1.
¿Qué entendemos por franquismo sociológico?
Respuesta:
Difícilmente podríamos calificar el golpe de Estado de 1936 de “franquista”
ya que entre los sublevados había
masones, por ejemplo, algo ajeno a Franco. Podríamos llamar franquismo a un
modo de ser y actuar durante y por la dictadura de Franco. Incluso entre
aquellos que se opusieron política y moralmente a la dictadura, había
comportamientos adquiridos consciente e inconscientemente que eran producto de
la situación y que no se hubieran dado, al menos de la misma manera, en un contexto diferente.
2
¿En qué actitudes o convenciones sociales se manifiesta?
Respuesta:
Se suele señalar como restos o rasgos de esa manera de ser la desconfianza ante
la política y los políticos. No son de fiar porque les falta legitimación y
venden mercancía averiada. Junto a eso, el desdén por lo público que se
manifiesta de diferentes maneras: por ejemplo, estafando al Estado, un deporte
nacional; también, desinterés por implicarse en lo común. Si uno puede
escaquearse en una comunidad de vecinos de la función de presidente o
secretario, se celebrará como un triunfo. Quizá y como contrapunto un regusto
por lo anti-político o “social”, como si la sociedad fuera mejor que la
política o sus políticos.
Hay otro rasgo que se manifiesta en
el franquismo pero que viene de atrás: considerar al otro como un enemigo.
Afirmarse uno excluyendo al otro. En esto yo estoy más de acuerdo con Américo
Castro cuando explica la Guerra Civil por causas “muy lejanas”. El las sitúa en
la conformación de eso que llamamos España. España es la empresa de pequeños
reinos peninsulares, no sometidos por los musulmanes, enfrentados entre sí pero
teniendo un elemento común que al final fue como el cemento que los unió: el
ser cristianos. Estos cristianos conformaron un espacio político frente al
Islam pero reproduciéndole. Lo que daba identidad al Al-Andalus era “el islam”
que significa “creencia”. Lo que unía a los “españoles” era la creencia. Las
creencias son absolutas. Tienden a excluir a las demás. España se conforma así
“a la musulmana” políticamente, excluyendo: a los judíos, a los moriscos, a los
erasmistas, a los liberales, a los rojos. Las dos Españas. Y así seguimos. En
esto los catalanes independentistas son unos castizos españoles.
3.¿Podemos
encajar en ese franquismo sociológico frases del tipo "con Franco se vivía
mejor"?
Respuesta:
Era una humorada del Peris, si bien recuerdo. Como no es verdad que los
españoles vivan económicamente peor en democracia que en dictadura, creo que
esa frase es propia más del franquismo puro y duro que del sociológico.
4.¿Cuál
es o será la primera generación de españoles libre de ese franquismo
sociológico?
Respuesta:
Si nos fijamos en cómo nos estamos enfrentando al pasado (a propósito por
ejemplo de la memoria histórica), observamos que hay una generación
protagonista, casi desaparecida, que vivió en las trincheras. Luego, la de los
hijos, que sabían pero callaban o no sabían y no querían preguntar. Ahora está
la de los nietos que tienen vagas ideas de lo que fue la Guerra Civil y la
posguerra pero que quieren saber o pueden oír.
Para
liberarse de ese pasado hay que enfrentarse a la memoria histórica. El problema
en España es que la memoria de la memoria histórica es más justicia o
justiciera que memoria. Quiero decir que al concepto de memoria, bien
entendido, debería ir íntimamente unido el de “nunca más”, “nuevo comienzo”, es
decir, superación del pasado. Y eso no se lleva entre nosotros.
Nosotros, los miembros de la
Comisión del Valle, hicimos una propuesta en ese sentido que no ha sido
entendida ni aceptada por unos y otros. Los unos dicen: eso no es
resignificable, es decir, no hay manera de convertir Cuelgamuros en una “lugar
de la memoria” digno de ese nombre (un lugar de memorias compartidas), como
nosotros planteábamos. Y los otros, los franquistas (incluido el PP) dicen: eso
no se toca. Y ahí andamos, ocupados con sacar a Franco (que nosotros
proponíamos) descuidando lo fundamental ¿qué hacer con el Valle?
Por
cierto, el lugar durante siglos no se llamó “Cuelgamuros” sino “Cuelgamoros”,
algo que hubiera hecho las delicias de Don Américo Castro y que remite al
conflicto originario al que me refería.
5.
En general, ¿se puede decir que el paso de una dictadura a un régimen democrático
predetermina de alguna manera ciertos comportamientos y esquemas mentales de
una sociedad?
Respuesta:
Una dictadura tan larga condiciona incluso hasta a sus oponentes. Acaba de
aparecer un libro Félix Santos, el director de Cuadernos para el Diálogo,
titulado España quiere democracia. Cuadernos para el Diálogo y la morada
colectiva que es muy ilustrativo. Ahí se dan las claves del “consenso” de
la transición, pero también de sus límites. La oposición al franquismo se educó
con unos límites que explican en parte las debilidades de la democracia y de
los demócratas españoles (confundir las ideas con ideologías, asumir que del
pasado no se puede ni debe hablar, etc.)