en el trabajo y disciplina en el juego han compensado su
desventaja técnica, y gracias a la ilusión que les ha transmitido han
transformado la modestia de sus biografías anteriores en figuras deportivas.
18/6/14
Memoria y justicia transicional
Es imposible no toparse con el concepto de
justicia transicional cuando se transita
actualmente por el amplio campo de la justicia penal. Se puede discutir sobre
su novedad pero no sobre su importancia. Si queremos garantizar el desarrollo
de los derechos fundamentales hay que tomársela muy en serio; si queremos
abordar con rigor la superación de un conflicto violento, es decir, si queremos
poner bases sólidas para acabar con la violencia y que el pasado violento no se
repita, tenemos que colocar en el epicentro de la escena a la justicia
transicional.
Nadie discute su importancia pero sí su
novedad. Hay quien piensa que es una novedad absoluta en la historia del
derecho, mientras que otros sostienen que la cosa viene de muy atrás. Puede que
así sea pero lo cierto es que hoy ha tomado una forma hasta ahora desconocida.
Si en el pasado mandaban los intereses de los agentes políticos, hoy prima algo
así como la justicia a las víctimas o, dicho de otra manera, la justicia por
los crímenes perpetrados en ese contexto de violencia o terrorismo.
Francisco, una renovación peligrosa
El fundador del diario italiano La Republica, Eugenio Scalfari, ha escrito
un largo artículo, al año del pontificado de Jorge Bergoglio, titulado “La revolución de Francisco contra los
mandarines del Vaticano”(1). Dice que Roma, no Italia, se ha convertido en la
capital del mundo, algo que no ocurría desde hacía dos mil años, por obra de
Francisco. Tiene crédito entre todos. Los fieles confían en él. Los políticos
quieren verle. Y con él quieren dialogar los rabinos, los imanes y los no
creyentes, como él mismo, un agnóstico.
Su credibilidad tiene que ver con su
simpatía personal, pero sobre todo con su programa de trabajo que es presentado
y visto como un programa de una profunda renovación.
Lo que me propongo es avanzar
algunas reflexiones sobre las dificultades que presenta este plan de trabajo.
12/6/14
17 de abril del 2014. Muerte de Gabriel García Márquez
Hace unos años escribí este
Prólogo al excelente libro de Ana Cristina Benavides, La Soledad de Macondo
o la salvación por la memoria.
“La impresión de quien desea acercarse por primera
vez a Cien años de soledad, tomando como referencia su título, es que se
enfrenta a una obra que denuncia un dolor... este trabajo surgió del
reconocimiento de esta denuncia del sufrimiento”. Con estas palabras abre Ana Cristina Benavides una apasionante
investigación sobre el trasfondo de una de las novelas más señaladas del siglo
XX.
De Cien años
de soledad corren muchas versiones. El misterio que anima esa escritura da
pábulo a todos tipo de interpretaciones y hasta de leyendas. Durante un tiempo
era leída desde Europa en clave de violencia, abonada lógicamente por la
nacionalidad colombiana del autor. El contexto de la novela estaría formado por
la interminable sucesión de guerras civiles, golpes dictatoriales,
pronunciamientos, enemiga con el imperialismo estadounidense e cosí via.
Ana Benavides se alinea, con buen criterio, con quienes se toman en serio el
título y ponen la soledad en el epicentro de este magno relato.
“El libro que estoy
escribiendo”, confiesa el propio García
Márquez, “no es el de Macondo, sino el
de la soledad”. La soledad en cuestión es
el resultado de un desencuentro crónico de los habitantes de Macondo con el
tiempo y el espacio. Es como si, por un lado, fueran acontemporáneos de sí
mismos en el sentido de que el estar al día supone dejarse atrás lo más propio.
