1. Quiero hablar del judaísmo
moderno y no del bíblico o del medieval.
La modernidad europea está marcada
por la Ilustración (mayoría de edad, sapere
aude, autonomía y universalidad). Se
presenta como un movimiento emancipado, liberado, de la religión, aunque esa
emancipación pueda ser crítica y beligerante, como en el caso francés, o
cómplice, como en el caso alemán.
¿Cómo reacciona el judaísmo? hay un
judaísmo que sigue a su aire; hasidismo, la kábala. Y, otro que se siente
interpelado dando lugar a la haskala, o ilustración judía. Sus
emblemas son: -la persona del filósofo Moses Mendelssohn, la figura de la Bildung (una cultura universalista, amistosa).
La tesis de M. Mendelsshon: en la Biblia no hay verdades
reveladas. Lo única revelado es la
Ley (no sólo código sino modo de estar en y de entender la realidad: remitiéndola a algo que la
trasciende y limita). Plantea "la doble militancia".
Pero el proyecto de M.M. fracasa
doblemente: decae en asimilación (su propia familia: banqueros, músicos,
escritores) y la mayoría no se lo creen.
2. La asimilación afecta al
pensamiento y a la vida: si lo que era posible para cualquier otro emigrante no
lo era para el judío (el reconocimiento por los demás de asimilarse) es porque
planeaba sobre el mundo moderno la
cuestión judía. La asimilación es la estrategia seguida por los judíos cultos que
asumen el dilema: o ser judíos o ser modernos. El pago por ser modernos es
sacrificium intellectus (Lessing), traditionis (Herder) o essentiae (Marx).
Pero no basta, no son tomados en serio: son sospechosos como en el Discurso para una Academia de Kafka.
Los sueños del propio Freud. La música de Mahler (tiene que convertirse pero
sigue siendo el judío a pesar de que se lo tomó en serio (más que Alma). La
experiencia de Max Aub. Todas esas resistencias se explican porque que planeaba
sobre todos la cuestión judía.
Tomemos nota de esa ambigüedad: el hombre
moderno, laico, se presenta como universal, pero es particular. Se puede
ilustrar con Natán el sabio: Hay un
Natan inspirado en Maimónides. Para Lessing, sin embargo, los criterios de
tolerancia están basados en que todos somos hombres antes que diferentes;
buscar la verdad y no poseerla; el principio de reconocimiento por los demás. Pero,
ojo, ese hombre universal, moderno, es cristiano, como lo es la modernidad. De
la mismo opinión es Hegel para quien el Weltgeist
es "germánico y cristiano". Y Weber: el protestantismo es la
matriz de la modernidad (el judaísmo es rechazado por ser
"pueblo-paria"). Por eso ese Natán no se impone: acaba destruido a
manos del nacionalismo. Natán les resulta insoportable a los nazis, pero
tampoco lo aceptan los judíos (Rosenzweig denuncia que Natan "para ser
hombre tiene que renunciar a ser judío")
3. Del fracaso de la modernidad al
Nuevo Pensamiento. La IGM: la modernidad se "consume" en el sentido
de que se cumple y se agota. Se impone pensar de nuevo: el libro de "El
Mesías y los profetas" de Gil Villegas. Generación del 14: pensar de nuevo
desde el lenguaje (Heidegger), desde la vida (Ortega), desde el margen
cultural, desde Jerusalem (Rosenzweig). Aparece una generación de judíos que
rechazan el dilema: ser judío o ser moderno, y se plantean repensar la
ilustración fracasada desde el judaísmo (son los primeros postmodernos, aunque
distinto de los actuales): entienden que el asimilacionismo ha fracasado. Una
parte de ellos plantean la sustitución de la cultura de la diáspora por la del
sionismo. Intelectualmente, se reivindica el lugar de Jerusalem, junto a
Atenas, en la construcción de Europa. El pionero es Herman Cohen, un personaje
poliédrico: socialismo ético, fundador del neokantismo, maestro de españoles y
piedra angular del judaísmo moderno. El neokantismo, filosofía asimilada; la dura
experiencia de sus clases sobre Schiler; la salida de Marburgo y "La
religión de la razón desde las fuentes del judaísmo".
Un oyente privilegiado: Franz Rosenzweig. Ya
enfermo piensa que el heredero de Cohen no es Cassirer sino Heidegger (Davos).
Se siente cercano pero porque Heidegger se inspira en él. Es el autor de dos
libros claves: Hegel y el Estado
donde hace ver lo cristiano de la modernidad (el Estado, la filosofía de la
historia) y La Estrella de la redención: ahí aboga por un nuevo
pensamiento desde los siguientes supuestos. La filosofía occidental, "von
Jonien bis Jena", es idealismo (y eso lleva al totalitarismo). Lo que da que pensar es la realidad: Dios,
hombre, mundo. El punto de partida del filosofar es la experiencia personal de
la angustia ante la muerte: no vale remitir la muerte individual al sentido del
todo y luego decir que el todo no muere; la muerte es individual y sí se muere
de ahí la angustia persistente. De ahí el nuevo pensamiento: repensar la realidad desde la centralidad del
lenguaje.
