Alternan titulares que anuncian
catástrofes del estilo "colapso de la civilización", "sólo un giro
radical detendrá el cambio climático" o "si no reducimos la
población, lo hará la naturaleza", con otros que abren a la esperanza
como, por ejemplo, los logros de la ciencia capaces de corregir los fallos de
la naturaleza y hasta las impotencias de la ética.
Lo uno por lo otro, decimos, y
pasamos página porque siempre ha habido problemas y el ser humano se las ha
ingeniado para salir adelante. Lo nuevo es que los avisadores del fuego no son
ya radicales enrabietados sino instituciones como la ONU o la NASA o
científicos bien situados.
La música de estas coplas viene de
lejos, del famoso informe sobre límites del crecimiento del Club de Roma, 1972.
La diferencia entre aquellos avisos y las noticias actuales es que el tiempo no
ha pasado en vano.