2/10/24

Del “El tiempo es el otro” (Franz Rosenzweig) al “Dios es tiempo” (Tiemo Peters)*

La relación del discurso sobre Dios con la historia del sufrimiento siempre ha sido una pretensión de la teología aplicada. Se suponía que un mejor conocimiento de Dios debía traducirse es una vida virtuosa. Pero en la perspectiva de la teología fundamental de Tiemo Peters lo que se plantea es un discurso sobre Dios como un relato vital, que es algo muy distinto, pues se erige la experiencia en locus theologicus de suerte que sin ella la teología no sería tal.

Para hacernos una idea del tipo de desafío intelectual que supone este planteamiento hay que tener en cuenta que cuestiona el primado del concepto sobre la vida, y, de la idea sobre el discurso, que ha dominado secularmente en teología y filosofía. En ese tipo de teología clásica, el contenido material tenía vida propia y era transmitido conceptualmente. No necesitaba los acontecimientos históricos para ser pensado y menos la experiencia de quienes hablaban de Dios.

1.Mente concipio.

Ese modo de pensar, que afectaba a la teología y también a la filosofía, porque era el modo canónico de pensar de Occidente, seguía el patrón epistémico de Galileo cuando decía “mente concipio motum”. Estaba convencido de que la naturaleza manifiesta su verdad en el preciso momento en el que la mente piensa correctamente. Para los modernos el conocimiento tiene lugar en la mente como si el mundo fuera mundo en la medida en que se construye con las reglas de juego propias del sujeto. Un buen ejemplo de esta mentalidad son las matemáticas. En su versión más teórica los matemáticos descubren y solucionan problemas independientemente de la realidad, seguros como están de que en algún momento serán necesarios. Cuentan del teorema de Fermat que durante siglos fue objeto de pura contemplación intelectual, hasta que en 1979 se usó como base para la criptología que hoy sustenta el entramado de las telecomunicaciones. Las cosas son en la realidad en la medida en que se ajustan a la lógica del sujeto. Lo importante es el mundo subjetivo.