Dos observaciones sobre este Nuevo
Pensamiento; fue perseguido por los nazis; hay ecos de él en Ser y Tiempo pero paganizados, es decir,
sin referencia al judaísmo de base. Sobrevive en Levinas y anima a la primera
generación de la escuela de Frankfurt. Pero hoy sigue siendo un gran
desconocido. El pensador más genial del siglo XX sigue siendo un desconocido.
4. Entreguerras ese movimiento del
Nuevo Pensamiento se encarna en los "avisadores del fuego". Leen su
tiempo con preocupación y avisan de lo que puede venir. Esto es una novedad:
mientras la mayoría se entretienen con la crisis de la modernidad, estos avisan
de lo que puede venir.
Franz Rosenzweig vio bajo la noble filosofía una ideología de la guerra. Cuando los
presocráticos definieron el saber filosófico como la reducción de la variedad
del mundo a un único elemento -“todo es agua” decía Tales de Mileto- se estaba violentando la realidad, al reducir
la pluralidad a un solo aspecto. Esa forma de conocer -la propia del concepto-
lleva al totalitarismo, decía este sobrio y genial pensador judío.
Los avisos de Benjamin son
múltiples. Frente a quienes pensaban que el fascismo era un invento arcaico, él
llama la atención sobre la proximidad entre fascismo y progreso (Tesis 8). Nada
favorece tanto al fascismo como presentarle como lo opuesto al progreso puesto
que de esa manera aceleramos el progreso y aumentamos el caldo de cultivo del
fascismo. ¿Qué es lo común? La tranquilidad con la que uno y otro sacrifican a
una idea o al bienestar de unos pocos a seres humanos inocentes y, en general,
débiles. El no era un antiprogresista pero distinguía entre un progreso capaz
de sacrificar lo que se le ponga por delante con tal de avanzar y otro progreso
que sirve al bienestar y a la felicidad de la humanidad.
Kafka dejó
constancia en La Colonia Penitenciaria la autonomía asesina de la
máquina y en El Proceso el burocratismo de la vida moderna que permite
ser una pieza de un engranaje mortal sin que uno se sienta responsable del
producto final. Pero me interesa señalar otro aspecto: el de la animalización.
Los personajes kafkianos se transforman con frecuencia en animales. El Gregor
Samsa de La metamorfosis amanece siendo un bicho (Ungeziefer en
alemán, el mismo nombre que darían luego a los judíos de los Lager) y en el Discurso
a la academia un ex-simio comparece
ante sus colegas, inquietos porque creen detectar tras ese aparente noble
académico rastros de su pasado de simio. El aviso de Kafka: no nos creamos eso
de que el hombre moderno es sujeto de derechos; para el poder el ser humano es
un animal (El testimonio de Largo Caballero en el Lager: nos quieren
animalizar)
5. El aviso no fue escuchado y la catástrofe tuvo lugar.
Pero lo tuvo de una forma impensable, de ahí que se convierta en lo que da que
pensar. Aparece un nuevo programa filosófico, el NIC (Nuevo Imperativo Categórico),
que está inédito. Lo propuso Adorno, pero fue desestimado por el silencio
posterior. La academia alemana se reprodujo con lo que quedó y no se quiso
rescatar al exilio
Auschwitz no ha
afectado a la filosofía posterior: un poco Sartre, sin duda Levinas y quizá
Derrida, pero Habermas se lo quita de encima. Hoy vuelve a hablarse de ello al
amparo de la memoria. Mi tesis es que la crisis de Europa sólo es posible
solucionarla desde el NIC: repensar la política, Europa, la ciudadanía, el
Estado, etc., desde la memoria de la barbarie.
6. En la invitación que me cursaban los organizadores se
me decía que abordara el tema de la religión en una sociedad laica. El tema de
la religión ha estado muy presente en lo que he dicho y por eso, para
abordarlo, retomo el hilo de Natán el Sabio. Detectamos una contradicción: ese
hombre moderno, universal, era particular, post-cristiano; se presentaba como
universal porque emancipado de algo tan particular como la religión y se basaba
en algo universal como la razón. Pero en realidad era, emancipado, sí, de la
religión, pero con unos valores (los de la Revolución Francesa) y una forma de
vida (calendario, fiestas, virtudes) que convierten a la modernidad en un mundo
cuyos valores provienen de la religión aunque ahora aparezcan secularizados.
Eso ha dado lugar a varios debates, por ejemplo, Flores
d'Arcais y Habermas más secularización.
Y el último Habermas: repensar la relación de nuevo entre razón y religión: no
en provecho de la religión, sino de una razón o política debilitada. El
potencial semántico de la religión no está agotado y puede enriquecer el mundo
racional o la democracia deliberativa. Ejemplo: la religión habla de justicia a
los muertos Eso puede enriquecer una teoría de la justicia que se enfrente a la
justicia de las víctimas. Lo mismo se podría decir a propósito de los derechos
de los emigrantes: pasar de lo territorial a lo transterritorial.
No es un debate menor. Quienes optan por erradicar las
raíces cristianas de la laicidad, a lo que apuntan es a exigencias que juzgan
excesivas para el modesto ser humano. Por ejemplo, los derechos humanos que, según Enzensberger y Sloterdijk
serían el último resto de esa cultura criptocristiana. Contra eso se ha
levantado Habermas que no se ha hecho con la edad más piadoso pero sí más
consciente de la cultura humanitaria de la especie humana.
Reyes
Mate (Conferencia en la Universidad de
Córdoba, 4 de diciembre 2012)