"La estrategia del diablo es hacernos creer
que no existe", Charles Baudelaire
1. Recordamos el día de la liberación de Auschwitz y, por
tanto, a todos los deportados a campos de exterminio, campos de concentración y
campos de trabajos forzados. Recordamos a los millones de judíos asesinados en
las cámaras de gas, a los gitanos, homosexuales, combatientes, muchos de ellos
republicanos españoles, o disidentes internados en el universo
concentracionario, víctimas de la barbarie nazi.
No ha sido fácil llegar hasta aquí.
Hubo un largo tiempo de silencio, después de la II GM porque lo que entonces mandaba era el
olvido. Había que mirar hacia adelante para levantar una Europa en escombros y,
por tanto, no echar la vista atrás; a los supervivientes judíos en Estados
Unidos se les decía que se asimilaran, que se integraran en la nueva realidad,
olvidando el pasado. Ni siquiera en el Israel de la época sobraba calor para
los supervivientes de la Shoah. Había algunos que querían hablar pero nadie les
escuchaba. "Lo que habían padecido los judíos no suscitaba interés",
dice Simone Veil, superviviente de Bergen-Belsen. Sólo querían oír las gestas
heroicas de la Resistencia ,
pero no lo que millones habían sufrido. Cuando
alguien veía su tatuaje sobre el brazo decían: "¡Vaya¡, quedan
judíos. Pensábamos que habían muerto todos". No querían oír a Primo Levi,
demasiado triste; ni a Jean Améry, un amargado que hablaba desde el
resentimiento.