Ser moderno para los macondinos es olvidarse del mestizo, del negro o del
indígena que ellos son en un vano esfuerzo por imitar la modernidad que les
viene de afuera. El desencuentro espacial apunta a la imposibilidad de
encontrarse fraternalmente con el americano porque unas veces le subyuga, como
hace el americano del norte, y otras, le ignora, como hace el propio bogotano
que se avergüenza del caribeño. Esa soledad produce un sufrimiento cuya
denuncia está en el origen de este libro.
11/6/14
Etty Hillesum (1914-1943) o la mística en tiempos de eclipse de Dios (conferencia)
1. Algunos datos biográficos.
Nace un 15 de enero de 1914, en Middelburg, Holanda, de padres judíos. Su padre, Levie (Luis) Hillesum, profesor de lenguas clásicas, casa con Rebecca (Riva) Bernstein, que había nacido en Rusia. Su familia se refugia en Holanda en 1907 huyendo de un pogrom ruso. Estamos ante una familia burguesa, asimilada, con tres hijos: Jacob (Jaap), mentalmente inestable, que estudia medicina; Mischa, un niño prodigio por sus dotes musicales que padece esquizofrenia; y Etty (Esther) que no excede como estudiante de bachillerato en letras y que hará derecho.
Nace un 15 de enero de 1914, en Middelburg, Holanda, de padres judíos. Su padre, Levie (Luis) Hillesum, profesor de lenguas clásicas, casa con Rebecca (Riva) Bernstein, que había nacido en Rusia. Su familia se refugia en Holanda en 1907 huyendo de un pogrom ruso. Estamos ante una familia burguesa, asimilada, con tres hijos: Jacob (Jaap), mentalmente inestable, que estudia medicina; Mischa, un niño prodigio por sus dotes musicales que padece esquizofrenia; y Etty (Esther) que no excede como estudiante de bachillerato en letras y que hará derecho.
Etty es una joven liberal,
políticamente sensible que frecuenta círculos sionistas y medios antifascistas
de izquierdas, pero que sobre todo quiere ser escritora.
Esa es
la imagen que guardarán sus amigos por eso se quedan pasmados al enterarse de la evolución
espiritual durante los últimos años de su compañera de estudios y de historias.
5/6/14
Reflexiones sobre historia y memoria. A propósito de un artículo de José Álvarez Junco, "Historia y Mito" (El País 2 de marzo del 2014), comparándolo con la tesis de Georg Steiner: "la poesía es más verídica que la historia" (Entretiens, Bibliothèques 10/18, Paris, 2000, p. 145)
a)
Álvarez Junco desarrolla la consabida tesis de que la historia "está
regida por la objetividad"... "es una narrativa veraz, basada en pruebas documentales que se
interpretan a la luz de un esquema racional".
El
mito "en cambio, no busca ni aparenta buscar, un conocimiento contrastado
de los hechos pretéritos. Su objetivo es dar lecciones morales..."
Y
concluye: "historia y mito son, por tanto, dos formas radicalmente
distintas de acercarse al conocimiento del pasado".
Aunque
el artículo está pensado para dar caña a los nacionalismos, que se mueven más
en el mito que en la historia (algo que
comparto), lo cierto es que el esquema le podría valer para colocar a la
memoria en lugar del mito...Y eso es lo que me interesa subrayar y cuestionar,
a saber, que hay más de conocimiento "objetivo" del pasado en la
historia que en la memoria.
b)
La postura de Steiner es la opuesta:
1º
- Cita el cap. IX de la Poética de Aristóteles que dice "La
poésie est plus véridique que l'histoire".
2º
- Lo que dice Aristóteles: "Según lo dicho, resulta evidente que no es tarea
del poeta referir lo que realmente sucede sino lo que podría suceder y los
acontecimientos posibles, de acuerdo con la probabilidad o la necesidad. El
historiador y el poeta no difieren por el hecho de escribir en prosa o en
verso.... sino que "difieren en que el uno narra lo que sucedió y el otro
lo que podría suceder". Por eso el poeta es algo más filosófico y serio
que el historiador (que Steiner traduce por "La poésie est plus véridique
que l'histoire"). La una se refiere a lo universal y la otra, a lo
particular".
