23/2/25

Memoria y democracia: afinidades y diferencias

            El trasfondo de estas reflexiones es el título de una ley, titulada  “Memoria Democrática”, que tiene grandes aportaciones a la justicia histórica, pero que quizá esté atravesada por un equívoco que conviene discutir. Mis reservas iniciales nacían de la sospecha de que esta ley sólo se interesaba por la memoria de las víctimas democráticas, en cuyo caso habría que preguntarse qué pasa con las víctimas no democráticas, por ejemplo, la monja de clausura asesinada en la Guerra Civil por ser monja: ¿no merecen memoria? ¿no son víctimas memorables? Y, sobre todo ¿su memoria es irrelevante para la democracia? o ¿qué tiene que ver la democracia con esa memoria? En esas preguntas no está en juego sólo el alcance de la memoria sino el de la democracia.

 1. Leía recientemente un largo discurso de Carmen Calvo, la exvicepresidenta del Gobierno de Pedro Sánchez que lideró  los esfuerzos por la aprobación de esta ley de Memoria Democrática, titulado, “La necesidad de la memoria democrática hoy”, donde ofrece explicaciones muy reveladoras sobre el alcance de esta ley.

17/2/25

Hitler aún puede vencer

             Elie Wiesel, superviviente del Holocausto y Premio Nobel de la Paz, decía que Hitler -y no Dios- fue quien mantuvo su promesa. Prometió exterminar al pueblo judío y lo llevó a efecto; Dios, en cambio, no hizo nada mientras esto ocurría por el pueblo que había declarado imperecedero. Hoy, ochenta años después de Auschwitz, bien podemos decir que no, que Hitler ha sido derrotado porque su proyecto no consistía sólo en exterminar a un pueblo, sino en no dejar rastro del crimen para que nadie le recordara.

13/2/25

Juicio al nacionalismo o por qué he escrito "Tierra de Babel. Más allá del nacionalismo" (Trotta, 2024), Reyes Mate*

 1. Subyace a la escritura de este libro una triple motivación. En primer lugar, que es un tema de actualidad. El nacionalismo está en todas las agendas. No me refiero sólo al catalán o vasco o a la ola nacionalista de la extrema derecha o al español, húngaro o americano, sino a su capacidad de contagio que invade todo. Durante años he colaborado en El Periódico de Catalunya y he podido ver cómo la vis nationalista enturbia lo que es claro sin que aclare lo turbio. La segunda motivación es menos coyuntural. Creo que la figura del Estado Nación, meca de todos los nacionalismos, tanto de los ya constituidos como de los aspirantes, es incapaz de responder a los retos de nuestro tiempo, empezando por el de la emigración y siguiendo por los territorios en guerra. Tareas que en el pasado ha podido desempeñar con mayor o menor fortuna, le resultan hoy imposible.

Hay una tercera razón que en mi caso ha tenido su peso, aunque me resulte difícil trasmitirla: porque hubo Auschwitz, un acontecimiento epocal en el que el nacionalismo demostró que no sólo excluye sino que, dejado a su aire, también extermina. Lo que el deber de memoria nos dice es que Auschwitz no es sólo parte de la historia del nacionalismo sino que forma parte de su naturaleza.