A este perdedor le van bien las
cosas. Se le edita y se le cita como una autoridad indiscutible. Está a punto
de convertirse en objeto de veneración y consumo, justo lo contrario de lo que
él pretendió. Este éxito tiene el inconveniente de mellar su aguijón crítico y,
por tanto, de traicionar su pensamiento. La cosa tiene su gracias si observamos
que su escritura es todo menos de fácil digestión. Hay frases e imágenes brillantes,
pero su textura es críptica y árida. ¿Cómo leer a Benjamin para sortear tantas
trampas?
El dio una pista en La obra de arte en la época de la
reproductibilidad técnica. Ahí dice que en la reproducción y recepción de
una obra de arte hay algo que se pierde; algo único, irrepetible, originario y
casi sagrado que llama aura. Ocurre
en la pintura, pero también en la música: no es lo mismo oír el Concierto de
Año Nuevo por televisión que vivirlo en la Goldener Saal de Viena. La traducción
es otro caso significativo. El traductor se encuentra ente dos lenguas
diferentes. ¿Qué tiene que primar la de origen o la de destino? Si se traduce
"to be or not to be, that is the question" por "ser o no ser,
esa es la cuestión" no estamos hablando en castellano. A nadie se le
hubiera ocurrido hablar así en español si alguien como Shakespeare no lo
hubiera escrito en inglés. Pero si traducimos en buen castellano por "vida
o muerte y no hay más que hablar", perdemos toda la gracia del original.
Benjamin nos invita a traducir, a reproducir técnicamente obras originales, a
leer e interpretar textos de otros, porque el hecho de que lleguen a más gente
es la prueba de que se transmite lo que tienen de comunicable. Es verdad que
hay un punto de incomunicable, inimitable e irrepetible, pero tener conciencia
de ello es lo que más puede enriquecer a aquello que sí se comunica.
Esto mismo, aplicado a su propia
obra, significa que hay que editarle, traducirle y comunicarle sabiendo que el
objetivo es iluminar nuestro tiempo sin que eso suponga agotar su significación
con nuestra interpretación. A la vista de lo que se publica, no parece que sea
fácil lograr esos dos objetivos. Ariadna Mancini, autora de Cuadros de un pensamiento, ha optado por lo más fácil: hacer un
menú de textos de lo más variado y entregárselos crudos al lector para que los saboree en toda su originalidad.
Es un libro de pesca, para captar lectores, dejándoles libre el camino de la
interpretación. Es de alguna manera lo contrario de lo que hace Michael Löwy en
el estudio introductorio, "Benjamin y el surrealismo", a un célebre
texto de de Benjamin, El surrealismo.
El comentarista actualiza el pensamiento político del comentado para que sea
eficaz hoy. En el texto benjaminiano está
la invitación a "organizar el pesimismo" que para Löwy no es una
frase literaria sino la actitud correcta ante " los desastres monstruosos
que la civilización industrial burguesa engendra". Lo que pasa es que
Benjamin es quizá menos surrealista que Löwy. Eduardo Maura, el autor de Las teorías críticas de Walter Benjamin
no oculta su preocupación por el buenismo de la recepción de Benjamin. Sensible
al peligro de frivolización en la recepción benjaminiana, por superficialidad
en la comprensión, acomete un rigurosos trabajo de interpretación, sin
concesiones a la galería. Es un texto obligado que se faja con la lengua de
origen, rastreando ejes centrales de su pensamiento, como el barroco. El
peligro de este enfoque es el escolaticismo del que el autor sale airoso por su
fe en la actualidad de la Teoría Crítica que Benjamin prolonga de manera
original. En Mundo escrito hay un
poco de todo. Estos trece ensayos fueron en su momento conferencias en torno a
una notable exposición, Walter Benjamin.
Constelaciones, organizada por el Círculo Bellas Artes hace un par de años.
Se puede constatar en ellos la fecundidad de un pensador y también el peligro
de un escritor críptico que puede nublar a quien se le acerque. Tiene razón
César Renduelles, uno de los editores del libro, junto a Juan Barja, cuando
denuncia el peligro de usar "sus ensayos no para criticar las formas
culturales dominantes sino para elogiarlas". En esa tentación se cae
cuando se pierde de vista la carga política de Benjamin o cuando prima la
estética sobre la ética o cuando el comentario a un texto críptico en vez de
aclarar añade confusión. Son trampas que a todos acechan por eso resulta tan
apasionante intentar sortearlas.
Reyes
Mate (Babelia, El País, 26 de octubre
2013)
(*)
Libros comentados:
Benjamin,
Walter (2013): El surrealismo, Madrid, Casimiro Libros, pp. 59.
Benjamin,
Walter (2013): Cuadros de un pensamiento.
Selección e introducción de Adriana Mancini y Susana Mayer, Buenos Aires, Imago
Mundi, pp. 181.
Maura,
Eduardo (2013): Las teorías críticas de
Walter Benjamin, Edición Bellaterra, Barcelona, 2013, pp. 213.
Barja,
Juan (2013): César Rendueles (eds), Mundo
escrito. 13 derivas desde Walter Benjamin, Madrid, Círculo Bellas Artes, Madrid, pp. 248.