El traductor, Angel Capelletti,
explica en nota que "el objeto de la poesía no es el ser sino el poder
ser... Pero lo posible es aquí, para Aristóteles:
-tanto
lo que no existe pero va a existir ciertamente
-como
lo que no existe pero cuya existencia futura es más segura que su no existencia.
Es decir, excluye lo que es
metafísicamente posible pero históricamente improbable.
*La
historia trata sólo de lo que es o fue... El historiador es un cronista que
narra hechos.
**Capelleti
llama la atención sobre otra aspecto: Aristóteles y St. Tomás niegan el
carácter científico de la historia, en cuanto ésta no trata de lo universal
sino de lo particular, ni de lo necesario sino de lo contingente", pp. 68-69.
3º
- Volvamos a Steiner. Se pregunta
sorprendido por el sentido de la frase de Aristóteles: ¿cómo puede la ficción
tener más realidad que la historia?.
Para
responder echa mano de su experiencia y de la de los demás:
*Si
uno va a Venecia la va a visitar de la mano del Mercader. Shakespeare la ha
configurado.
*Si
uno va a Verona desde la estación le harán saber que está en la ciudad de Romeo
y Julieta, una ciudad en la que nunca estuvo Shakespeare ni hubo nunca Romeo ni
Julieta.
*El
autor dice que tiene muchos libros sobre la historia de Inglaterra, pero los
Ricardo II y III, el Eduardo V serán los de Shakespeare.
*Si
nos miramos hacia dentro descubriremos que nuestros celos o los de los que
conocemos son como los de Otelo, nuestra senilidad como la del Rey Lear,
nuestras ambiciones como la de Macbeth.
*Nos
situamos en el mundo haciendo más caso al mapa de las grandes ficciones
literarias que a los documentos.
*Esas
ficciones están vivas, nos guían, se transmiten, mientras que los documentos no
dicen nada, están muertos, pp. 145-146
2.
Mi comentario:
-
Lo que dice W. Benjamin de la memoria es más que lo que dice Steiner de la
ficción.
-
El problema de la historia es que:
.
no conoce hechos: el pasado es irrecuperable,
.
sino una reconstrucción en base a testimonios (escritos o verbales, huellas
materiales, etc.) de lo acontecido. Ese
es el pasado que llega a nosotros.
-
Pero ¿qué decir de todo ese pasado del que no hay trazas como esas? ¿habrá que
decir que no existió?
*La
osadía de Benjamin fue pensar que ese pasado perdido o naturalizado, no es
naturaleza muerta, sino que está vivo de alguna manera y pugna por hacerse
presente.
Reyes
Mate
(marzo
2014)
El intelectual marxista Sánchez Vázquez sobre el exilio (Guión de la intervención en el II Simposio Internacional sobre "Pensamiento político del exilio. Marxismo, anarquismo y socialismo")
1. El objetivo de esta mesa es el
marxismo de Sánchez Vázquez, un punto en el que yo no me siento competente, pero
sobre el que me atrevo a intervenir porque
tengo aquí unos "Ensayos marxistas sobre historia y política"(1),
que me regaló el propio Sánchez Vázquez, en los que podemos presumir que lo que
dice SV, lo dice como "intelectual marxista". Uno de los temas que
aborda es el exilio, así que me voy a fijar en lo que dice el intelectual
marxista sobre el exilio.
Lo primero que dice es que el exilio no es un
asunto mayor, no es un factor de peso en la visión marxista de la sociedad. Dice
el autor: "no podemos decir que el exilio marque con un rasgo o un matiz
propio a la filosofía. Es decir, lo que han hecho los filósofos del exilio, lo
han hecho independientemente de las circunstancias peculiares o personales que
les permitieron desarrollar aquí". Es decir, el exilio no ha sido objeto
de reflexión. No es una experiencia -una "circunstancia", se dice-
que dé que pensar al marxista que es Sánchez Vázquez.